No es habitual en Mallorca ver a un cura sentado en el banquillo de los acusados, pero el sacerdote Pere Barceló Rigo (s'Alqueria Blanca, Santanyí, 1953) será juzgado a partir de mañana en Audiencia Provincial, acusado de abusar sexualmente y de forma reiterada, entre 1997 y 1998, de una monaguilla de Can Picafort (Santa Margalida) que entonces contaba con solo diez años de edad. Se trata del primer capellán mallorquín que se enfrenta a una condena de prisión por un caso de agresión sexual a menores de edad. La pena solicitada también es insólita: la Fiscalía y la acusación particular reclaman para Barceló 42 años de cárcel.

La Sección segunda juzgará durante toda la próxima semana al que fue párroco de Can Picafort y del Port d'Alcúdia, y anteriormente de Cala Rajada y misionero en Burundi. El juicio tendrá lugar a partir de las 10 horas y se iniciará con la declaración del presbítero. Además de la denunciante -hoy ya mayor de edad- prestarán su testimonio varias supuestas víctimas más de Pere Barceló mientras fue el rector de Cala Rajada, en la década de los 90. Aunque sus casos ya han prescrito, el tribunal las escuchará en calidad de testigos. También desfilarán por la Audiencia algunos sacerdotes y monjas que compartieron labores pastorales con Barceló y tres peritos.

Abusos y agresiones sexuales

Sobre el inculpado pesan presuntos delitos de abusos y agresión sexual a menor de 12 años, por los que el Ministerio Público solicita además que se le prohíba acercarse a la denunciante a una distancia inferior a 500 metros.

Según la acusación, el sacerdote, quien fue destinado en junio de 1996 a ejercer su ministerio como rector de Can Picafort, a principios de 1997 entabló relación con su víctima al acudir ésta a la catequesis de forma regular y realizar labores de monaguilla junto a otro grupo de menores.

En un primer momento, tal y como relata la Fiscalía en su escrito de calificación provisional, Barceló sentaba a la menor en sus piernas -aprovechando el visionado de unas diapositivas de un viaje a Burundi- para tocarle el pecho por encima de la ropa, así como las piernas y los muslos con la excusa de enseñarle a conducir.

El acusado también aprovechó las ocasiones en que los niños, en un ambiente distendido, jugaban al tenis, iban a la piscina del vecino o dormían la siesta en una de las habitaciones. Así, en una de esas ocasiones en que no había presencia de adultos, llevó a la menor a su habitación, comenzando a tocarla por encima de la ropa y besándola en la boca.

Al rechazarlo la víctima, el párroco insistía sin soltarla, sujetándola fuertemente de los brazos para que no pudiera moverse ni escapar, tras lo cual la desvistió para después quitarse él la ropa y continuar con los tocamientos. Los episodios tenían lugar en reiteradas ocasiones -de forma semanal-, normalmente en la habitación del acusado e incluso en el domicilio de sus padres.

En verano de 1997, prosigue el Ministerio Público, el eclesiástico fue sorprendido cuando en el sofá de la parroquia abusaba de la menor, momento en el que no fue denunciado, por lo que ante "una inmensa sensación de impunidad" y al transcurrir el tiempo sin consecuencias, a principios de 1998 llevó nuevamente a la monaguilla a su habitación, violándola hasta en diez ocasiones.

Coaccionada

La Fiscalía abrió una investigación a raíz del episodio del sofá, mientras Barceló advertía a la niña que "si decía algo lo pagaría caro", motivo por el que en la declaración que prestó el 20 de julio de ese año la menor negó los hechos. Finalmente, estos fueron denunciados más de catorce años después, el 27 de noviembre de 2012 ante la Guardia Civil de Santa Margalida.

En marzo de 2011, el entonces obispo de Mallorca, monseñor Jesús Murgui, suspendió cautelarmente a Barceló después de que conociera el caso de otra mujer de Cala Rajada que denunció que el sacerdote había abusado de ella cuando era párroco de la localidad, antes de ser trasladado a Can Picafort.

Murgui ordenó la apertura de un proceso canónico, tras el cual el Tribunal Eclesiástico de Mallorca declaró a Pere Barceló culpable de abusos sexuales a menores, por lo que le expulsó del sacerdocio. El Tribunal consideró "gravísimos los delitos", por lo que le impuso "la pena máxima de la expulsión del estado clerical, prohibiendo totalmente el ejercicio de su ministerio sacerdotal". La sentencia eclesiástica fue recurrida por el cura en segunda instancia y aún está pendiente de resolución, por lo que no es firme. Con todo, Barceló ya no oficia misas públicamente.

Medida pionera en toda España

El Obispado argumentaba que la decisión de la Iglesia de declararle culpable se debía a "la comisión de delitos contra el sexto mandamiento del Decálogo con menores". La medida de la diócesis de Mallorca fue pionera en toda España, ya que era la primera vez que la Iglesia católica expulsaba a un presbítero por abusos sexuales a niños.

El entonces Papa Benedicto XVI había decretado la 'tolerancia cero' con los sacerdotes pederastas, y en consecuencia ordenó modificar el Derecho canónico, ampliando el plazo de prescripción de estos delitos.

La expulsión del sacerdocio de Pere Barceló se produjo en tiempos del actual obispo, Javier Salinas, que la justificó en su blog ante las críticas internas por parte de un sector del clero mallorquín. El Obispado también llegó a un acuerdo con la víctima y ahora denunciante para indemnizarle con 30.000 euros como responsable civil subsidiario.