Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La fiesta en paz

Balears is not Spain... (En cuestión de horas)

Balears is not Spain... (En cuestión de horas) B. Ramon

Quieren cambiarnos la hora. Casi todos los partidos políticos están de acuerdo en que el reloj biológico de la mayoría de los españoles no está ajustado con el oficial. Vamos sesenta minutos por delante del sol. Dicen. El doble entre los meses de abril y octubre. Quieren volver al huso del meridiano de Greenwich. A nosotros, a los baleares, nadie nos tiene en cuenta en este debate. Aquí estamos más o menos en el minuto que toca, pero a quienes polemizan sobre el asunto les importa un carajo.

Una comisión del Congreso de los Diputados aconsejó hace años que España retrasase una hora el reloj para acompasarse con Portugal y Reino Unido. Afortunadamente, casi nadie hace caso de las resoluciones del Legislativo. Mariano Rajoy, en el primer acto de campaña electoral, incluso antes de que se supiera fehacientemente que nos llevarían a rastras a las urnas, dijo en Sevilla que impulsaría el cambio de huso horario para adaptarlo a "nuestras necesidades". Venturosamente, las promesas electorales son papel mojado. El acuerdo de Gobierno fracasado entre Sánchez y Rivera preveía en la página 38 cambiar el reloj y adecuarlo a Greenwich para "racionalizar los horarios y flexibilizar la jornada laboral". Por suerte para nosotros, los pactos no se cumplen. Los gallegos, sobre todo los nacionalistas, vienen reclamando de forma reiterada esta modificación.

¿Y nuestras autoridades, las de aquí, las del Consolat o del Consell, qué opinan? ¿Y nuestros partidos, los de dependencia regional y los que siempre esperan la instrucción de Madrid, qué dicen? Nada, que sepamos. A ninguna formación política de las islas le ha parecido relevante de momento un asunto que es cualquier cosa menos baladí. Sorprende el silencio ante una cuestión que afecta de lleno a los ciudadanos y a la economía de Balears. Aunque, atentos como se supone que están a nuestros intereses y desvelos, seguro que durante la próxima e indeseada campaña electoral lo introducirán como una cuestión a debatir.

A la espera de voces más autorizadas, vamos a aportar algunos datos para la controversia. Primer punto: Balears is not Spain, al menos en términos horarios. Aquí, en diciembre amanece exactamente una hora antes que en Galicia. Estamos mucho más cerca del tiempo real de Berlín que del de Pontevedra. Franco nos puso en nuestro sitio cuando el 7 de marzo de 1940 decidió que España marchara al segundo con el Reich hitleriano. El dictador modificó una primera regulación dictada en 1900 y pasamos del horario europeo occidental -el de Londres o Lisboa- al centroeuropeo.

Segundo punto. Comenzaríamos a tener unos anocheceres más propios del norte de Europa que del Mediterráneo. ¿Estamos dispuestos a aceptar que en el mes de diciembre se haga de noche antes de las 16.30? ¿Aceptamos que en pleno verano la oscuridad nos cubra a las ocho de la tarde?

El tercer problema es turístico. Nuestro primer mercado es el alemán, pero también recibimos a daneses, suizos, noruegos, suecos, austriacos, belgas, holandeses, italianos... Todos ellos instalados en el horario centroeuropeo. Es cierto que el visitante británico también tiene un peso importante, pero está más que acostumbrado a adaptarse cada vez que abandona su país. Cambia la hora, el carril por el que conducen y la libra por el euro. ¿Conviene incomodar a millones de turistas con un cambio horario que, además, no se ajusta a la realidad de las islas?

El problema de España no es la hora oficial, sino la jornada de trabajo. De nada sirve el cambio horario si seguimos comiendo a las tres, si los programas estrellas de televisión acaban pasada la medianoche o si los comercios cierran a las tantas.

Igual no pasa nada y ni Rajoy ni Sánchez ni Rivera nos alteran el ritmo. O tal vez se debata y resulte que el trasvase a Greenwich no es tan nefasto para nosotros. Pero sorprende que en una cuestión como esta nuestros representantes estén callados. Ni siquiera sabemos si es por simple dejadez, por ignorancia o porque están sometidos a los dictados de Madrid.

Compartir el artículo

stats