-Llega el momento de reformar la financiación y Balears sigue sin una propuesta conjunta, de sociedad, para pedir un modelo más justo con las islas, como el que promueve el Cercle. ¿Si casi todo el mundo está de acuerdo, por qué no hay consenso?
-Por eso hemos preparado un manifiesto que presentaremos pasado el verano. Tenemos ya quince instituciones como la Universidad, Cámara de Comercio, la CAEB, el Colegio de Economistas, CC.OO. y UGT, que lo respaldan. En el pasado colaboramos con el Govern, en aquel caso el de Antich (PSOE, 2007-2011), y se consiguió que Balears pasase a estar en la media de financiación por habitante. Fue un salto muy importante. Luego se ha demostrado que en estos momentos seguimos estando los últimos en gasto público en educación, sanidad y bienestar social.
-Los últimos datos dicen que estamos ligeramente por debajo de la media y, desde luego, lejos de recibir algo parecido a lo que se aporta. Los segundos que más dan por habitante y los quintos que menos reciben.
-Estamos próximos a la media, sí, mucho más de lo que estábamos antes de la reforma de 2009. Pero cuando miras al detalle, los efectos son que Balears dedica a Sanidad por habitante 1.275 euros, los últimos del Estado. Y 831 por habitante a Educación, los últimos. ¿En qué se gasta entonces? ¿Si recibimos más o menos en la media, por qué gastamos en servicios básicos menos que nadie? Porque tenemos una deuda muy importante.
-Derivada en gran medida de décadas de modelos de financiación que castigaron a Balears...
-Claro, esa es la cuestión, arrastramos muchos años de modelos injustos. Por eso el manifiesto que promovemos plantea primero un sistema de financiación más justo y transparente. Dos: queremos el régimen especial para Balears. Somos unas islas, tenemos problemas competitivos derivados de ello y esto no hay quien lo aguante: hay sobrecostes importantes que hay que corregir, sufragando desde el Estado partes de esos cargos por insularidad que sufren las empresas y los particulares. Tercero: queremos que se nos condone la deuda. Si hemos llegado a este nivel de endeudamiento público es en parte por nuestra propia mala gestión política, pero sobre todo por sistemas de financiación injustos.
-Balears está infrafinanciada. Vale. Y en parte por eso la deuda crece sin parar. La cuestión es: ¿Si la comunidad no estuviera infrafinanciada, de verdad tendría menos deuda? ¿O más dinero público se traduciría en más gasto superfluo y despilfarro?
-Me encanta la pregunta, porque nuestro discurso va por ahí: queremos un sistema de financiación más justo, pero después tenemos que poner el acento en el uso de ese dinero, en cómo se gasta. Sigue habiendo duplicidades, competencias solapadas entre administraciones y eso es despilfarro. Queremos estar seguros de que el dinero que los ciudadanos pagamos se usa con las prioridades correctas.
-Eso son decisiones políticas. En 22 años de Cercle han visto ustedes pasar políticos de distinto color. ¿Ha tenido Balears los políticos que merecía?
-Yo creo que no. Si los hubiéramos tenido no estaríamos así. No entro a valorar uno por uno, pero los resultados no son buenos.
-En campaña, todos los partidos, de un modo u otro, garantizaban mejor financiación y régimen especial. Llevamos varias legislaturas, pero no se hace...
-Así es. Tenemos un problema que otros, por ejemplo Canarias, no tienen: no tenemos peso en Madrid. Coalición Canaria ha influido y decidido gobiernos. Nosotros no. Tal como está el sistema de partidos, para el que proponemos una reforma, las cúpulas de los partidos en Madrid mandan mucho. Por eso nuestro manifiesto, que busca también la unidad de partidos, no es definitivo, pero es imprescindible. Si no tenemos esta postura común ni nos van a mirar. La mayoría de comunidades están descontentas. Es el momento de presionar para tener más recursos y mejorar servicios clave como la sanidad.
-Ahora que habla de sanidad, en el IB-Salut pasa algo curioso. Año a año se le va subiendo la asignación. Cada vez tiene más dinero, pero luego, con más dinero, sigue presentando más o menos el mismo déficit.
-Porque es un pozo sin fondo. Yo lo he vivido en mis empresas, que cuanto más das, más gastas. Es ley de Boyle: cuando metes gas en un recipiente, si el recipiente es pequeño, el gas lo ocupa todo, y si es grande, también. Corrijamos la financiación y luego trabajemos en el gasto. Y esto no son recortes. La Organización Mundial de la Salud dice que entre el 30 y el 40% del gasto sanitario es superfluo. Si eso es así, ¿no estaría bien mirar la eficiencia, medir cada euro que se gasta? La gran diferencia entre lo público y lo privado es que en lo público muchas de las personas que se dedican a gestionar piensan que el dinero surge por generación espontánea, y no miden tanto cada euro como las empresas o las familias. No digo que no haya buenos profesionales en lo público, que los hay, pero no se atiende igual al esfuerzo depositado por los ciudadanos en cada euro que entregan.
-Dijo tras su reelección que le preocupaba la desigualdad. ¿La riqueza del turismo se está distribuyendo de forma equitativa?
-Las islas tienen más gente trabajando que antes de la crisis, pero el paro sigue alto porque nos llegan muchos trabajadores de fuera. Aunque lo que no está peor distribuido es el tipo de trabajo. Estábamos entre las dos primeras comunidades por renta per cápita, y ya vamos séptimos. Estamos perdiendo competitividad. Se crean muchos empleos de bajo nivel.
-¿Como lo corregimos?
-Educación e innovación. No hay otra fórmula. Debemos obsesionarnos por dar futuro a nuestros jóvenes, con educación y creando puestos de trabajo con mejores salarios y más calidad de empleo. El turismo no da más de sí, hay que mejorarlo, claro, pero hay que pensar en otras cosas, y eso pasa por la innovación. Un ejemplo: no tiene sentido que seamos la mayor potencia turística y no tengamos la mejor escuela de hostelería del mundo. ¿Dónde fichan los hoteles a sus chefs de más nivel?
-Fuera en la mayoría de casos.
-Algo estamos haciendo mal. Hay que generar empleos con más contenido y salario.
