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Opinión

La Iglesia de Mallorca encubrió al pederasta

La Iglesia de Mallorca encubrió al pederasta

Georges Steiner insiste en 'Un largo sábado' en que reserva su horror para las agresiones a menores. El insigne pedagogo no habla desde el extremismo, siempre ha admitido la componente homoerótica de la relación entre profesor y alumno.

A Steiner le hubiera dejado boquiabierto la confesión de Pere Barceló, en términos que cuesta incluso reescribir. La admisión pactada del sacerdote acelera el juicio y la condena de una conducta personal. Sin embargo, las violaciones repetidas quedan enmarcadas en el seno de la Iglesia de Mallorca, que encubrió al pederasta.

Solo así puede entenderse que se haya tardado 18 años en esclarecer unas violaciones de simplicidad apabullante. El obispado de Mallorca se empleó con energía para lograr un archivo tras el que prosiguieron los abusos. Este celo cómplice encontró singular acogida en la maquinaria judicial, tan bien engrasada para defender el honor de miserables como incapaz de proteger a los auténticos desvalidos de la sociedad.

Al margen de su sempiterna sonrisa, el sacerdote Barceló no tiene derecho ni a pedir perdón. El obispado y la justicia deben explicar con sumo detalle por qué una jueza de Inca ha llevado a buen término, sin que se descubriera ni un solo dato adicional, una instrucción oportunamente encallada en los noventa.

La confesión del sacerdote Barceló apunta a quienes no le investigaron. Incluso su pacto final demuestra que la incardinación clerical resulta protectora, véase la sentencia reciente de la misma Audiencia en un caso de abusos en el ámbito escolar, sin la violación aquí registrada.

Hay que extremar el cuidado antes de lanzar acusaciones que liquidan la fama de una persona. Sin embargo, es peor la ocultación. Cuesta seguir en materias doctrinales a una Iglesia que considera a la pederastia un pecado venial, sin papanatismos que disuelve la magnífica obra teatral cum película de 'La prueba'. De nuevo, una persona denuncia en solitario, confiando en que los poderosos no lo apisonen. Sí, es otra definición exacta de periodismo.

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