Fueron muchos los feligreses de la iglesia de Sant Miquel que se sintieron asustados, pero sobre todo ofendidos, cuando un grupo de jóvenes proabortistas entraron en el templo durante la celebración de una misa. Así lo expresaron varios de los testigos que declararon ayer en el juicio que se celebra contra seis de los más de 30 jóvenes que entraron con pancartas en la iglesia, para denunciar el intento de modificar la ley del aborto y para cuestionar el papel de la Iglesia en esta tramitación.

Este juicio contra estos seis jóvenes quedó ayer visto para sentencia. La fiscal Rosario García mantuvo su propuesta de que cada acusado debía ser condenado a un año y medio de cárcel. El abogado del Obispado, Miguel Arbona, fue el único que modificó su escrito de acusación, no en cuanto a los hechos, sino únicamente sobre las penas. Frente a los cuatro años que pedía antes del juicio, ayer se sumó a la petición del fiscal y solicita la pena de 1,5 años a cada acusado.

El tribunal escuchó ayer el testimonio de varios feligreses que el domingo día 9 de febrero de 2014 asistían a la misa del mediodía. Cinco minutos después de iniciarse la ceremonia, mientras se escuchaban las primeras lecturas, los jóvenes entraron y desplegaron la pancarta, al tiempo que gritaban sus consignas a favor del aborto.

Uno de los testigos, que facilitó una grabación a la Policía, fue especialmente revelador, porque detalló que notó que muchos de los feligreses se sintieron muy asustados al descubrir la entrada de los jóvenes. Este sentimiento pasó a ser de indignación cuando descubrieron que se trataba de una manifestación a favor del aborto libre. Los que peor lo pasaron fueron las personas mayores que asistían ese domingo a misa. De hecho, muchos de ellos dejaron temporalmente de asistir a la iglesia de Sant Miquel y no regresaron hasta transcurridos varios meses.

Todos los testigos coincidieron en que el sacerdote tuvo que interrumpir la ceremonia religiosa. Mientras tanto, un grupo de asistentes se enfrentó a los manifestantes, aunque sin violencia, para que abandonaran la iglesia, objetivo que lograron casi de inmediato.

Una de las trabajadoras de la iglesia, que vende objetos religiosos, no pudo contener las lágrimas al relatar lo que presenció. Destacó que la pancarta que llevaban los jóvenes tenía pintada una estrella de cinco puntas. "Es una fecha que no la olvidaré jamas. Como feligrés y practicante lo pasé muy mal", señaló.

Otro de los testigos destacó que los manifestante "entraron en tropel" y que lo hicieron gritando las frases que tenían en las pancartas.

La Policía, por su parte, destacó que los jóvenes acusados eran conocidos porque formaban parte del denominado grupo Maulets. Un experto calificó a esta asociación de grupo radical.

Tanto la fiscal como el abogado del Obispado han coincidido en que se trató de un acto de protesta que vulneró los derechos de los feligreses.

El abogado defensor Josep de Luis insistió en que únicamente fue una acción reivindicativa y pidió la absolución