Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La fiesta en paz

Crecer, crecer y crecer, pero ¿para qué?

Son Sant Joan se acerca a la saturación.

Crecer, crecer y crecer. Este es el mantra que repetimos a diario en cualquier referencia a la economía balear. Crecer, crecer y crecer. Francina Armengol anunció el jueves en el Parlament que el producto interior bruto del archipiélago aumentará este año un 3,5%, medio punto más de lo previsto inicialmente. El lado oscuro que intentó suavizar con este dato es que el déficit público, la diferencia entre lo que ingresa y gasta la comunidad autónoma, fue en 2015 el doble del autorizado.

El aeropuerto de Palma espera esta temporada, entre mayo y octubre, un 16,5% más viajeros que en 2015. Traducido en números absolutos hablamos de 26,4 millones de usuarios, 4,3 millones más que en los mismos meses del año anterior. Las cifras se corresponden con un Son Sant Joan operando muchos días y muchas horas por encima de su capacidad.

Los promotores sostienen que la demanda de casas que existe para vivir en Mallorca no puede ser satisfecha por culpa de las trabas administrativas. Sólo en viviendas de protección oficial, se necesitan 15.000 nuevas para alojar a las familias que buscan un hogar a un precio aparentemente asequible. El problema no solo afecta a los humildes. También los nórdicos, animados por sus economías fuertes y la caída de los precios en España, compiten por una casa en Santa Catalina o en el casco antiguo de Palma.

Los hoteleros han subido sus precios más del 5%, sobre todo aquellos que han modernizado sus establecimientos, porque los mercados emisores se pelean por una cama en Mallorca. Hasta los rusos, en declive durante unos años, han vuelto sus ojos hacia la isla porque destinos habituales como el mar Rojo se han vuelto hostiles tras el atentado contra uno de sus aviones.

Crecer, crecer y crecer. Es la canción de primavera y verano entre todos los sectores productivos de Balears. Desde el hotelero hasta el restaurador. Desde el inmobiliario al transportista. Y metidos en la vorágine del más, más y más ya hemos olvidado la pregunta clave: ¿para qué?

¿Queremos crecer para crear una sociedad equilibrada o para que la riqueza generada quede en unas pocas manos? ¿Necesitamos crecer para que los beneficios generados por la explotación brutal y sin mesura de los recursos de las islas se queden en su mayor parte aquí o para que vuelen hacia el extranjero y, desde allí, cuando Mallorca no dé más de sí, se dediquen a hacernos la competencia?

Sabemos, incluso por experiencias propias en años de vacas flacas, lo volátiles que pueden ser los gustos de los turistas. En cuanto se apacigüen los ánimos en Túnez, Egipto o Turquía -algo que sucederá tarde o temprano-, los operadores turísticos regresarán a unos destinos turísticos con costes de explotación muy inferiores a los de Balears y, en consecuencia, con unos beneficios muy superiores. ¿El crecimiento actual nos servirá para estar preparados ante este futuro o nos encontrará, una vez más, con miles de camas hoteleras y extrahoteleras vacías y dispuestas a venderse por un plato de lentejas?

Crecemos tanto que ya no nos conformamos con un beneficio razonable. Hay que acumular. Si para lograrlo es necesario incurrir en la explotación laboral, se hace y punto pelota. ¿Pueden basarse el crecimiento y los beneficios en los métodos aplicados en las decenas de restaurantes, cafeterías o heladerías que gestionaba la llamada mafia laboral? Salarios de miseria, horarios de esclavitud y palizas que investigan la policía y los jueces son el sustrato de un estilo que solo busca el más, más y más sin poner objeciones al cómo.

¿Debemos seguir creciendo aun a costa de que un día tengamos problemas con el suministro del agua y al siguiente con la acumulación de residuos? ¿Pedimos más, más y más para que un día nos falte el espacio y sintamos agorafobia? ¿Deseamos que nuestras carreteras se saturen a diario?

Crecer en la vida y en la economía es saludable. Sin embargo, las preguntas que debemos hacernos son siempre las mismas: ¿cómo?, ¿cuánto? y ¿para qué?

Compartir el artículo

stats