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Marks puso un porro en los labios de cada ser humano desde Palma

Howard Marks en Palma. "Soy un contrabandista de marihuana y hachís retirado. Mi carrera en el comercio de estas sustancias nació a raíz de mi educación en Oxford, no a pesar de ella. Soy consciente de haber irritado al ´establishment´, aunque yo diría que he sido un irritante suave".

Conocí a Dennis Howard Marks cuando regresó a su casa de La Vileta desde la cárcel Terre Haute Penitentiary de Miami. Venía de cumplir siete años de condena junto a Manuel Antonio Noriega, general y presidente panameño. Sin moverse de Palma, había traficado con la cantidad suficiente de marihuana -“es una planta, presente en la naturaleza y beneficiosa”- para poner un porro en los labios de cada habitante del planeta. “Es probablemente cierto, porque tampoco resulta tan difícil”. Me sintetizó la distancia cortés que establecían los mallorquines con los extranjeros, antes de las pintadas en que estalla la actual saturación turística, aquella exquisita indiferencia que tanto atrajo a Cela y a Robert Graves. “Cuando llegué ya era muy popular en mi país, pese a lo que ningún mallorquín me reconoció en los seis años que precedieron a mi detención”.

Howard Marks ha muerto. El rotativo The Guardian dedicó su obituario al “narcotraficante más famoso y seductor de Gran Bretaña”. Era un hippy galés, licenciado en Físicas y master en Filosofía por el prestigioso Balliol College de Oxford. “Mi carrera de contrabandista nació a raíz de mi educación en Oxford, no a pesar de ella. Soy consciente de haber irritado al establishment, aunque yo diría que he sido un irritante suave”.

Probablemente adjunto su currículo académico para justificar la relación que mantuvimos tras su liberación, mientras escribía en la Vileta su autobiografía Mr. Nice que fue un sorprendente éxito de ventas en Inglaterra, o se fogueaba en política, o se convertía en gurú de la revista contracultural Loaded, o iniciaba su carrera política, o creaba la Asociación Mallorquina del Cannabis, o descubría su vena de monologuista desde un escenario. Fue admirado por personajes como Richard Branson o la artista Tracey Emin, de nuevo me escudo en la fascinación compartida. No defiendo la actividad de Marks, equivaldría a proteger a un bodeguero, pero las fortunas de Mallorca se asientan sobre el contrabando. Sí, también de coches o de personas o de dólares panameños. “La bienvenida que recibí al volver a la isla me emocionó. Todo fue amabilidad, cuando me daba miedo ser rechazado por mis vecinos”.

No consumió ni traficó con drogas duras. “Mientras me juzgaban en Florida, reflexioné sobre la ironía de que yo era con toda probabilidad el único en la sala que nunca había esnifado cocaína”. Pese a que “jamás he tenido una pistola en las manos”, introducía la droga en Estados Unidos camuflándola en los sistemas de sonido de bandas de rock como Pink Floyd, Genesis, Emerson, Lake and Palmer o en el equipo de Eric Clapton. “Los grupos no lo sabían, no tenían que saberlo. Nuestros cómplices eran los road managers, que se encargan del traslado”.

No hay superlativos a la medida de Howard Marks. Estamos en la Mallorca de los ochenta, sin teléfonos móviles ni internet. Sus contactos creen que se halla en Londres, porque intermedia desde La Vileta hasta 89 líneas telefónicas. Baraja 43 alias, controla 25 empresas con sedes en Londres, Lisboa, Karachi, Hong Kong, Manila, Bangkok y Los Angeles. “En una ocasión nos incautaron 30 toneladas en Tailandia, con pérdidas tremendas”. En Palma siempre utilizó su nombre verdadero. “He conocido momentos de estrés en mi carrera, pero no han sido demasiado abundantes”.

Se ganó los títulos de Narco Polo, Mr. Marijuana, Pimpinela de Oxford o Cartel Marks. Se empeñó en convertirme a la marihuana, pero siempre fui vago para las experiencias. La insistencia me obligó a preguntarle:

-¿Animarías a tus hijos, Amber, Francesca o Patrick a consumir marihuana?

-No les incitaría a hacerlo, pero desde luego que tampoco se lo prohibiría.

Su hija Amber le remitió al juez norteamericano una carta que fue leída durante el proceso de Howard Marks. “Por favor, no condene a mi padre a muchos años. Yo le esperaré siempre, pero no me obligue a hacerlo”. Le cayeron veinte, pero nos hemos adelantado a la cronología.

Al ser detenido en La Vileta en marzo de 1989, Marks estaba a punto de ser recibido por el Govern de Gabriel Cañellas. Hubiera sido un escándalo mayúsculo, propiciado por un plan de atraer capitales taiwaneses a Mallorca que había diseñado “con el entonces gerente de la Universitat, Luis Piña, que ignoraba mi identidad y me arrepiento de no habérsela desvelado. Lo considero mi amigo”.

No fue arrestado en Palma por la policía inglesa, sino por la DEA estadounidense. De hecho, la justicia inglesa lo absolvió del tráfico de quince toneladas de cannabis porque convenció al tribunal de que trabajaba para los servicios de inteligencia y de que estaba infiltrándose en el IRA. En realidad, el MI6 reclutó al mujeriego impenitente para que conquistara a una espía checa, y colaboró con los terroristas norirlandeses para transportar marihuana de Irlanda a Inglaterra.

Nunca presumía, “soy un contrabandista de marihuana y hachís retirado”. Tras su condena, la revista Time Out destacó que “si Howard Marks hubiera abierto una fábrica de tabaco o una destilería de whisky, habría matado a miles de personas, habría ganado millones de libras y ahora estaría sentado en la cámara de los lores”.

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