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Análisis: Pinal, el amigo del poder, por Felipe Armendáriz

Antonio Pinal, dueño durante décadas de Bruesa, una de las principales constructoras de España, presumía ante el edil del PP de Palma Javier Rodrigo de Santos de tener buenos amigos en el PSOE y en el PP. Esas amistades, ganadas a costa de financiar irregularmente a ambos partidos, le habrían permitido, según admitió Pinal, hacer millonarios negocios en varios puntos de España.

Pinal, entre finales del 2003 y todo 2004, diseñó una espectacular operación en Palma: construir viviendas en los codiciados solares de los antiguos cuarteles de Son Busquets y Automóviles. Para dar ese pelotazo el empresario gallego tuvo que ganarse la voluntad del ministerio de Defensa, gobernado entonces por el socialista José Bono, y del Ayuntamiento de Palma y el Govern del PP, regidos por el PP.

El propietario de Bruesa quería jugar con ventaja en esa inversión y huía de participar en un concurso público: su idea era hacerse con los terrenos mediante una sociedad mixta Administración-Bruesa.

Lo importante era ganar la partida de póker y, según los investigadores del caso Palma Arena, Pinal no dudó ni un instante en "convencer" al PP regalándole 600.000 euros para que pudiera comprar su sede de la calle Palau Reial, pegada al Parlament.

El incansable juez Castro anda estos días tratando de reconstruir aquellas turbias maniobras de un constructor que también aparece en los papeles de Bárcenas.

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