Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Boulevard

Armengol gobierna con los mismos resultados que Pedro Sánchez

Mientras el Govern ecosoberanista se postra ante los excesos de la industria turística sin inspecciones ni sanciones, solo la Guardia Civil lucha contra 'party boats' y chiringuitos ilegales

Números en agosto, ningún reto ni veto nos detiene. Feixina Armengol gobierna Balears pacíficamente desde hace más de un año con quince diputados sobre los 59 del Parlament, un 25 por ciento. Pedro Sánchez posee 85 de 350, un 24 por ciento. No solo oscilan en el mismo rango. Si se agrega la contribución de los diez diputados de Podemos, el socio que sostiene al PSOE en el Consolat, el actual Govern suma un 42 por ciento de los escaños. Con Madrid solo compartimos las matemáticas, así que la suma de socialistas y de seguidores de Pablo Iglesias en el Congreso asciende al 45 por ciento de los parlamentarios.

Juro que jamás viviría en una casa con un vecino de Podemos pero, guste o no, Sánchez más Iglesias están más cerca del poder que Armengol más Jarabo. Y lo mismo ocurre en distintas regiones de segundo nivel respecto de Balears. Falta la tercera pata nacionalista, que se ha sumado tras la oportuna negociación en Mallorca, Aragón o Valencia. Los doctos de Madrid alegan, llegados a este punto, que un ejecutivo autonómico no admite extrapolación porque palidece frente al fulgor del Gobierno de España. Cuesta creerlo, de una institución que ha presidido un tal Mariano Rajoy. Ya le comentaba Aznar a su peluquero del hotel Eurobuilding que "es buen chico, pero muy vago".

Sin despegarse de los números, se alegará que PP más Ciudadanos superan en artillería parlamentaria a PSOE más Podemos. En efecto, un 48 por ciento de diputados de derechas frente al 45 ya mencionado a la izquierda. Con todo, también aquí tenemos una respuesta. En los dos Pactos de Progreso cocinados por Sant Francesc d'Antich, los populares disponían de un 49,1 por ciento de los diputados autonómicos. Recuerde que Rajoy solo capitanea a un 39 por ciento de los escaños del Parlamento.

Han leído bien, Antich mantuvo durante ocho años una coalición de regionalistas de centroderecha, socialdemócratas, comunistas, ecologistas y nacionalistas. Enfrente tenía a un PP a nueve décimas de la mayoría absoluta, pero ambas legislaturas se cumplimentaron íntegramente sin sobresaltos traumáticos. El Pacto ni logró superar en corrupción a los populares, aunque se esforzó. Anodino es el calificativo más catastrófico y misericordioso que merece. El hoy senador fue sustituido en el Consolat por James Matas de Urdangarin y por Herr Kommandant Bauzá, que superaron ampliamente los desastres de sus predecesores progresistas.

En síntesis, Armengol gobierna Balears con los mismos resultados que Sánchez logró en Madrid. El precedente no compromete al PSOE en el Congreso, pero ilumina la mayor mentira de la democracia. El adoctrinamiento intensivo pretende persuadir a las masas de la imaginaria victoria de Rajoy, ocultando los resultados electorales de diciembre y junio. Antes de despedir este asunto, todos recuerdan la saña de los gerifaltes del PP estatal hacia el "pentapartito balear", donde costaba decidir si pretendían agraviar a sus adversarios ideológicos o a una región que siempre se deja insultar gratis. Pues bien, el pacto que hoy se predica como inevitable desde Madrid implica a PP, Ciudadanos, Coalición Canaria, PNV y PSOE. En efecto, cinco partidos. Salvo que el "pentapartito madrileño" no es antinatura, sino una bendición de la naturaleza.

En cuanto a las repercusiones para Mallorca del pacto PP-Ciudadanos, nos pondremos en lo peor. Si se siguen las pautas de Ángel de la Fuente, gurú de Montoro en financiación autonómica, Balears recibirá 122 millones de euros menos que en la mísera actualidad. A propósito, el escándalo no radica en que el presidente del PP balear cobre un sueldo estratosférico, lo hiriente es que ese dinero lo perciba Miquel Vidal.

No más perdedores por hoy. Menuda la liamos el pasado domingo con nuestro impagable "El problema de Mallorca no son los turistas, somos los residentes". Triunfó al recibir una oleada de críticas, las más acertadas procedentes de las personas que no se molestaron en leerlo. El impacto nos obliga a un reprise. El término infamante balearización se estrena en los años cincuenta del pasado siglo, a raíz de un reportaje de la revista francesa Paris Match. La palabreja se concibió por similitud a la bétonisation u hormigonado del litoral, y pretendía describir la destrucción indiscriminada de la costa de Calvià. La foto que nos ilustra corresponde a la misma geografía, pero tomada hoy. O sea, medio siglo después de la denuncia. De nuevo, los turistas no tienen la culpa, y nos asalta la convicción de que Lezama Lima pensaba en Mallorca cuando intercalaba en Paradiso su "odio indiferente".

Ni siquiera acometemos el esfuerzo mínimo de corregir las aberraciones del modelo elegido. Mientras el Govern ecosoberanista se postra ante los excesos de la industria turística sin inspecciones ni sanciones, solo la Guardia Civil lucha contra party boats y chiringuitos ilegales, todos ellos deberían serlo. De momento, no hemos conseguido que la Benemérita los bombardee después de evacuar a los trabajadores, pero no cejaremos en nuestra campaña humanitaria.

Abundan los libros que han intentado encapsular a Palma, y los más cacareados son los peores. Sin embargo, ninguna novela había atrapado a toda la capital, literalmente. Los centenares de personajes urbanos de La ciutat de les ànimes, de Miquel Àngel Vidal, no solo merecen sobradamente el Premi Ciutat de Palma y el succès d'estime subsiguiente. Este ímpetu balzaquiano necesita más testigos de un relato que nos captura en toda nuestra vulgaridad. Mi única queja apunta que el autor es buena persona, por lo que amnistía a sus infinitos protagonistas.

Reflexión dominical mnemotécnica: "No se puede decir 'parece que fue ayer' y quejarse después de haber perdido la memoria".

Compartir el artículo

stats