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Se llama ´caso Infanta´ pero, ¿Doña Pilar o Doña Cristina?

El liberal Hans-Dietrich Genscher, ministro de Asuntos Exteriores alemán durante dos décadas recién fallecido, aterrizó en Mallorca en 1998. Maria Antonia Munar hizo lo imposible por interpretar la escena del sofá en la foto de Torrelló, pero debió escucharle con más atención.

La proliferación de la corrupción complica la nomenclatura. Por ejemplo, la expresión “alto cargo del Govern Matas en la cárcel” abarca a una veintena de personas. Es un genérico. Quienes hemos luchado para que el caso Urdangarin sea denominado más correctamente el caso Infanta, tropezamos ahora con la multiplicación de familiares escandalosos del Rey. ¿Nos referimos a Doña Cristina o a Doña Pilar, ambas empresarias y alérgicas a Hacienda?

Pamaná es un regalo de los dioses. La implicación de la Infanta Pilar de Borbón ha hecho saltar por los aires la doctrina del fiscal Pedro Horrach y del abogado Pau Molins, según la cual “nuestra defendida Cristina de Borbón se sienta en el banquillo por ser Infanta”. Es curioso, culpar a las víctimas del saqueo de pretender una reparación. Ahora descubrimos que el Infantazgo es un factor de riesgo criminógeno. La profusión de familiares del Rey sin conocimientos de economía en sociedades comprometedoras, también hunde la tesis de los defensores citados, en contra de que la conexión con La Zarzuela sirva de blindaje para una empresa. Veamos:

-¿Se investigó fiscalmente durante sus cuarenta años de existencia a la panameña opaca Delantera Financiera SA, de Pilar de Borbón?

-No.

-¿Se investigó fiscalmente, durante sus años de existencia previos a la instrucción de José Castro, a la fraudulenta Aizoon SL de Cristina de Borbón?

-No.

-¿Se ha investigado fiscalmente en una sola ocasión alguna sociedad de una Infanta de España?

-No consta.

Por tanto, y aunque nos conmueve el celo defensor de la fiscalía y de la Agencia Tributaria, nos disculparán que vinculemos freudianamente con el blindaje tributario a las sociedades opacas con familiar del Rey adosado. Panamá nos confirma para qué sirve una Infanta, y que el banquillo no le sienta nada mal a su comportamiento. Esporádicamente, el coqueteo con la corrupción acarrea consecuencias en España. Y comprueben de nuevo que todo lo que sucede en cualquier otro lugar sucede también en Mallorca, solo que más. Con saludos a Escarrer y Riu.

El Tribunal Supremo absolvió hace exactamente un año a cuatro guardias civiles, entre ellos un sargento primero, de torturas a dos súbditos británicos. Anulaba así la condena previa de la Audiencia de Balears. Pues bien, el pasado domingo llegaba al juzgado de Instrucción número uno de Palma la querella interpuesta por el suboficial exculpado, contra el entonces coronel jefe de la Guardia Civil en Balears. La acción criminal se dirige asimismo contra otros cuatro mandos del Cuerpo. Su subordinado les acusa de falsedad documental, prevaricación, revelación de secretos y falso testimonio. De acuerdo con lo previsto en los protocolos del instituto armado, el capitán de Calvià fue informado el lunes por escrito de la actuación contra la cúpula de la benemérita, en cuanto superior jerárquico del querellante. Continuará.

En la otra orilla policial, el pasado miércoles se jubiló Bartomeu Campaner. Cumplía 65 años, de los cuales casi 47 ininterrumpidos como policía, una marca sin precedentes. El mallorquín dejó grato recuerdo como jefe superior de Balears, antes de ser represaliado por Rajoy y el ministro Fernández Díaz, que acoge fraternalmente a Rodrigo Rato en su despacho del ministerio.

El crimen de Campaner había sido combatir la corrupción del PP en las estrictas funciones de policía judicial, y desatender una petición del entonces Herr Kommandant Bauzá. Sus cancerberos Javier Fons y Martí Juaneda se personaron sin ningún rubor en la Jefatura Superior, y reclamaron una docena de escoltas adicionales para el faraón en tiempos de restricciones. Hasta ese momento, tres funcionarios policiales velaban por la seguridad de los presidents. Cuesta evaluar si la arrogancia de los enviados del Consolat superaba a su ignorancia de los canales para encauzar su desaforada pretensión. Ante la evidente negativa porque no se advertían amenazas de tal calado, manifestaron su disgusto con sus maneras habituales al mando policial, desterrado poco después.

Campaner es químico, una carrera de por sí sospechosa y de dudosa utilidad. Sin embargo, a este experto informático no le gusta perder el tiempo, y en su exilio ascendió a comisario principal. Iban a destinarlo de número dos a Galicia, pero el PP volvió a intervenir para que lo relegaran a Leganés media hora antes de jurar el cargo gallego. El policía mallorquín ha acabado su carrera como comisario provincial, en el mismo Madrid donde la empezó.

A propósito, ¿saben a qué mandatario policial de Mallorca le llaman sus agentes Marco Polo o Willy Fog, porque pasa menos tiempos en la isla que las conselleras menorquinas del Govern? Esta isla provinciana repele a los políticos, de ahí que Alberto Jarabo no le haría ascos a un puesto en Madrid si Pedro Sánchez aprende a sumar diputados. Y no me pregunten si es más urgente despachar a Rajoy o a Teresa Palmer, su delegada en Balears, porque equivale a obligarme a elegir entre Doña Pilar o Doña Cristina.

El canciller ruso Shevardnadze contaba de su colega y amigo alemán que “cada vez que dos aviones se cruzan sobre el Atlántico, Hans-Dietrich Genscher viaja en ambos”. El ministro de Exteriores germano durante dos décadas, recién fallecido, aterrizó en Palma en 1998. La foto de Torrelló demuestra que Maria Antònia Munar hizo lo imposible por interpretar la escena del sofá con su correligionario, pero debió prestarle más atención. Vean Madame Marguerite, conmovedor himno al ridículo patrocinado por la única entidad de la que soy socio fundador, la Asociación de Enemigos de los Amigos de la Ópera.

Reflexión dominical abreviada: “Duraría menos que Rajoy en Islandia”.

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