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Directora destituida: "El conseller Vidal es débil y está dando tumbos"

La Iglesia, que ha convertido la Catedral en un ´beach club´ nocturno con música caribeña, pedía cuatro años de cárcel para un grupo de gamberros que irrumpen en la iglesia de Sant Miquel

Cuando Simón Peres habla en Formentor, tanto Arafat como Hosni Mubarak escuchan con atención. La imagen fue tomada en noviembre de 2001, dos meses después del 11S y en la última salida del líder palestino antes de morir. En Mallorca estrechó la mano del presidente israelí ahora fallecido.

Llama la doctora Caterina Amengual, recién destituida como directora general de Espacios Naturales por el conseller de la cosa, Vicenç Vidal. Ambos son ambientalistas y ecosoberanistas. No escucharán ni una palabra de agradecimiento de la defenestrada:

"Hola, el conseller ha prescindido de mí, dice que por renovación de equipos. ¿La causa concreta? Dice que son multifactores, diferentes cosas. Yo me hubiera quedado, porque creía en el proyecto y ahora veo mi ilusión por tierra. Hace tiempo que veía cosas que fallaban, el conseller se hace fuerte en la necesidad de ofrecer resultados. ¿Las cabras de es Vedrà? Que vaaaa. Las cabras están superadas, me quitan por las expectativas de las cosas. Medio Ambiente es una dirección muy significada, con 200 mil hectáreas de espacios naturales. Había que arreglar los desastres de Jaume Font, Miquel Ángel Grimalt y Biel Company. Por eso hemos tardado en cumplir objetivos, porque veníamos de donde veníamos. Por lo mal que he visto al conseller, no sacará a su departamento del bache y no saldrá adelante. Pero también por lo mal que lo he visto, no sacaré el hacha contra él. Si ha de caer, caerá. Lo veo flojo, es un conseller débil. A la hora de destituirme estaba solo, y le digo cómo te atreves. Me responde que es un movimiento para coger fuerza, pero no sabe explicarme las razones. A mí mátame por un tema y moriré feliz, pero él se limita a insistir en que 'son muchas cosas, una acumulación de cosas'. Me parece que ha elegido un momento muy delicado para quitarme. Los temas no salen, me dice. Me habla de tensiones internas, de quejas de los Consells. Me habla de las presiones de Menorca y Formentera, porque allí los asuntos no avanzan. ¿Sabes cuánta gente tenemos en Menorca y Formentera? Cero y cero cuando yo llegué, una y cero ahora. Me cuenta que Sandra Espeja, consellera del Consell de Mallorca, ha tenido relación directa con él sin pasar por mi dirección general. En fin, hace tiempo que yo me daba cuenta de los errores que se cometían. El gran error de autorizar urbanizaciones sin alcantarillado, ¿Hooola, alguien es consciente de lo que estamos haciendo? Estas cosas me duelen, porque soy afiliada pero no de aparato, no de misa dominical. Me he dejado la piel por Més. Cuando hay que ensobrar papeletas, ahí estoy yo. El conseller está dando tumbos, y el partido no lo sostiene. Yo soy novel, y he entrado en el Govern con un perfil técnico. No, nadie pedía mi cabeza, el conseller necesitaba hacerse fuerte. ¿Que yo estoy peleada con el Gob? Qué va, nos hemos tirado del moño, porque a ellos nunca les basta, son el gran Gob, pero ahora no pedían mi cabeza. Bueno, se acabó, vuelta a la realidad. Lo primero que haré es tomarme unas vacaciones, porque este año todavía no las he tenido. Hasta luego. Haz el tratamiento que quieras de lo que hemos hablado". Al día siguiente de esta conversación, Més emite uno de los comunicados más miserables que recuerdo, donde se justifica la destitución porque "se requiere otro tipo de perfil técnico". La izquierda apuñala con más saña que la derecha, Company se frota las manos.

La Iglesia, que ha convertido la Catedral en un beach club nocturno con música caribeña, solicitaba cuatro años de cárcel para un grupo de gamberros que irrumpieron en la iglesia de Sant Miquel. Han de pagar su desfachatez de utilizar un templo sin finalidad crematística. Se han sentado en el mismo banquillo que Matas y Munar, los mayores corruptos del Mediterráneo. Suerte que el oficiante Norberto Alcover trasladó el espíritu conciliador del Papa Francisco al juicio.

Lluís Segura es un jurista con dientes de agua dulce, pero el pecado original de Francina Armengol y Pilar Costa no fue absolver a Matas mediante la Abogacía de la Comunidad, sino colocar a una pareja en la cumbre de Sanidad. Allí adquirieron la sensación de la irrelevancia de sus socios de Més y Podemos.

El director destituido se escudó en que "nunca aceptaré una decisión arbitraria y caprichosa". Por tanto, quienes piensan que Matas tuvo algo que ver con la Ópera y el palacete, empezando por el juez José Castro, son arbitrarios y caprichosos. Segura añade que no actuará así "contra cualquier ciudadano, se llame Jaume Matas o como se llame". Recuerda a la Iglesia, la igualación comodona de un doble corrupto con un contribuyente que se limita a pagar los impuestos.

Concluye Segura que "por consiguiente, seguimos una estrategia global de no acusar cuando no hay fundamento". Por eso denunció la Abogacía a tres periodistas, en nombre de tres funcionarios presuntamente corruptos. Y persistió en su acusación insólita, cuando los jueces archivaban precisamente por falta de "fundamento". Nadie ha aclarado todavía el dinero invertido en la empresa, ni la identidad de los responsables de esta maniobra jurídica de protección de los protagonistas del escándalo del hotel Rocamar.

En el otoño de 2001 estuve a menos de un metro de Simón Peres, de Hosni Mubarak, de Yaser Arafat y de José María Aznar. De todos ellos a la vez, abrazados en Formentor. En sus ojos vi algo peor que el miedo, el desconcierto. Entendí que no tenían ni la menor idea sobre el encauzamiento del planeta, según se demuestra tres lustros después. Doy por bien empleada mi triste carrera periodística a cambio de haber tenido la oportunidad de hablar anualmente con Peres, que viene de fallecer. Era un octogenario juvenil, con un séquito de mujeres no solo inteligentes, que abroncaba a Aznarín por comparar su terrorismo con el de Israel. Vean El porvenir, aunque no sean mujeres que leen a Slavoj Zizek. Vean Captain Fantastic, una maldita obra maestra con mi odiado Viggo Mortensen, aunque no sean niños que leen a Noam Chomsky.

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