Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Boulevard

La Catedral es un 'beach club' brasileño, la noche en la que cae el obispo

Si uno de cada tres alumnos de Medicina son mallorquines, que no menorquines ni ibicencos, entonces dos de cada tres son otra contribución a la solidaridad interregional.

Fiesta nocturna con música brasileña a todo volumen en la terraza de la Catedral de Palma, el nuevo 'beach club' del casco antiguo. La foto de Mar Ferragut fue tomada el jueves ocho de septiembre, día del anuncio de la caída del obispo. La bossa nova seguía sonando, pasadas las diez de la noche.

El sueño se ha cumplido. Hoy puedes llenar Mallorca durante todo el año con personas que no viven en la isla. Sin embargo, antes tienes que vaciarla del millón de engorrosos nativos, que ocupan gratis el valioso espacio que de otra forma no podrían pagar. El procés catalán tiene su equivalente en una isla que se ha independizado de los mallorquines, los cuales pasan a formar parte del problema.

Mathias Enard es la penúltima gloria de la literatura francesa. El año pasado ganó el Goncourt con Brújula. El protagonista pasea por Estambul y explica que "el antiguo templo de los judíos expulsados de Mallorca, la Sinagoga Mayor, estaba ocupado por un pequeño taller mecánico; conservaba su cúpula de madera, sus columnas y sus inscripciones en hebreo; sus dependencias hacían ahora las veces de almacenes". Hemos entrado en la segunda fase de aquella diáspora, ahora ya por motivos estrictamente económicos, sin el asfixiante disfraz de la religión.

También nuestros lugares de culto se han comercializado. Estamos bíblicamente oxidados, cómo era aquello de los mercaderes del templo. Hoy nos ilustra una foto de Mar Ferragut que muestra una fiesta nocturna con música brasileña a todo volumen y celebrada en la terraza de la Catedral de Palma, un beach club del casco antiguo que ya estaba tardando en implantarse.

La fiesta en la Seu a ritmo de bossa nova tuvo lugar el jueves ocho de septiembre. El mismo día de esta saludable exhibición pagana, el Vaticano había destituido al obispo Javier Salinas. Tal vez la Santa Sede ordenó el festejo musical en la cumbre de la catedral, que se prolongaba pasadas las diez de la noche, para relajar las tensiones. El prelado depuesto se había encerrado a solas con la Virgen de Lluc, sin banda sonora de música brasileña y con mucho dolor.

Se puede hablar literalmente del ruido caído del cielo. Sobre todo para los castigados vecinos del barrio catedralicio. Y quede claro que estamos radicalmente a favor del Cathedral Beach Club, que no debe limitar su funcionamiento a las noches en que se destituya a un obispo. Punta Ballena necesitaba una sucursal en Palma. El obispo Sebastià Taltavull tiene más trabajo del que sospecha, aunque nos han enviado un colonizador eclesial que considera que tercer obispo auxiliar de Valencia es tan importante como obispo titular de Mallorca. A ver si se atreve a decir lo mismo en Barcelona. La isla que se deja insultar gratis.

José Ramón Bauzá, designado senador por el mismo procedimiento que Rita Barberá, gimotea que al ver la corrupción del PP "se le cae el alma a los pies". Sin embargo, no ha sabido precisar desde qué altura se produce la caída. Espero no descontarme pero, si uno de cada tres alumnos de la facultad de Medicina sin Fronteras es mallorquín, que no menorquín ni ibicenco, entonces dos de cada tres son otra contribución de Balears, incluidos ibicencos y menorquines, a la solidaridad interregional.

Mallorca siempre ha sido más acogedora con los visitantes que con los nativos, así que ningún problema tampoco con la inmigración sanitaria. (Cómo viene hoy de conciliador). Ahora bien, a ver quién le explica al director general de Presupuestos del Govern que las dos terceras partes del dinero que le niega Madrid debe emplearse en formar médicos de esas exóticas geografías. Lo que el Gobierno nos quita, nosotros se lo devolvemos.

Pasen y vean la proliferación de maniobras para desestabilizar a las juezas del caso Infanta, redactoras de una sentencia todavía en pañales. Imputaciones repentinas, pactos que nadie avala, continuará. Que cunda el ejemplo de la Justicia Democrática, cuya trayectoria ha sido recogida por Pilar Díaz Sánchez en su libro Los jueces contra el franquismo. En el acto de presentación en el Club, Fernando Ledesma destacó que durante los estertores del Generalitísimo y la transición democrática era imprescindible la lectura de este diario, receptáculo de los nuevos tiempos y referencia a escala estatal. (Especifique que usted no escribía entonces aquí, por fortuna). El primer ministro de Justicia socialista de la democracia desempeñó funciones de magistrado contencioso durante tres años en Mallorca.

En el acto también intervino José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Supremo. Ganó su primer dinero jugando al baloncesto en Valladolid. Aludió elogiosamente a José Castro, presente en el acto, al celebrar a los jueces que persisten en la investigación de la corrupción contra el viento y la marea de las presiones de todo orden. Y de toda orden

Lo cual nos conduce inevitablemente a Pedro Horrach, el fiscal incontrolable por la Fiscalía General del Estado. Al anunciar en Madrid que deseaba la excedencia para incorporarse al ejercicio privado de la abogacía, recibió una negativa hasta que no se sancionara el caso Infanta. Ni corto ni perezoso, el funcionario que desnudó la corrupción mallorquina se plantó en Palma y anunció su retirada en una improvisada rueda de prensa. Sus superiores madrileños fingieron no conocer la decisión de antemano, e insistieron en que debía esperar. No hace falta un profesional del coaching para concluir que la situación se ha hecho insostenible.

Un voltor mallorquín, el único buitre negro insular del mundo, se estrella mortalmente contra la grulla de Lufthansa, que sale indemne. Cuántas metáforas encierra una sola imagen. El desastre familiar en el hotel del norte de la isla asciende a cinco millones de euros. La situación no trascenderá a la esfera judicial, y se resolverá a la mallorquina. Vean Tarde para la ira, una actualización de Carlos Saura donde Antonio de la Torre vuelve a ser nuestro Robert de Niro.

Reflexión dominical mecánica: "El periodismo no es una ciencia, es una caja de herramientas".

Compartir el artículo

stats