Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El juicio del caso Nóos

La mujer que controlaba toda Valencia

La exalcaldesa demuestra su experiencia para afrontar el interrogatorio del fiscal y para desmarcarse de la contratación

La exalcaldesa lució en Palma su famoso vestido de color rojo para declarar en Palma. b. ramon

Más que una política con graves problemas de corrupción, parecía una estrella de cine, a punto de estrenar una película. Rita Barberá hizo ayer su gran aparición pública en el juicio del caso Nóos. Llegó bien despierta al edificio de Son Rossinyol (aprovechó el viaje en avión el día anterior para dar una cabezada) para afrontar su declaración como testigo. Solo faltaba la alfombra roja. A las nueve en punto de la mañana Rita Barberá bajó del taxi que le dejó a las puertas del edificio público. Vistió ese famoso traje rojo que tantas veces ha lucido en actos públicos y que incluso ha provocado una línea de moda. Llevaba sobre los hombros un espectacular abrigo de lana de color crema, con grandes hombreras, poco acorde con el buen tiempo que lucía ayer en Palma, con una temperatura por encima de los 20 grados. La discutida senadora del PP fue conducida a la misma sala donde aguardan los testigos presenciales que acuden a declarar. Allí se encontró con el actual presidente de las Corts Valencianes, con el que habló de forma distendida.

Al fiscal Pedro Horrach le costó llevar a su terreno a la veterana política. Es más, pocas veces lo consiguió. Más allá de la graciosa frase de que "era difícil crearla", cuando Barberá señaló que pretendía "que le creyeran", la alcaldesa no contestó ni a una sola pregunta, sin antes adornarla con una larga explicación. Habló bien de Alfonso Grau, su mano derecha durante años en el Ayuntamiento de Valencia, aunque antes de contestar a las preguntas dejó claro al tribunal que la relación actual no era buena. Si se acepta como cierto todo lo que contó la testigo, es difícil hacerse a la idea de cómo podía Barberá atender tantos asuntos. Era la alcaldesa de una ciudad llena de proyectos internacionales y una figura destacada de su partido, que se preocupaba, no solo por la gestión de la alcaldía, sino sobre todo por el reto electoral. Y aún así, tenía tiempo de recibir en su despacho a Iñaki Urdangarin y Diego Torres, sin interesarse después por la forma con la que las instituciones de Valencia financiaran sus proyectos con casi tres millones de euros. Las excusas son difíciles e aceptar cuando provienen de una persona con tanta capacidad, que controlaba todo lo que ocurría en Valencia".

Muy orgullosa

Pero si por algo se siente orgullosa Rita Barberá es porque Valencia se convirtió en la primera ciudad europea que consiguió organizar la Copa América. Sabía que estaba declarando en Mallorca y aprovechó su presencia para recordar que su ciudad había sido elegida por encima de Palma, que también se había interesado por la organización. "Una de las mayores alegrías como alcaldesa fue ganar a Palma", señaló con cierta sonrisa en la cara. Aunque nadie duda de la importancia social y deportiva que suponía que Valencia organizara este evento náutico, la alcaldesa fue incapaz de concretar el beneficio económico que generó la regata. Solo recordaba que el Estado tuvo que implicarse en el proyecto, aprobando una aportación económica de 300 millones de euros, que se dedicaron a la construcción de las infraestructuras. Cuando se obtiene la organización de este evento, existen otros actos paralelos a los temas deportivos. Pero parece que la única persona capaz de demostrar en todo el mundo la relación que existe entre ciudad y deporte era Iñaki Urdangarin. Lo de que el Instituto Nóos carecía de ánimo de lucro le quedó grabado en el cerebro a Rita Barberá, porque enfatizó cuando contó este destacado detalle.

Compartir el artículo

stats