­Habrá multa para los megayates que se apropiaron este fin de semana de la playa del Parque Nacional de Cabrera. Según confirmó la Conselleria de Medio Ambiente y tal como adelantó este diario en su edición de ayer, los patrones de los tres barcos, pertenecientes a la misma empresa, fueron identificados y se les abrirá expediente sancionador por vulnerar el artículo 66 de la Ley de Costas, que prohíbe el uso privado y sin autorización de las playas. En el Govern detallan que los agentes de medio ambiente de la Conselleria dirigida por Vicenç Vidal (Més) comprobaron que los barcos tenían permiso para navegar por el parque nacional de Cabrera, pero no para hace un uso lucrativo del parque natural protegido, que es la causa última de la sanción que tramitará la Demarcación de Costas (dependiente del Estado).

Pero que nadie espere un castigo ejemplar: el régimen sancionador contemplado en el artículo 201 de Ley de Costas no parece precisamente diseñado para hacer mucha pupa a yates de alquiler de 65 metros de eslora, como uno de los involucrados en la invasión de Cabrera de este fin de semana. El impacto del episodio difícilmente supondrá una sanción de más de mil euros, a pagar por la empresa de los tres yates involucrados.

Según la ley, este tipo de ocupación de la playa conlleva una multa de 40 euros por metro cuadrado y día ocupado, que se aplica además proporcionalmente. Es decir, en este caso, en el que los turistas de lujo que invadieron Cabrera pasaron apenas unas horas, en las que se hicieron fuertes en una franja de 50 metros de playa, la sanción estará entre los 400 y los 700 euros, a los que se podrían sumar otros 150 euros de multa por uso lucrativo del espacio público.

¿Disuasorio? En Medio Ambiente lo dudan. También en colectivos ecologistas ayer indignados, como el GOB, que se temen que la sanción no sea más que causa de risa para los afectados: se trata de tres yates de lujo de 49, 55 y 65 metros de eslora, respectivamente, embarcaciones que solo en combustible, mantenimiento y tripulantes cuestan cada día decenas de miles de euros. Como referencia, ayer mismo se alquilaba en Palma un yate de 72 metros, similar al mayor de los utilizados en Cabrera, por el precio de 65.000 euros al día, o 420.000 euros a la semana.

Dicho de otro modo, con lo que tendrán que afrontar de multa no da ni para 15 minutos de alquiler de uno de estos barcazos. Repitan la cuenta si quieren con los entre 100 y 500 euros que se pagan por dañar los fondos de posidonia fondeando de forma ilegal y entenderán por qué las multas no están sirviendo ni para frenar la destrucción del ecosistema, ni para impedir que cualquier jeque o magnate ruso desembarque en es Carbó y acordone la playa para su uso y disfrute privado, con guardias de seguridad incluidos para vigilar el perímetro, como ocurrió hace tres semanas.

Misma multa a jeque y mochilero

Por hacer algo así la ley fija la misma multa que a quien acampa de noche en una playa: los citados 40 euros por metro cuadrado de campamento y día. Misma sanción pues para un mochilero y para un multimillonario. Y mismo efecto: en la mayoría de los casos unos y otros se van sin pagar un céntimo, básicamente porque nadie les denuncia o pilla. También de eso son conscientes en Medio Ambiente, que pese a haber redoblado esfuerzos contra el abuso llega a una pequeña parte de las infracciones, Recuerdan por ello a los ciudadanos que cuando observen este tipo de excesos basta con denunciar en el teléfono 112, que movilizará a agentes de medio ambiente de la Guardia Civil (Seprona).

Con todo, las sanciones no abundan. De tramitar las multas se encarga la Demarcación de Costas (Gobierno central), aunque es la Conselleria de Medio Ambiente la que más encima está de la vigilancia. Cuenta para ello con agentes medioambientales propios que documentan infracciones y después las canalizan hacía Costas, que es quien aplica y cobra la sanción. ¿Ha habido muchas multas este verano? Pues no. Pese a que en las islas hay más turistas y yates que nunca, en Medio Ambiente detallan que, aparte de los de este fin de semana en Cabrera, expedientes por ocupación indebida de la playa para usos lucrativos solo hay uno. Se trata del tramitado contra un chiringuito ilegal de Cala Varques.

Megayates invisibles

Por el camino se han escapado al menos cuatro megayates alquilados a grupos de hasta 40 personas para desembarcar en playas emblemáticas de Menorca y Formentera y montar allí fiestas, asistidas por 35 camareros y tripulantes. Hubo quejas de ciudadanos, pero ni el Govern ni Costas llegaron a tiempo. En ese caso, la multa tampoco habría dado ni para pagar media hora de alquiler de un megayate: la ley habla de una sanción de 150 euros y la entrega del lucro obtenido, si lo hubiere. Esta exigencia también podría afectar a la empresa cazada en Cabrera este fin de semana, pero fuentes del sector recuerdan que estos barcos obtienen su lucro del alquiler del barco, no tanto del despliegue en la playa de la isla.

Así que apenas hay multas, y las que se aplican en ningún caso resultan amenaza económica para alguien capaz de pagar los 400.000 euros por semana que cuesta un yate de 65 metros. Quizá por ello las quejas ciudadanas se han multiplicado en este año de abarrote, que ha llevado el exceso hasta rincones en otros tiempos tranquilos, libres de la hordas de veraneantes gracias a sus difíciles accesos por tierra. Ahora eso ya no es problema. La isla convive este verano con barcos muchos barcos más grandes que el de 65 metros de eslora de Cabrera, que, siendo un barcazo, no está ni en la gama alta del boato y el despilfarro marinero.

Durante julio y agosto, Cabrera ha compartido vistas con el yate de 120 metros de eslora del magnate ruso Milnichenko, que se gastó 260 de sus más de 9.000 millones de fortuna en el Sailing Yacht A, al que cada depósito de combustible le sale por 450.000 euros. Así que pónganle una multa de mil euros: el efecto será el mismo que si sancionan al emir Hamadan bin Fayer bin Sultan Al Nahyan, que este verano ha visto Mallorca desde las cubiertas de su Yas, 142 metros de eslora, suites para 60 invitados y motores que suman más de 21.000 caballos de potencia, más que suficientes para contaminar toda Cabrera. O para invadir es Carbó sin titubear. Y hay más. Muchos más. La Mallorca de la saturación atrae a otros ilustres gigantes del lujo marino, como el Ocean Victory, de Victor Rashnikov (140 metros), el Palladium del político ruso Mikhail Prokhorov, el My lady Lara (91 metros) del potentado israelí de origen kazajo Alexander Machkevith, o el barco del dueño de Victoria Secret, Lex Werner, que veranea en los 96 metros del Limitless, unos cuantos más que el Artic P., 88 metros de antiguo rompehielos para romperle el mar a la isla del turismo excesivo y las multas escasas.