El próximo lunes arranca el curso y casi 15.000 alumnos de 4º de ESO y de 2º de Bachillerato lo empezarán sin saber si tendrán que hacer las reválidas o cómo serán. Familias de las islas critican la incertidumbre con la que sus hijos iniciarán el curso y la tensión que eso les genera.

El ministro de Educación, en funciones, Íñigo Méndez de Vigo, ha indicado que las pruebas se harán, aunque no tendrán efecto académico (la de 2º de Bachillerato sí condicionará el acceso a la universidad). Pero todo depende de cómo evolucione el panorama político, del desbloqueo en la formación de gobierno y de cómo pretenda abordar la aplicación de las pruebas la conselleria de Educación (el curso pasado las reválidas de Primaria no se hicieron como pruebas aparte sino que Martí March decretó que los centros las integraran dentro de sus exámenes y evaluaciones habituales).

Sólo el PP apoya la LOMCE y las reválidas, contra las que se han pronunciado ya 12 comunidades autónomas. En Balears, el Govern ha recurrido el decreto que regula estas pruebas y Més y PSOE han solicitado la convocatoria de una mesa sectorial urgente además de presentar una proposición no de ley conjunta para solicitar al Gobierno su retirada y derogación. Podemos y Ciudadanos también han presentado sendas proposiciones de ley solicitando lo mismo.

Y mientras los chavales, sus familias, los profesores y los directores de instituto (y también las universidades, encargadas de realizar las pruebas de 2º de Bachillerato) se mantienen a la expectativa. Vicente Rodrigo, presidente de la federación de Asociaciones de Padres, ha expresado su preocupación al conseller, a quien ha solicitado una fórmula consensuada con la comunidad educativa para paralizar la aplicación de estas reválidas. Para Rodrigo, el modelo a seguir podría ser el catalán, donde ya han anunciado que no las harán, aunque entiende que se debe debatir y acordar una línea de actuación entre todos los implicados y tener en cuenta qué consecuencias pueden tener para los chavales (a nivel de titulación, por ejemplo) las medidas que se adopten.

Rodrigo insiste en que ven necesaria la evaluación del sistema, pero que desde FAPA les preocupa que 4º de ESO se convierta en un año de "mera preparación de pruebas" y no de auténtico aprendizaje: "Es el último curso de la etapa obligatoria y para muchos alumnos puede que sea su último año de formación, deberíamos aprovechar para dejarlos lo mejor preparados posible, no centrar el año únicamente en aprobar un examen final".

De los 14.900 estudiantes de 4º de ESO y 2º de Bachillerato que el lunes empezarán sus clases -son cifras estimadas pues aún continúa la matriculación- cabe tener en cuenta que no todos promocionarán de curso. En el caso de 4º de ESO, y según los porcentajes de repetición en este curso registrados en informes de la propia Conselleria, superarían el curso y se enfrentarían a la reválida alrededor de 7.400 estudiantes, mientras que en 2º de Bachillerato afrontarían la nueva prueba de acceso a la universidad algo más de 4.000 jóvenes.