María, la joven que cuando tenía entre 9 y 10 años fue víctima de múltiples abusos y violaciones por parte del rector de Can Picafort, experimentó ayer una enorme liberación tras casi veinte años de sufrir las secuelas de aquellos hechos. La mujer aconsejó a otras víctimas de pederastas que denuncien los hechos, por mucho que tengan miedo o haya un familiar implicado, y añadió que las autoridades no investigaron a fondo la primera denuncia de su caso "porque era la Iglesia".

María, arropada por familiares y amigos, vivió ayer unas intensísimas horas en la Audiencia de Palma, que se volcó, junto al fiscal Ramón Vázquez y su abogado Carlos Nadal, en darle todo tipo de explicaciones sobre el acuerdo de conformidad.

La chica coincidió en el patio del Tribunal Superior con su agresor y luego, ya en el juicio, pidió declarar separada de él por un biombo. María lloró cuando tuvo que narrar al tribunal sus sufrimientos de niña y las secuelas que le han quedado: "He seguido tratamiento psicológico y gracias a eso puedo estar aquí".

El fiscal, tras el juicio, llevó a un despacho a María y sus familiares para explicarles el acuerdo, donde aplicó jurisprudencia del Tribunal Supremo y las atenuantes de reparación del daño y confesión. Los 42 años de condena que se solicitaban inicialmente pasaron a seis, que empezarán en breve a cumplirse.

María se animó a hacer declaraciones ante los medios de comunicación -"con la cabeza bien alta"- y reconoció que la condena a su agresor era "una liberación para mí y para mucha gente".

La joven resaltó que Pere Barceló jamás había admitido hasta ayer las agresiones. "Desde que Mateu (Ferrer) interpuso la denuncia nunca lo había admitido, ahora lo ha reconocido", dijo la víctima aliviada.

María manifestó que en 2012 se decidió confesar a su familia lo ocurrido en los años 90 tras ver el documental sobre pederastia Els Monstres de casa meva, emitido en TV3Els Monstres de casa meva. En dicho reportaje televisivo intervenía el hoy periodista Mateu Ferrer, y su testimonio la hizo reaccionar. Hasta que no lo confesó a su familia no respiró tranquila. "Ha sido un sufrimiento sola, porque esto no lo sabía nadie, ni mi familia, ni nadie; es un sufrimiento que te aguantas por dentro", recordó.

La aparición de Ferrer en aquel documental y el saber que otras niñas habían sido víctimas de abusos por parte de Barceló, hizo que María revelase a su familia la verdad de lo ocurrido en la rectoría de Can Picafort y en su casa familiar, donde también el exsacerdote abusó de ella.

La denunciante animó a otras agredidas a no callarse las agresiones: "Que no se dejen llevar por el miedo (las víctimas) o porque esté implicado un familiar, que lo denuncien porque estos casos prescriben".

La mujer alabó el valor de Mateu Ferrer al denunciar el caso y explicó que mintió a los primeros investigadores porque estaba atemorizada. "Tenía miedo de mentir a mis padres, (pensaba) que no me iban a creer. Tener que negarlo (fue un trago) cuando Mateu lo denunció", se sinceró la joven. "Estoy tranquila, se ha hecho Justicia, aunque quizás se tenía que haber hecho hace años", concluyó María.