Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lenguaje musical

Jaque Mate, novena sinfonía de Beethoven

El profesor Josep Corró ha ideado un método para enseñar el lenguaje musical como otra lengua más y un sistema que permite crear partituras a partir de movimientos de ajedrez

Jaque Mate, novena sinfonía de Beethoven

Llevar la novena sinfonía de Beethoven al tablero de ajedrez es posible. O el Claro de Luna. O, hágamoslo más simple, la canción de la película Titanic. Sí, la de Celine Dion, My heart will go on.

Fue preciamente esa canción la que despertó la chispa del cambio en la mente de Josep Maria Corró,psicólogo y profesor de Música en el insituto Emili Darder de Palma. Un día escuchaba a un alumno tocar con la flauta esa melodía y le llamó la atención lo perfecta que era su interpretación. Demasiado perfecta.

Decidió hacer una prueba y le dio la partitura de la canción para que la volviera a tocar. Y el chaval no supo. Este docente confirmó lo que hacía años que observaba: los estudiantes estaban aprendiendo música por repetición y por pura imitación. Se propuso cambiar eso y que los chicos aprendieran el lenguaje musical de forma autónoma. Decidió diseñar un nuevo método para que los estudiantes lo fueran interiorizando y aprendiendo a manejarlo como si se tratara de otra lengua más. Como colofón, introdujo el ajedrez y creó una especie de tablero-diccionario músical (una 'Piedra Rosetta') gracias al cual los movimientos de una partida de ajedrez pueden traducirse al lenguaje musical y una partitura puede transcribirse en jugadas.

La belleza de la composición musical que resulte o la maestría de las jugadas que marque la música, ya es otra historia. Pero puede harcerse y supone jugar y manejar recursos musicales, familiarizarse con ellos y saber cómo usarlos. Y de paso, aprender ajedrez; un juego de estrategia que está cada vez más presente en los colegios de las islas dado lo beneficioso de su práctica. Precisamente la asociación de padres de alumnos del Emili Darder había pedido la introducción del ajedrez como actividad extraescolar.

Corró ha empezado este año a aplicar su método con sus alumnos de Secundaria. Su objetivo era que los jóvenes dejen de imitar y repetir y acaben el curso leyendo, tocando, escribiendo e incluso componiendo música. A dos días de que acabe el actual curso se siente más que satisfecho de los resultados. Una de las claves del éxito es que tiene distintos niveles de dificultad y los estudiantes deciden hasta dónde quieren llegar.

Durante el curso se ven diez recursos -como el silencio de redonda, por ejemplo, la figura que representa cuatro tiempos en silencio- y con cada recurso se trabajarán en cuatro fases. La primera es la "imitación estricta y la repetición" y su dominio supone que los estudiantes pueden leer música. Mientras el profesor toca el piano, los jóvenes reproducen la misma partitura con su flauta. Para Corró, eso supone un 5. Pero sus estudiantes no se han quedado en el aprobado raspado y han aspirado a ir más allá.

La segunda fase es la imitación variada e introduce el concepto de pulsación: el docente cambia ligeramente la melodía, y los estudiantes han de seguir siendo capaces de acompañarla con su flauta. En el tercer nivel se introduce la intuición y la musicalidad: el docente ya toca una melodía improvisada y los alumnos han saber cuándo entrar. En el cuarto nivel el profesor pone a prueba su concentración haciendo sonidos con el piano buscando desviarles de la tonada que están tocando ellos con la flauta.

Gracias a este procedimiento, fase a fase y recurso a recurso, los chicos ya están preparados para la otra innovación que propone Corró: la mezcla de ajedrez y música. De momento es un proyecto experimental y solo un grupo de 4º de ESO lo ha estado practicando. La mayoría de ellos no habían jugado nunca a este juego y aseguran que aunque al principio les parecía algo difícil -"Hay que pensar mucho"-, han avanzado bastante y algunos ya le ganan algunas partidas al ordenador, aunque sea en nivel básico. El próximo curso Corró quiere construir un tablero de madera donde ya se especifique qué sonido y figura corresponde a cada casilla, con lo que será más fácil 'traducir' las jugadas al lenguaje musical.

Ya ha presentado su proyecto a la Conselleria y está redactando un libro sobre su método. Para aplicarlo, señala, solo es necesario que el profesor sepa tocar un instrumento polifónico y sea capaz de improvisar. Y, por supuesto, que tenga ganas de cambiar las cosas.

Compartir el artículo

stats