La bahía de Pollença es desde ayer el paraíso nacional del hidroavión. La única reserva. El refugio en la costa del único país europeo que prohibe amerizar frente a su litoral: España. Lo contaba ayer Miguel Buades, presidente de la Fundació Aeronàutica Mallorquina, tras celebrar la llegada a la isla del primer hidroavión civil. Lo hacía entre el lamento de la prohibición nacional de los amerizajes de avionetas anfibias civiles y el orgullo de haber conseguido que Mallorca se convierta en la excepción a la regla. Porque eso es lo que es: una excepción. "Es un hito. Somos el único lugar de todo el territorio nacional en el que se permite, y eso abre la puerta a grandes oportunidades", relata.

Pone como ejemplo una "idea" que están estudiando: "Ni siquiera es aún un proyecto, solo una posibilidad que analizamos: sería viable tener una ruta aérea con hidroaviones entre Mallorca y Formentera. No es algo pensado para turistas, sino para dar movilidad a los residentes de Formentera, utilizando hidroaviones de catorce plazas, que les evitarían tener que perder un día cada vez que quieren viajar a la península. Podrían estar en quince minutos en Palma y desde el aeropuerto moverse por todo el mundo. En Formentera no pueden tener aeropuerto, pero el hidroavión no necesita pistas [los anfibios pueden despegar desde mar y desde tierra]", apuntaba Miguel Buades Socias, que ayer, aprovechando el amerizaje inaugural, presentaba también el International Mediterranean Seaplane Club, una agrupación con la que pretenden fomentar el uso de aparatos civiles en Pollença. "Ya tenemos 17 solicitudes de pilotos de toda Europa, desde Noruega a Portugal, España o Reino Unido, que quieren venir a la isla".

Y están ansiosos por hacerlo, aunque solo sea porque no se puede amerizar en ningún otro punto de la costa española, donde solo están autorizados hidroaviones militares. Que esa es la clave, explica Eduardo Díaz del Río, el piloto que ayer voló desde Madrid a Mallorca para convertirse en el primer civil que se posa con sus avión en las aguas de la isla: "En Mallorca se permite gracias a la fantástica labor que ha hecho don Miguel [Buades] y a que lo autoriza el coronel de la base militar de Pollença, un señor impresionante al que estamos muy agradecidos", comentaba el piloto, que partió a las nueve de la mañana de Guadalix de la Sierra (Madrid) para llegar casi a la una a la bahía de Pollença.

"Ha sido un vuelo bonito, en el que nos hemos cruzado con varias tormentas y vientos fuertes, con trombas de agua como no había visto. Son 1.200 kilómetros. Salimos con 100 litros de combustible de Madrid y queda la mitad: un hidroavión consume poco, como un coche más o menos", explicaba Díaz,.

Como Buades, destacaba el "hito" de que Mallorca estrene, en este año de celebración del centenario del primer vuelo entre la isla y la península, los vuelos civiles de hidroavión en España. "Vas a Manhattan y está lleno de hidroaviones, como Suecia, Holanda... Pero aquí, nada, y es una pena", recalca Díaz del Río. Le da la razón Buades, que ensalza el hidroavión como uno de los medios de transporte más sostenibles y menos contaminantes y recuerda que en el Mediterráneo, en Grecia, les quieren sacar el partido al que renuncia España: "Tienen un proyecto con apoyo de la Unión Europea para abrir 100 hidrosuperficies en sus islas". Mientras el plan griego despega, Mallorca ya vuela hasta desde el agua.