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Análisis: Los disparates de Matas, por Felipe Armendáriz

La Audiencia de Palma tendrá que juzgar, si es que Jaume Matas no llega finalmente a un pacto global con las acusaciones previa confesión de los delitos y devolución de los fondos públicos desviados, uno de los mayores disparates electorales del expresident del Govern del PP.

Matas, en su delirio demagógico, pensó que Palma necesita "un Calatrava", una obra emblemática del famoso arquitecto no exento de críticas por algunas chapuzas millonarias. El president, sin ser órgano de contratación ni abrir un expediente para estudiar coste, oportunidad y medios, contrató verbalmente a Calatrava, con el que se entrevistó en Roma.

La idea de Matas era presentar el proyecto de la Ópera de Calatrava en plena campaña de las autonómicas del 2007, pero la Junta Electoral prohibió el acto al estimar que era claramente partidista.

Matas ordenó contratar al arquitecto valenciano a dedo y sin concurso. En el impresentable expediente administrativo se llegó a certificar que era el único arquitecto del mundo capaz de diseñar un edificio tan singular y maravilloso.

Pero la idea del expresident iba más allá, dado que en el mismo proyecto se barajaba reordenar la fachada marítima y soterrar la autopista del aeropuerto. La Ópera se iba a ubicar en el mar, en aguas del Moll Vell que no son titularidad del Govern. Daba igual: Matas ordenaba y todos obedecían sin rechistar.

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