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Acogida

Unas vacaciones a salvo de la radiación en Mallorca

La asociación Per Ells se encarga de traer cada verano a decenas de niños de la zona afectada por Chernóbil. Esta es la experiencia de una familia primeriza

Unas vacaciones a salvo de la radiación en Mallorca

Milena tiene nueve años y vive en Bielorrusia, en una de las zonas más afectadas por el desastre de Chernóbil. Este es el primer verano que pasa en Mallorca, gracias a la asociación Per Ells.

Este verano está con Gonzalo y Annie, una pareja con hijos que conocieron la asociación en febrero gracias a unos amigos. Se interesaron desde el primer momento, querían participar y tenían la ilusión de ayudar a algún niño. Al tener cuatro hijos, Gonzalo reconoció que les hacía ilusión que les dieran una niña. Desde la asociación tienen en cuenta las preferencias de los padres de acogida. En este caso tuvieron suerte y llegó Milena. Tiene los ojos verdes y una mirada curiosa.

Aún no habla español, aunque se sabe el nombre de sus padres de acogida temporales y sabe decir "sí", "no" y algunas palabras más. Gonzalo y Annie han contado con la ayuda de unas traductoras, que vienen con los niños y hablan ruso y ucraniano. Estas traductoras les acompañan en visitas al médico, al dentista o al oculista.

Milena en Bielorrusia vive con unos padres de acogida y su hermano biológico. Annie explica que está segura de que está bien cuidada y que sus padres la quieren. Cuenta también que si la adoptaran legalmente, se romperían los lazos que tiene con sus padres de acogida en Mallorca. Una vez adoptados legalmente, no vuelven a pasar el verano. Antes de que la acogieran, vivía en un orfanato. Viene de una familia desestructurada, como todos los niños que pasan aquí el verano o la navidad.

Durante dos semanas tuvieron a Denis, de once años y procedente de la misma zona que Milena. Sus padres de acogida estaban de viaje y Gonzalo y Annie decidieron acogerlo durante ese tiempo. Es el segundo verano que pasa en Mallorca y sabe hablar castellano. En Bielorrusia vive en un orfanato. Gonzalo y Annie dicen que es "muy buen chico" y que le gusta jugar al fútbol con su hijo pequeño, Lorenzo.

Esta pareja recuerda que lo importante es darles cariño, puesto que estos niños tienen carencias emocionales. Creen que les pueden dar una oportunidad de mejorar y además pueden darles más confianza y con ello, tener más capacidad para relacionarse.

Milena llegó al aeropuerto de Palma con Denis, tras un largo viaje. Los niños de Bielorrusia y Ucrania llegan a Mallorca de vuelos diferentes. Hay muchos que viven en aldeas, se van reuniendo en aldeas, después ciudades y después en el aeropuerto, de donde tendrán que coger un par de vuelos antes de llegar a la isla, ya que no hay un vuelo directe que conecte Mallorca con Bielorrusia y Ucrania.

Milena apenas traía equipaje, una bolsa de plástico y una mochila gastada. Desde la asociación dan ropa de verano a las familias.

Gonzalo reconoce que al principio de esta nueva experiencia fue un poco agobiante, pidió vacaciones e intentó estar el máximo de tiempo posible con la niña. Solo estuvo así unos días, pues después se dio cuenta de que lo único que hay que hacer es seguir como "siempre" y darle a Milena una vida familiar normal.

La salud como prioridad

Esta pareja reconoce que al principio tuvo algunos problemas con Milena, porque no tenía normas. Gonzalo explica que hay que darles unos hábitos y adecuar lo que puedan su conducta.

Los niños de esta asociación llegan a Mallorca con mucha radioactividad en el cuerpo. Antes de salir de sus países, les hacen unas pruebas médicas para valorar cuánta tienen. Cuando se acaba el verano, se repiten aquí. ¿El resultado? Estos dos meses son una especie de depuración para su cuerpo, puesto que ya no llevan tanta radiación.

Estos niños tienen en el cuerpo la molécula de cesio, según explica Esperanza Seguí, presidenta de Per Ells. A través de esta molécula el hueso absorbe la radioactividad como si fuera calcio.

Gonzalo explica que estos niños están aquí para que puedan mejorar su salud, al igual que alargar su vida y mejorar su alimentación. Proceden de zonas altamente contaminadas por la radiación, en las cuales, por ejemplo, no pueden tomar leche porque está contaminada. Annie asegura que intentan que coman "de todo", aunque explican que con Milena es un poco más complicado.

La pareja afirma que uno de los objetivos que tienen es que la niña se vaya con "reservas" para pasar el invierno. Annie afirma que cuando Milena tenga que regresar a casa, se llevará una maleta de 20 kilos con ropa gruesa para combatir el frío de Bielorrusia.

Gonzalo y Annie explican que esta experiencia les llena y que quieren repetir el año que viene. Si Milena y sus padres de acogida aceptan, o no es adoptada oficialmente en los próximos nueve meses, la niña volverá. De lo contrario, no lo hará.

La asociación Per Ells lleva organizando estos viajes desde hace once años, desde hace siete vienen niños en Navidad.

Por ser el primer verano, Gonzalo y Annie no han pagado nada, los gastos de traslado corren a cargo de la asociación.

Esta pareja afirma que hay que tenerlo muy claro antes de dar el paso y acoger, "porque todo esto se hace para los niños y ellos no tienen que sufrir las consecuencias de la irresponsabilidad de los padres de acogida". Porque son niños, vienen de un entorno difícil y lo último que necesitan es no sentirse queridos, afirman.

Durante estos dos meses, Per Ells organiza actividades para reunir a todos los niños y también a sus padres de acogida.

El 27 de agosto los 30 niños de Chernóbil vuelven a casa. Será duro, explican la pareja. No se despedirán en el aeropuerto para evitar lágrimas. Se despiden en la estación del tren de Sóller, como si se fueran a una excursión más, solo que esta durará nueve meses. No sabrán si volverán a verse hasta el año que viene, hasta entonces esperarán para volver a ver su sonrisa.

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