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Boulevard

Ana Pastor creyó que su carrera acababa en un hotel ilegal de Mallorca

El golpista Erdogan hizo buenas migas con Zapatero en Calvià en noviembre de 2005. El entonces primer ministro turco, que con tal de ser tildado de europeo correría los sanfermines, era el único socio del presidente del Gobierno en su desdichada Alianza de Civilizaciones.

La corrupción se halla tan arraigada en el PP, que se resalta la limpieza de Ana Pastor como si fuera excepción en vez de norma. El mejor amigo de la presidenta del Congreso en Mallorca era Rodrigo de Santos. La intimidad de la entonces ministra de Sanidad con el concejal que vaciaba la tarjeta de crédito municipal en prostíbulos, llegaba al extremo de que la doctora se instaló en ocasiones en el gigantesco piso en el Portixol del político después encarcelado.

No debemos juzgar a una ministra por sus amistades, pero la relación entre Ana Pastor y Rodrigo de Santos llegaba al extremo de que el concejal de Cort le buscaba a la miembro del gabinete Aznar un lugar de veraneo en la isla. Por ejemplo, un coqueto hotel de Capdepera. La titular de Sanidad se instaló allí junto a su esposo José Benito Suárez, el mejor amigo de Rajoy o la única persona que soporta al presidente. Quiso la mala fortuna que este diario descubriera que el establecimiento hotelero de marras carecía de licencias para su entrada en funcionamiento.

En el estricto cumplimiento de la labor informativa, se dio cumplida cuenta a los lectores de la contradicción de que una ministra se alojara en un hotel ilegal. Lo que no estaba previsto era la reacción de Ana Pastor, que telefoneó implorante y en persona a este diario. La ministra se pronunció del siguiente tenor:

-No podéis seguir publicando esto, la noticia acabará con mi carrera política. El establecimiento lo localizó Javier Rodrigo de Santos sin mi intervención. Yo no sabía nada.

Disculpemos el innecesario desvío de la culpa a su amigo mallorquín, por tratarse de una ministra al borde de un ataque de nervios. Sus palabras revelan la obsesión de Pastor por la limpieza, en franca contradicción con la trayectoria del PP. Imaginar que la estancia en un hotel ilegal afectaría a su proyección política, en un partido cuyo presidente del Gobierno cobró sobresueldos en negro de Luis Bárcenas, implica un candor reconfortante de la presidenta del Congreso.

La información fue publicada, alcanzó eco en Madrid, y a la vista está que no ha lesionado la carrera imparable de Ana Pastor. La presidenta del Congreso nos aporta un ejemplo de superación, porque su imagen se recuperó de la estancia en un hotel mallorquín ilegal. Su amigo Rodrigo de Santos no tendría tanta suerte, pero en aquellos tiempos todavía creíamos en la pureza del PP.

Sigamos en el benemérito Ayuntamiento. La mafia de la Policía Local de Cort debería simplificarse en mafia de Cort a secas. Recuperemos una escena de su apogeo. Empresarios de la Playa de Palma denuncian el funcionamiento de una discoteca sin licencia en la zona. En la madrugada del día de la inspección, una brigada de técnicos experimentados desmonta íntegramente las barras y demás estructuras que liguen el local con un recinto musical. Llega la inspección y certifica que, en efecto, allí no hay discoteca que valga. En cuanto el probo funcionario abandona el local, los mismos mecánicos de antes montan las barras para que estén listas en la función de la noche siguiente. ¿Que cómo sabía el discotequero que en esa fecha concreta iba a recibir la visita del Ayuntamiento? Hay días en que sospecho que usted quiere saber demasiado.

El golpe de Estado de Erdogan contra los sectores laicos de su país me obliga a refrescar las dos ocasiones en que tuve a mano al presidente de Turquía. En octubre de 2003, y mientras el católico Aznar casi le negaba el saludo, escuché al entonces primer ministro turco sentenciar en Formentor que "no queremos que la UE sea un club cristiano". Se ha aplicado a la islamización, pero en aquellos tiempos era un debutante acompañado por una esposa con velo de Louis Vuitton. En la única religión verdadera también hay clases.

Volví a ver de cerca a Erdogan en noviembre de 2005, cuando era el único socio de Zapatero en la desdichada Alianza de las Civilizaciones. El primer foro de la citada chaladura se celebró en Calvià, si bien el entonces presidente del Gobierno español glosaba "esta reunión en Palma de Mallorca" o insistía en dar la "bienvenida a esta ciudad de Palma de Mallorca". Hoy nos ilustra la foto de Lorenzo que muestra a ambos primeros ministros en la isla, presos de su orfandad.

Erdogan asistió al foro de Calvià porque, con tal de que le dijeran que era europeo, estaba dispuesto a correr los sanfermines. Exigió que el noventa por ciento de los ponentes fueran varones, un detalle que el generoso feminismo occidental perdona a los fundamentalistas oprimidos. De hecho, el hoy presidente turco reprendió a una periodista, porque se atrevió a hablarle de "terrorismo islámico".

Y ahora olviden todo lo anterior, porque les daré la pista que mejor explica el viraje del islamista timorato al islamista autócrata. Erdogan se alojó en su segunda visita en un hotel de lujo, al igual que los otros asistentes a la cumbre. Sin embargo, solo el primer ministro turco obligó a que le subieran a su habitación una de las cintas de correr del gimnasio del establecimiento. Ya no podía rebajarse a compartir su ocio ni con una clientela desahogada. Se autoproclamaba comendador de los creyentes, ahora en plena purga de decenas de miles de laicos que no tuvieron nada que ver con su golpe de Estado.

A propósito, el golpe en Turquía ha coincidido con las vacaciones en un hotel mallorquín del presidente de una de las repúblicas exsoviéticas de la zona. Por supuesto, el mandatario estaba tan a gusto en la isla que se limitó a reforzar la seguridad. ¿De qué país se trata? Por favor, en Mallorca ni nos giramos al cruzarnos en verano con un jefe de Estado. Y sin salir de Calvià, la cantante Frida de Abba renueva su fe mallorquina con una adquisición inmobiliaria en dicho municipio.

Reflexión dominical peyorativa: "No siempre lo peor es posible".

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