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Entrevista

Magdalena Sastre: "Practicar deporte y beber vino tinto con moderación pueden ser beneficiosos contra el Alzheimer"

"La enfermedad afecta a 50 millones de personas y ya es la cuarta causa de mortalidad en el mundo"

Magdalena Sastre, en primera fila la segunda por la derecha, junto a su equipo investigador del Imperial College de Londres. diario de mallorca

-Explíqueme lo más sencillamente posible en qué ha consistido su investigación.

-Adquirimos a una compañía ratones modificados genéticamente para que pudieran desarrollar el Alzheimer, una enfermedad que no se manifiesta en los animales. Y les hemos inyectado un gen a través de un virus...

-¿El gen ha de ser introducido mediante un virus?

-Sí, en las terapias génicas se usan virus para introducir los genes en las células. En este caso hemos usado un lentivirus de la misma familia que el del sida y que también ha sido modificado genéticamente para que reconozca un determinado tipo de células sobre las que debe actuar. El virus es solo una herramienta para introducir el gen PGC1-alpha.

-¿Y cómo ha actuado este gen con los ratones?

-Previniendo la acumulación en forma de placas de la proteína beta amiloide en el cerebro, una proteína que está asociada a la aparición del Alzheimer.

-¿Y cómo han demostrado que los ratones con Alzheimer mejoraban con la introducción de este gen?

-Usamos dos tipos de ratones, unos modificados para que desarrollaran la enfermedad y otros normales. Con los primeros, a partir de los diez o doce meses, periodo que dejamos transcurrir para que empezaran a tener placas y pérdida de memoria, a algunos les introducimos el gen y a otros no. A los segundos, los normales y sanos, también se lo introducimos para ver si les producía efectos dañinos. Y cuatro meses después les hicimos las pruebas de memoria.

-¿Cómo?

-Se trata de una prueba de reconocimiento de objetos. Le cambias uno de los que les pones habitualmente y si el ratón muestra especial curiosidad y explora durante más tiempo el nuevo, sabemos que su memoria está bien. Y esto ocurrió con los ratones normales y con los transgénicos tratados con el gen, pero no con los transgénicos a los que no se lo introdujimos. Estos eran incapaces de diferenciar las piezas nuevas de las antiguas. Así, este gen parece que frena el desarrollo del Alzheimer en su fase más inicial, pararía la formación de las placas de las proteínas beta amiloides.

-¿Hay algún problema para usar este gen con los humanos?

-Sí, que el lentivirus que usamos para introducirlo no lo podemos inyectar desde fuera en el cerebro humano por su tamaño.

-¿Por qué?

-Porque es demasiado grande para que pueda atravesar la barrera hematoencefálica que rodea al cerebro. Por eso para introducirlo habría que recurrir a la cirugía abierta.

“La Imperial College nos está apoyando frente al Brexit y no creo que se dé una fuga de científicos”

-¿Cuál es la solución?

-Ya se están diseñando virus que puedan penetrar en el cerebro sin cirugía. El lentivirus lo hemos usado porque ya se había utilizado con éxito en ensayos clínicos con seres humanos con Parkinson.

-¿Cuáles son las fases que ha de superar su hallazgo para que se aplique en seres humanos?

-Hay tres fases de ensayos clínicos con seres humanos que van aumentando progresivamente el número de personas tratadas y hay que demostrar que estas proteínas no producen efectos secundarios negativos. Hasta que se apliquen en enfermos como terapia podrían pasar entre cinco o seis años. No obstante, estos ensayos clínicos se están acelerando porque hay mucho interés en conseguir una terapia contra el Alzheimer.

-¿Por qué?

-Porque hay casi 50 millones de personas afectadas en todo el mundo y es una enfermedad que se acaba de situar como la cuarta causa de mortalidad general. Además, hoy la gente vive más y el Alzheimer se empieza a desarrollar a partir de los 60/70 años. Y una persona puede sobrevivir hasta diez años con ella, generando muchos problemas a sus familiares. De ahí la gran presión social por encontrar una terapia.

-¿Hay otros estudios en marcha?

-Sí, a través de los biomarcadores presentes en la sangre y en el líquido cefalorraquídeo se puede llegar a determinar si vas a desarrollar la enfermedad y ser tratado antes de que empiece.

-¿Es cierto que el curry va bien para prevenir el mal?

-Dicen que tiene un componente que es beneficioso. Lo que no sé es cuánto curry tienes que tomar (risas). También está demostrado que algunas patologías como la diabetes tipo II (la que se manifiesta en edad tardía y está asociada a la obesidad y al sedentarismo), las enfermedades coronarias o los altos niveles de colesterol favorecen su desarrollo.

-¿Hay alguna manera de prevención?

-Sí, practicar deporte de manera crónica y beber vino tinto con moderación son beneficiosos contra el Alzheimer. El ejercicio físico y el resveratrol, un componente presente en el vino tinto, incrementan la presencia de la proteína que pararía el desarrollo de las placas que provocan la enfermedad.

-Hablemos un poco de usted. Tengo entendido que salió de España en el año 1994, cuénteme cuál ha sido su trayectoria.

-Estudié Biología en la UIB e hice la tesis sobre neurofarmacología para tratar la depresión con el profesor García Sevilla. Después me fui a Estados Unidos y estuve un año en la Universidad de Cornell. En 1996, ya en la New York University, empecé a especializarme en Alzheimer. Allí estuve hasta el año 2000 en el que, gracias a una beca Humboldt, me mudé a Alemania. En este país pasé siete años en diferentes universidades y siempre desarrollando proyectos sobre el Alzheimer. En el año 2007 conseguí una plaza de profesora en el Imperial College de Londres, donde ya tengo mi propio grupo investigador.

-¿Ha encontrado ya su lugar?

-Estoy muy satisfecha ya que estoy en una de las diez mejores universidades del mundo y la tercera más prestigiosa del Reino Unido tras la de Oxford y Cambridge. Está especializada en Ciencia y Tecnología, no imparte asignaturas de otras temática. Y aquí se hace un importante trabajo de divulgación científica para que la gente sepa en qué estamos trabajando. Tenemos un Open Day (Día Abierto) en el que enseñamos a todo el que lo desee nuestros laboratorios. Esta divulgación favorece la llegada de dinero para nuestros proyectos. Y no solo de ricos por las exenciones fiscales, sino también de gente que se siente muy orgullosa de donar el equivalente a doscientos euros o recaudar dinero corriendo maratones para que se investigue para curar enfermedades.

-¿Le está afectando de alguna manera el sí al Brexit?

-No, estamos teniendo mucho apoyo de la Universidad y no creo que se produzca una fuga de científicos. Todavía ni se ha empezado a negociar cómo será la salida y, además, yo llevo más de cinco años aquí y ya tengo la residencia.

-¿Se ha planteado regresar a Palma?

-Por ahora no. Sigo colaborando con la UIB formando parte de tribunales de tesis y dando seminarios. Sigo manteniendo mis vínculos con la isla a la que suelo viajar en invierno pagando menos por el pasaje del avión que las cincuenta libras que me cuesta ir en taxi al aeropuerto en Londres. Aquí estoy en una universidad de nivel superior y no me apetece volver a la UIB. Además, yo me siento muy europea.

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