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Análisis: La impunidad por mil quinientos euros, por Felipe Armendáriz

Medio mundo está conmocionado estos días con las relevaciones sobre los personajes de la política, el deporte, la literatura, el mundo empresarial y el espectáculo que hicieron trampas en Panamá y otros paraísos fiscales para no pagar impuestos. Es como una ley no escrita: en cuanto acumulas un capitalito te espabilas para ocultarlo a Hacienda.

Es el virus de la insolidaridad que, a la vista de los papeles de Panamá, está más extendido de lo que sospechábamos y causa estragos en muchos países.

Engañar a Hacienda costaba en 2007 en Mallorca entre mil y mil quinientos euros. Con ese dinero acudías a un majestuoso despacho del Paseo de Mallorca y salías siendo propietario oculto de una sociedad panameña, que a su vez era dueña de otras empresas españolas o en otros paraísos fiscales.

Una pequeña inversión y ya podías comprar, sin miedo al palo del Fisco, chalés de lujo, posesiones emblemáticas y yates de ensueño. A vivir que son dos días.

Para lograr esa impunidad fiscal no hacía falta ser un lince, cabía únicamente buscar un bufete sin escrúpulos y con contactos en Panamá.

El caso Relámpago nos desveló con cuanta facilidad se movían los millones de euros y dólares entre paraísos fiscales y naciones de la Unión Europea y cómo se podía burlar a varias Haciendas mediante testaferros y sociedades de paraísos fiscales.

Lógicamente los bufetes que ayudaban a los defraudadores cobraban muy caros sus servicios, pero siempre esas minutas eran más baratas que el abono del impuesto de la renta o del de sociedades.

Una idea del agujero fiscal descubierto la da la cifra de casi 17 millones de euros que Hacienda había recuperado hasta el año pasado por condenas y pactos en el caso Relámpago.

Artistas como Ana Torroja o magnates como el matrimonio Hore fueron clientes de esos bufetes y se valieron del trile de las empresas opacas para no contribuir a los gastos del Estado.

Los tres defendieron con ahinco su inocencia durante años y presentaron todos los recursos posibles e imposibles contra las decisiones judiciales. Perdieron la batalla y acabaron confesando sus pecados, por los que también han sido condenados sus antiguos asesores.

Relámpago ya está casi acabado judicialmente hablando. Han sido 9 años de complicada batalla legal, pero los resultados de los esfuerzos del juez Antoni Garcías, el fiscal Juan Carrau, la Agencia Tributaria y la Policía han sido muy positivos.

Los papeles de Panamá no han empezado ni tan siquiera a ser leídos por los investigadores. Pasarán años hasta que haya frutos, si es que algunos expedientes se tramitan por lo penal.

Algunos de los hoy incluidos en las deshonrosas listas de Panamá aseguran haberse acogido a la amnistía fiscal del 2012 y haber regularizado su situación con Hacienda. Otros juran y perjuran que poseían las sociedades opacas pero que no las usaron para nada malo. Cuesta creerles.

Vidas ejemplares se han derrumbado por ese afán de no perder la riqueza.

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