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Enfermeras

Empatía sanitaria

Una enfermera entrando en una habitación de presión positiva donde hay un paciente con leucemia.

Carlos Villafáfila, subdirector de Cuidados y Atención al Usuario del Servei de Salut, acude a la reunión con tres enfermeras de diferentes niveles asistenciales. Le acompañan Cristina Muntaner, enfermera de Oncología y Hematología del hospital de Son Llàtzer; Sofía Barrero, profesional que trabaja en la unidad de convalecencia y rehabilitación de ictus y ortogeriatría del hospital General y, por último, Rosa Maria Adrover, enfermera con un amplio bagaje en Atención Primaria, esa "puerta de entrada" a la sanidad pública que los actuales dirigentes sanitarios se han empeñado en ampliar y reformar.

"Soy una enfermera asistencial en planta de hospitalización", se autodefine Cristina Muntaner antes de explicar que su trabajo abarca muchos aspectos, desde la aplicación de técnicas y cuidados asistenciales hasta la valoración del paciente.

"Realizamos una valoración física, emocional y social del enfermo, un análisis que cubra todas sus problemáticas", recalca esta profesional antes de recordar que en su servicio tratan a pacientes complejos que ingresan para tratamientos de poliquimioterapia que deben pasar largos periodos de tiempo hospitalizados y sobre los que deben volcar no solo sus conocimientos, sino la empatía que da título a este reportaje. Toda la empatía que puedan desplegar con pacientes muy complicados.

Aunque rehúsa generalizar, Cristina Muntaner sostiene que en su servicio médicos y enfermeras conforman un "equipo bien cohesionado" que se engrasa con sesiones semanales. "Nuestra tarea sigue protocolos y guías clínicas creados tanto por facultativos como por enfermeras", recalca.

"Pero nosotras pasamos más tiempo con el paciente, estamos las veinticuatro horas con él. Así, el médico, que pasa a verle una vez al día, puede encontrarle tranquilo y sedado y estimar que no precisa de más medicación para mitigarle el dolor. Por suerte ahí estamos nosotras para contarle su evolución, que ha pasado muy mala noche y que si lo ha encontrado así es porque antes le hemos dado un tratamiento", diferencia.

Lo que sí echa en falta esta profesional es disponer de más tiempo para convencer y para dedicarlo al paciente. Y aquí le interrumpen sus compañeras Rosa Maria Adrover y Sofía Barrero para recalcar que, en muchas ocasiones, las enfermeras son el único punto de apoyo del paciente en un entorno hostil. "Intentamos ayudar a la gente a hacerle más llevadero un momento muy difícil de su vida", remacha Adrover.

Aptitud y profesionalidad

Esta enfermera del centro de salud Arquitecte Bennàssar precisa para zanjar polémicas sobre una presunta invasión de competencias que "los que más contentos están de tener a personal cualificado a sus órdenes son los propios médicos".

Más conciliador, Villafáfila sostiene que el trabajo de estas profesionales no solo está motivado por una cuestión vocacional: "Detrás hay mucho de aptitud y de profesionalidad", sostiene.

Sofía Barrero también lidia con pacientes complicados, con enfermedades crónicas, de edad avanzada y generalmente recién salidos de un infarto cerebral que les ha restado movilidad, funcionalidad y, en definitiva, calidad de vida.

"Nada más llegar, valoramos al paciente y nos marcamos una meta a la que debe llegar en la recuperación de su movilidad tras un infarto cerebral. Porque nuestro objetivo principal es que recupere el máximo de autonomía posible para que pueda regresar a su domicilio en condiciones", revela la profesional que recuerda que, en muchos casos, en sus hogares solo cuentan con la ayuda de sus propias parejas, a menudo en condiciones físicas no mucho mejores que las del propio paciente.

Por ello también es muy importante la labor de formación de la familia que también acometen estas profesionales, un manejo que facilita el retorno del paciente a su vida cotidiana. Porque si en la fecha del alta el enfermo no ha alcanzado el nivel de recuperación marcado, se plantea la posibilidad de una alternativa residencial.

Cristina trabaja con pacientes oncológicos y Sofía con ancianos que acaban de salir maltrechos de un episodio cerebrovascular. Preguntadas cómo superan estas dramáticas situaciones que suponen su día a día, qué mecanismos de autoprotección adoptan para no quemarse, ambas responden que el único antídoto es el agradecimiento de las personas a las que cuidan. "El sistema no te da instrumentos", recriminan.

El subdirector de Cuidados y Atención al Usuario sale otra vez al quite y sostiene que lo que ayuda a los profesionales sanitarios a sobrellevar dramáticas situaciones es saber que están ayudando a personas en cualquier proceso vital, "incluso ayudándoles a morir".

Rosa Maria Adrover lleva 25 años como enfermera en centros de salud, la mayoría de ellos en Arquitecte Bennàssar, por lo que hay pacientes que le tienen como enfermera desde estos últimos cinco lustros.

Como cualquier médico de cabecera, tiene a su cargo entre 1.500 y 1.600 tarjetas sanitarias, y defiende con vehemencia su autonomía profesional: "Los pacientes me vienen a ver a mi y me eligen a mi como enfermera. Yo me encargo de hacerles el seguimiento y de darles una educación específica para cada caso. Algunos pacientes los llevo desde hace 25 años y sé perfectamente lo que necesitan", recalca.

"También somos el soporte de aquellos enfermos que regresan a sus casas desde el hospital tras un proceso agudo", añade Adrover antes de señalar la, a su juicio, asignatura pendiente de Atención Primaria: "Necesitamos disponer de más tiempo para dedicárselo a los pacientes que más lo necesitan. Y para ello deberían desburocratizar un poco nuestro trabajo y mejorar la coordinación entre el Servei de Salut y los Serveis Socials" de las corporaciones locales, sugiere la enfermera.

Adrover también recuerda que muchos pacientes con procesos banales podrían autocuidarse de forma satisfactoria evitando de esta manera elevar la presión asistencial en los centros de salud. Y si una persona no sabe como atajar una diarrea por sus propios medios, siempre tiene a mano el teléfono de consultas médicas 061 Salud Responde recientemente puesto en marcha por la gerencia que se ocupa de las emergencias sanitarias.

Lo que sí preocupa de forma unánime a estas profesionales es el real decreto de prescripción enfermera promulgado por el Gobierno Rajoy al día siguiente de las últimas generales. "Estamos suficientemente preparadas para prescribir material sanitario y fármacos como lo llevamos haciendo desde hace muchos años, tenemos la formación para hacerlo", remachan.

Agradecimientos y óbitos

Preguntadas sobre los peores y mejores momentos de sus carreras, no dudan en señalar entre los primeros el fallecimiento de algún paciente con el que habían intimado más de lo habitual y entre los mejores el agradecimiento de los propios enfermos o sus familiares.

Así, Cristina recuerda una boda que una paciente terminal decidió contraer en el servicio de oncología como reconocimiento a sus cuidadores. Y Sofía todavía se emociona al recordar a aquel paciente que ingresó con la parte izquierda del cuerpo paralizada, con problemas de habla y de deglución para el que se habían fijado unos objetivos de mejora muy modestos. "Pero conseguimos mucho más. Ya incluso andaba cuando una complicación digestiva se lo llevó a dos días de recibir el alta que él esperaba con mucha ilusión", lamenta.

Rosa Maria todavía recuerda la entereza de una paciente en cuidados paliativos a la que no se le sustituyó una cadera rota por su situación terminal que, con un hijo de 14 años a su cargo y un marido maltratador alejado, aguantó todavía cuatro años más, hasta que su vástago cumplió los 18, por su renuencia a dejar al hijo desamparado. "He aprendido tanto de ella que no puedo decir que fuese una mala experiencia. Ver esto te hace valorar otras cosas", extrae su lección.

Emplazadas a decir qué mejorarían en el Servei de Salut, salvando las mejoras estructurales que reclaman Sofía y Rosa Maria para sus respectivos centros de trabajo (General y Arquitecte Bennàssar), todas ellas establecen la prioridad de mejorar la comunicación entre los diferentes niveles asistenciales para mejorar la atención al paciente y dar una mayor estabilidad a las plantillas evitando las frecuentes rotaciones que no hacen sino entorpecer y retrasar el trabajo.

Por último, preguntadas sobre si el hecho de tener una consellera enfermera les ha supuesto un mayor reconocimiento a su labor, Rosa Maria Adrover sentencia que el hecho de que una compañera ostente el cargo "es un hecho de justicia" mientras que sus compañeras aseguran que tener a un enfermera al mando "facilita la comunicación, sabe lo que hacemos y lo que aportamos", concluyen.

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