Los jóvenes proabortistas que fueron juzgados ayer en la Audiencia de Palma, acusados de entrar a gritos en la iglesia de Sant Miquel, sostuvieron que no sabían que en ese momento se celebraba una misa y que, en ningún caso, quisieron alterar el culto religioso. Cinco de los seis acusados confesaron que se encontraban entre el grupo de manifestantes que se concentró frente a la puerta de este templo de Palma con una pancarta para protestar por el intento de modificación de la ley del aborto y contra el papel participativo de la iglesia en su campaña a favor de prohibir la interrupción del embarazo. Esta situación ocurrió en la mañana del día 9 de febrero de 2014.

A pesar de los intentos del Obispado, que reclama para cada uno de los acusados una pena de cuatro años de prisión, de llegar a un acuerdo, finalmente no se concretó, entre otras cosas, porque los jóvenes se niegan a reconocer su error. Antes de que se iniciara el juicio, frente a la puerta del Palacio de Justicia se convocó una manifestación a favor de la absolución de estos seis jóvenes. Entre los manifestantes, que no eran muchos, se encontraban varios cargos políticos.

Ninguno de los acusados quiso contestar ni a la fiscal, que solicita una pena de un año y medio de cárcel, ni al letrado Miguel Arbona, que representa la acusación en nombre del obispado. Solo contestaron a las preguntas de su abogado Josep de Luis y a las del tribunal. Su estrategia fue clara. No tenían más remedio que reconocer su intervención en ese acto de protesta en una iglesia católica, pero intentaron convencer al tribunal de que no sabían que en ese momento se estaba celebrando una misa y que, además, esta protesta constituyera un delito contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos.

Los jóvenes, que vestían todos la misma camiseta, se mostraron muy respetuosos con las personas que en ese momento se encontraban asistiendo a la misa católica. Explicaron que hubo una concentración previa, en la que participaron unas 20 personas, con el objetivo de mostrar la pública oposición a la reforma de ley que estaba preparando el entonces ministro Gallardón, que finalmente no se aprobó Los lemas de la manifestación eran: "fuera rosarios de nuestros ovarios" y "aborto libre y gratuito".

Uno de los jóvenes acusados llegó a confesar que "no sabía que hacía la gente en la iglesia". Lo que sí coincidieron casi todos es que la manifestación fue muy rápida. Tenían muy claro que debían desplegar en el templo la pancarta que llevaban preparada, pero lo que no esperaban era la reacción de los fieles y del propio sacerdote de Sant Miquel, que expulsaron a empujones a los jóvenes hasta sacarlos a la calle.

Los jóvenes mantienen que no se trataba de una protesta política contra la actividad que se estaba realizando dentro del templo de Sant Miquel, sino lo que pretendían era reprender la posición que mantenía la Iglesia durante el proceso de reforma de la ley del aborto. Una de las acusados explicó que, si bien se entró en este templo, primero se planteó la posibilidad de desarrollar esta protesta en la Seu, por "ser la iglesia más grande de Mallorca".

Una de las acusadas quiso dejar claro que pese a que la reacción de los feligreses fue sacar a la fuerza a los manifestantes de la iglesia, ellos en ningún momento respondieron con violencia. "La protesta siempre fue pacífica", reiteró. Solo una de las acusadas niega que hubiera participado en esta concentración.