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Aeropuerto

Son Sant Joan gana más de 150 millones al año, pero solo 50 se quedan en las islas

Es el aeropuerto más rentable de AENA, que reparte la mitad de la ganancia con accionistas privados - Las pistas también se venden para probar aviones

Un controlador observa la pantalla del cielo balear. Este verano habrá picos de dos vuelos por minuto.

"Los aeropuertos de Balears sistemáticamente dan beneficios que acaban repercutiendo en inversiones en otros aeropuertos. Palma es de los que más genera y de los que menos reciben. La mayor parte del dinero se va a Madrid y Barcelona, y luego encima somos los últimos en inversiones del Estado vía presupuestos. Somos maltratados sistemáticamente por el Estado", denunciaba Biel Barceló a la semana de llegar al cargo de vicepresident y conseller de Turismo. Basaba su reflexión en un hecho tan contrastado que se repite año tras año: el aeropuerto genera más de 150 millones de beneficio, como ocurrió en 2014 y 2015, pero en las infraestructuras de la isla revierten de media 50 millones por año, muchas veces menos.

"Nos toman el pelo con nuestros aeropuertos", concluía Biel Barceló su reflexión. Ha pasado un año y nada ha cambiado: las inversiones que llegan son una pequeña parte de los ingresos que se van, con el añadido de que ahora los beneficios que Palma genera son aún mayores y el dinero que genera Son Sant Joan va a dos bolsillos distintos. De un lado, al bolsillo del Estado que lo reinvierte en lo que sea que lo reinvierte, que desde luego no es Palma, ni Mallorca, ni Balear. De otro lado, a los bolsillos de los nuevos accionistas privados de AENA, los que entraron en febrero de 2015 gracias a la privatización del 49% del capital de AENA decretada por el Gobierno Rajoy.

O dicho en datos: en 2014 el aeropuerto de Palma generó 151 millones de euros de beneficio, cifra que no concretan para 2015, cuando se limitan a dejar caer que se superó la rentabilidad del ejercicio previo, lo que hace más de 300 millones de beneficios en solo dos años de actividad aérea en Mallorca. A cambio, el aeropuerto recibe inversiones del estado de 50 millones de media al año. Es decir, dos de cada tres euros de beneficio vuelan de Mallorca para no volver jamás. Lo que se queda es la contaminación y los excesos de actividad no siempre ligada a la calidad.

Vuelos baratos y ensayos aéreos

Queda claro con un hecho: mientras la sociedad balear insiste en la necesidad de tomar medidas para impulsar el turismo de calidad para reducir la saturación, el tráfico que más crece en Mallorca es el de compañías low cost. Al fin y al cabo, para AENA es igual de rentable el aterrizaje de un vuelo barato que el de uno caro. O incluso igual de lucrativo que la llegada de un vuelo vacío a un aeropuerto que no duda en vender Palma como banco de pruebas, como demostró un episodio reciente. Era 1 de febrero y los teléfonos del servicio de emergencias 112 empezaron a recibir llamadas de palmesanos alarmados: habían visto pasar varias veces sobre sus cabezas con todo su estruendo un ´triple siete´ (Boeing 777-300) de la compaña Swiss, que eligió Mallorca para probar el que es uno de los aviones comerciales más grandes del mercado, con 64,8 metros de envergadura y 73,9 de longitud, algo así como un edificio de 25 plantas rasgando el cielo a baja altura. ¿Qué ocurría? Pues que Enaire, la empresa pública que posee el 51% de AENA y gestiona los cielos españoles, autorizó a Swiss a usar Son Sant Joan para probar su nuevo avión antes de estrenarlo con pasajeros, así que el ´triple siete´ aterrizaba y despegaba una y otra vez, obligando a la torre de control a meterlo en cola una y otra vez, sin que tuviese ni que alcanzar altura de crucero.

No era la primera vez que se hacían pruebas así en la isla. "Cada aterrizaje y cada despegue es una pasta en tasas para AENA", explica un técnico de Enaire, que vivió aquel día y recuerda el revuelo entre directivos de AENA y Enaire. "Aquello fue un caos. La verdad es que Enaire ya no pinta nada. Mandan AENA y el dinero. Hubo tensión y cruce de llamadas y aquellas pruebas se pararon". Por el camino AENA ya había hecho caja con su aeropuerto más rentable. Otra vez. El susto de los vecinos quedó en Mallorca, mientras dos de cada tres euros del ensayo ponían rumbo a Madrid para no volver.

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