La relación impropia entre monseñor Javier Salinas y su secretaria de relaciones institucionales, Sonia Valenzuela, minó la autoridad del prelado ante el clero isleño. Así lo apuntan algunos sacerdotes consultados. Otros clérigos consideran que ha existido deslealtad y crueldad con el ya exobispo de Mallorca. En lo que sí coinciden la mayoría es que se hacía difícil mantener mucho tiempo más a Salinas al frente de la diócesis de Mallorca y, ante esta situación, la Santa Sede ha actuado fiel a su estilo.

Alfredo Miralles, expárroco de Sant Sebastià, fue uno de los que habló con más claridad sobre el asunto: "El obispo había perdido su autoridad, ya que tuvo que pedir ayuda a algunos sectores de la Iglesia y desde ese momento se le hacía muy difícil imponer decisiones". Miralles considera que el error de Salinas fue "su imprudencia" al permitir que se fomentaran las sospechas de una posible relación sentimental. "Creo fielmente que no existió relación carnal, lo que sí hubo por su parte fue imprudencia que le dejó sin influencia entre el clero y ello, para mí, es básico".

Antoni Garau, rector de ses Salines, es otro de los que creen que el error del obispo Javier Salinas ha estado en cómo "ha gestionado" esta situación con su presunta relación impropia con una mujer y su afición a la "vida social de la nobleza". Garau también cree que la situación del convento de Sant Jeroni, así como la gran riqueza patrimonial que sustenta la Iglesia, pueden haber influido en todo este asunto y que Salinas no supo gestionar de forma adecuada.

Antoni Amorós, rector de Capdepera, también se mostró contundente con su respuesta. En este caso en defensa de monseñor Salinas: "Ha existido injusticia, crueldad y deslealtad con el obispo". Amorós criticó las informaciones periodísticas sobre la presunta relación entre Salinas y Valenzuela, entre ellas las de este diario. Al preguntarle por la deslealtad no lo dudó: "Sobre todo de algunos sectores del clero".

Rafel Umbert, rector de Santa Margalida y exvicario general, no quiso entrar a valorar lo ocurrido. Se limitó a apuntar que "cada circunstancia es diferente, pero habitualmente la Santa Sede cuando hace las cosas las piensa con detenimiento y actúa".

Andreu Genovart, párroco de Manacor y exadministrador diocesano, reconoció que la situación "se podía ir de las manos" y Roma ha tomado decisiones. Genovart pidió que llegara "la estabilidad a la Iglesia de Mallorca" para poder trabajar con los objetivos claros marcados por la diócesis.

Antoni Burguera, actual rector de la parroquia de Sant Sebastià de Palma, y Antoni Riutort, párroco de Montïri y Algaida, no quisieron pronunciarse sobre la decisión del Vaticano. Burguera se limitó a apuntar que espera del nuevo administrador apostólico, Sebastià Taltavull, "que sea un buen pastor".

Por otra parte, la mayoría de sacerdotes mallorquines conocen bien a Taltavull. Alfredo Miralles fue compañero suyo en el Seminario de Mallorca y para él significa una "alegría" su elección. Miralles ya había vaticinado su nombre. Todos destacaron su capacidad, pero reconocieron que tiene algunos retos importantes. Amorós le pidió que "se fije en la realidad de la Iglesia de Mallorca".