La presencia de la infanta Pilar de Borbón en el listado de clientes del animado bufete Mossack-Fonseca de Panamá, especializado en atajos fiscales, ha agravado el daño causado por Nóos a la Monarquía. Doña Pilar, como es conocida en Mallorca donde veranea desde hace décadas, ha sido una de las principales defensoras de la inocencia y el honor ultrajado de los exduques de Palma.
Ahora ella, y su difunto exmarido, se han convertido en sospechosos de defraudar a la Hacienda española durante años mediante tramas de sociedades pantalla y paraísos fiscales. La tía del rey Felipe VI ha negado la principal acusación, aunque ha reconocido que durante 40 años poseyó una empresa en Panamá que, según ella, era para los negocios en el extranjero de su esposo. Lo cierto es que un tinglado así solo da gastos, muy elevados, y nadie se cree que uno lo mantenga activo por pura rutina.
Los investigadores del caso Nóos intentaron por todos los medios descubrir las posibles cuentas y empresas de Iñaki Urdangarin en el extranjero, pero no hallaron nada. Los hipotéticos testaferros del yerno del rey Juan Carlos callaron y no hubo forma de confirmar las sospechas. Curiosamente el despacho Mossack-Fonseca asesoró a Diego Torres en la puesta en marcha de su trama opaca internacional, una acusación que el exnúmero dos de Nóos rechaza con rotundidad. Aquí tampoco se ha podido acreditar que Urdangarin fuera el principal beneficiado de ese circuito negro internacional.
Nuevo descrédito para una Familia Real muy tocada.
