Las reservas de agua de Balears siguen bajando. Con un 41 por ciento están en sus niveles más bajos de la última década. Sin embargo, pese a la sequía y la temporada turística de récord, el descenso de este verano respecto a los meses de invierno es menor que el de otros años. Lo celebraba ayer el Govern, que señalaba que es el pleno rendimiento de las desaladoras lo que ha permitido rebajar la presión sobre los acuíferos. Precisamente, porque "el agua desalada tiene un coste" y porque "hay que castigar a quien más consume", desde Medio Ambiente piden a los ayuntamientos que revisen sus tarifas de agua.

Después del mes de agosto, 17 municipios, entre ellos Palma, han entrado en alerta por la escasez de agua y se han sumado a otros 10 que ya lo estaban desde hace un mes. Además, los municipios de la Serra se consideran en "alerta técnica". Al finalizar julio, las reservas estaban en el 44 por ciento de su capacidad y, ahora, un mes después, en el 41. No obstante, desde el mes de abril, mes en el que los acuíferos registran sus máximos, hasta ahora la bajada ha sido sólo del 10 por ciento, frente al 15 o 12 por ciento de los dos años anteriores. Todo, "a pesar de la gran temporada turística de este verano", como señaló la directora general de Recursos Hídricos, Joana Garau.

Si las reservas han bajado por primera vez en diez años de la mitad de su capacidad se explica por llover un 27 por ciento menos que hace un año. Y si la bajada en verano ha sido más suave que otros años es por que las desaladoras, hasta este año infrautilizadas, han estado funcionado a pleno rendimiento.

Por ello, entre las medidas contra la escasez de agua, el Govern quiere que los ayuntamientos "revisen las tarifas del agua para recuperar costes, premiar el uso responsable y castigar el uso excesivo", planteó el conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal. "Se debe entender que el agua desalada tiene un coste", subrayó el conseller. El agua desalada la producen las infraestructuras del Govern y los municipios la compran para distribuirla por su red. Así, el municipio más grande, Palma, abonará este año 8'6 millones por agua desalada, mientras que, según su alcalde, uno de apenas 1.000 habitantes como es Estellencs deberá dedicar cerca de 100.000 euros de su presupuesto por ello.

No es el único argumento de la conselleria. Frente a la previsión de un nuevo invierno seco, Vidal cree que "hay que castigar a quienes más agua consumen", ya que "las tarifas progresivas tienen resultado".