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Opinión: El conseller Martínez invoca a Carlos Delgado, por Matías Vallés

Opinión: El conseller Martínez invoca a Carlos Delgado, por Matías Vallés

Prosigue la fructífera labor de arqueología judicial en las ruinas del Rocamar. El profano contempla boquiabierto cómo el generosísimo pago de un millón de euros públicos no se efectuaba por parte de la conselleria de Turismo al teórico propietario del hotel de Sóller. En un dato para el estupor, la Administración estipulaba que el dinero debía pasar a la familia del jefe de la inspección turística, en atención a una supuesta deuda. De ahí la investigación del alto cargo, que sin duda aclarará su participación en el caso.

La investigación o imputación previa de Jaime Martínez ha propiciado unas declaraciones del exconseller de Turismo de apetitosa disección. El aspirante a la presidencia del PP balear se refugia con su educación proverbial en "una querella política impulsada por Francina Armengol". Totalmente de acuerdo, en el mismo sentido en que el Palma Arena fue una querella política saldada hasta la fecha con múltiples condenas y, sobre todo, confesiones.

La "querella política" de las ruinas del Rocamar, que han costado a los contribuyentes su precio multiplicado por cinco según una tasación externa, ha sido asumida por la fiscalía anticorrupción. Esta sección del ministerio público se caracteriza en Balears por su singular olfato al perseguir "delitos de corrupción políticos", y Martínez omite su participación decisiva en la investigación del escándalo.

Sin embargo, el meollo de las medidas declaraciones de Martínez se produce cuando añade la coletilla de que ocupaba la dirección general de Turismo, al rematarse la provechosa operación para sus beneficiarios. Destaca que todavía no había asumido la cartera de conseller. Acierta de nuevo, a cambio de desviar el foco hacia el máximo responsable de la conselleria en esas fechas.

Al escudarse en la subordinación aneja a su dirección general, Martínez está invocando por fuerza al entonces conseller, Carlos Delgado. La mención deviene innecesaria para quienes siguieron el caso, porque no han olvidado la balbuceante intervención en rueda de prensa del exalcalde de Calvià, a la hora de rendir explicaciones sobre la rocambolesca tramitación de una operación ininteligible incluso para el entonces titular de Turismo.

Martínez se declara "absolutamente tranquilo", un rasgo inseparable de su talante. Sin embargo, envía un mensaje a Delgado, de quien fue director general único frente a la tradición de desdoblar dicho cargo. El primer conseller de Turismo de Bauzá debió explicar mejor la estrambótica operación en su calidad de abogado. Sin embargo, también el arquitecto Jaime Martínez estaba obligado a entender el ruinoso negocio para las arcas públicas, dada su condición de arquitecto.

La evolución de Martínez obliga a recordar que fue un arquitecto progresista. La hemeroteca de este diario atesora enéricas proclamas antidesarrollistas con su firma. Fue seducido por Delgado en Calvià. Su esposa, también arquitecta, le sucedió en el municipio de Ponent.

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