Alexander Romanov no es un delincuente cualquiera. Tampoco es exactamente un jefe de la mafia, pero sí pertenece a uno de los grupos criminales más importantes de Moscú, la denominada organización Taganskaya, en la que también están integrados algunos de los políticos y banqueros más influyentes del país. Romanov es doctor en Económicas y ha ocupado cargos de máxima responsabilidad en bancos y grandes empresas. Pero también es un delincuente condenado en su país por prácticas ilegales.

Este grupo criminal está especializado en lo que se conoce como raid. Es una maniobra que consiste en ir estrangulando una determinada empresa hasta que se consigue su control. Una vez administrada, se lleva a la empresa a la quiebra. Se descapitaliza la sociedad, realizando préstamos de dinero, que nunca se devuelven, a los integrantes de la organización. Una vez en quiebra, la sociedad se vende a un precio muy bajo y la compra la propia mafia. En alguna que otra ocasión este grupo criminal no ha tenido reparos en utilizar la fuerza. El ejemplo más claro de este sistema criminal se realizó en la principal destilería de vodka del país. Romanov fue quien encabezó el grupo armado que se hizo con el poder de esta empresa, participada también con capital público.

Romanov vino a España con su mujer Natalia (que ocupó un alto cargo en la administración rusa), su hijo y sus suegros. La pareja buscó asesoramiento legal para crear la sociedad que le permitiera invertir en el sector turístico de Mallorca. Se fijó en un hotel situado en primera línea de costa en Peguera. Y llegó a un acuerdo con el dueño para adquirir el hotel y el chalé de al lado. Según los documentos, se pagaron seis millones de euros, pero los investigadores creen que el precio fue mucho más elevado. Para que el dinero llegara a España, Romanov utilizó a su suegro, un profesor jubilado que vivía de su pensión. Este hombre realizó cuatro transferencias por valor de casi seis millones de euros a través de una oficina bancaria de Mallorca. La llegada de este dinero fue la primera pista que detectó la Guardia Civil para sospechar que se trataba de una operación para blanquear en España dinero procedente de la mafia rusa.

Dinero legal

Romanov afirma que el dinero es suyo. En su país tiene varios negocios, sobre todo gimnasios que le generan muchos beneficios. Sin embargo, los investigadores están convencidos de que este dinero no procede de estos gimnasios, sino de los beneficios que se obtienen de los raid.

Durante casi dos años Romanov fue permanentemente vigilado por los servicios secretos de varios países. Se escucharon sus conversaciones y se leyeron todos sus correos electrónicos. Varias de las conversaciones que se intervienen las mantiene con el vicepresidente del Senado de Rusia, Alexander Torshin, al que llama boss, cuando se refiere a él.

En su día a Romanov se le planteó la posibilidad de alcanzar un acuerdo. Sería condenado a tres años de cárcel, pero a cambio perdería el hotel y tendría que confesar que pertenecía a la mafia. No quiso suscribir el acuerdo. Ahora cualquier pacto es ya casi imposible. Quiere demostrar que es un empresario honrado.