Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crisis en Turquía

Sufrir por la familia desde la distancia

Tres turcos residentes en Mallorca cuentan su testimonio sobre cómo han vivido el golpe de Estado fallido en su país y los días posteriores, así como la angustia que han pasado por algunos de sus parientes

De izquierda a derecha: Huseyin Tatargan, Cihan Erbil, Guney Altinbas.

Miedo. Por la familia y los amigos. Así es cómo se sentían los turcos residentes en Mallorca tras el golpe de Estado fallido en su país que han tenido que presenciar desde la distancia. El relato de estos testimonios es común, de angustia e incertidumbre por el lugar en el que nacieron y del que todavía tienen vínculos.

Huseyin Tatargan es uno de los turcos que vive en Mallorca, quien además se declara kurdo. Hace ya tres años que entró en la Unión Europea y que dejó atrás a su familia, por la que sufre tras el intento fallido de golpe de Estado. Allí tiene a sus tres hijos, su hermana... A partir de ese momento, las llamadas internacionales se suceden día tras día. Su preocupación es palpable.

Durante la misma noche, Tatargan se enteró de la noticia gracias a un cliente que le avisó para que pusiera en la televisión las informaciones del incidente. Eran las 23.30 cuando observó lo que ocurría. Lo primero que hizo: hablar con sus familiares. Quién iba a decir que él sería quien les comunicara lo que estaba ocurriendo. "Llamé al país y la gente de mi pueblo no sabía si pasaba algo", narra, ya que permanecían desconectados de los medios de comunicación por decisión propia.

Uno de sus hijos, en cambio, sí que sufrió en sus propias carnes la tensión de Estambul, ya que todo se inició cuando se encontraba en su puesto de trabajo. "Decía que no dejaban a la gente salir fuera", le comunicó. Tras más de medio mes, su descendiente "dice que ahora está más tranquilo", comenta aliviado.

"No me gusta Erdogan", aclara en numerosas ocasiones, aunque cree que ha afrontado bien la delicada situación y ha conseguido arreglar algunos temas. Mientras, el terror sigue instaurado en el país. "La gente tiene miedo de lo que pueda pasar, no duerme por la noche" por si vuelven los militares. Y si tuviera la ocasión de volver, no lo haría. "Mucha gente ha muerto para nada por el terrorismo", razona Tatargan.

Todo empezó la noche del 15 de julio. Los aviones militares, los tanques por la calle y el sonido de disparos irrumpían en las principales ciudades. Un golpe con un final anticipado, que se dio por finalizado durante la madrugada del día siguiente. El balance: cerca de 300 muertos, más de 1.000 heridos y otros tantos miles de detenidos. A partir de entonces, el presidente de la República Turca, Recep Tayyip Erdogan, inicia lo que llama una "limpieza" en el ejército para echar a los golpistas. También se ciernen sobre él las críticas por actuaciones que algunos consideran como un abuso de poder. Desde el gobierno apuntaban a Fethullah Gülen, quien fue aliado de Erdogan hasta que entró en conflicto con él tras una investigación de corrupción, como el artífice del intento de golpe de estado. Incluso llegaron a pedir a Estados Unidos su extradición, ya que vive en el exilio desde 1999 en el estado de Pensilvania. Desde entonces, Turquía se encuentra en estado de emergencia, al menos durante los tres meses que se han anunciado.

Cihan Erbil también sufre desde su restaurante en Palma por su familia, que está repartida por tres ciudades de Turquía: Estambul, Antalya y Sivas. Describe la situación como "un problema político", que hace que no desee que sus parientes sigan viviendo allí. Es un lugar que ahora asocia al miedo. "Mi mujer y mi niña querían que fuéramos de vacaciones para visitar a mi madre y mi familia, pero por estos acontecimientos no iremos", lamenta.

Erdogan hizo un llamamiento para que la gente saliera a las calles a parar a los golpistas. Las formas, curiosas: un mensaje por teléfono móvil desde la edición turca de la CNN. Sin embargo, no todos hicieron caso a su llamamiento. "Mi familia no salió a la calle, aunque muchos sí que lo hicieron. Tenían miedo, era peligroso".

"Turquía ha estado dos años siempre con problemas, por los kurdos por ejemplo, ahora también con el Daesh", lamenta Erbil, lo que considera que puede ser un lastre a su economía. Los turistas, por ejemplo, que podrían dejar de ir

En otra parte de Palma, se encuentra Guney Altinbas trabajando en el restaurante turco Anatolia. Llegó a Mallorca con quince años y lleva media vida en la isla. "La noche del golpe de Estado fue horrible", afirma Altinbas, quien todavía no se ha podido quitar el recuerdo de las imágenes de los tanques.

En la república todavía mantiene a parte de su familia. Abuelos, amigos de la infancia... "Tenían bastante miedo, al principio les prohibieron salir a la calle".

De su mente todavía no se va la situación que transmitieron en el puente del Bósforo. "Los militares no se quisieron rendir y dispararon contra el pueblo". En su caso, ningún pariente se vio perjudicado por las incesantes ráfagas.

"La gente hizo lo correcto, porque anteriormente hubo tres golpes de estado que hicieron que el país perdiera la democracia y se viera perjudicada la situación económica", afirma en relación a la salida a las calles de la población tras el llamamiento de Erdogan.

De su boca sale el mágico nombre, el que puso sobre la mesa el gobierno: Fethullah Gülen. Eso sí, asegura que todavía no tiene una posición clara sobre el tema. "No sé quién estuvo atrás exactamente. No sé si ha sido para reforzar el puesto de Erdogan o si lo han organizado otros", explica Altinbas.

"Si (los golpistas) hubieran conseguido el poder, habrían prohibido muchas cosas, y eso es muy negativo para el país, sobre todo para la economía", así que en ese sentido ve positivo que se parara los pies a los militares.

Compartir el artículo

stats