Lógicamente, los factores de riesgo para sufrir un infarto cerebral no son los mismos que los de una persona adulta -hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, tabaco-, pero los niños no son ajenos a sufrir este accidente cerebrovascular.

Elena Miravet, pediatra de la unidad de neuropediatría del hospital de Son Espases, enumera las principales causas de los ictus isquémicos entre la población menuda. Y en primer lugar cita las infecciones, entre ellas la de la varicela que, asegura, eleva considerablemente el riesgo de padecer un infarto cerebral infantil al año siguiente de haber superado esta enfermedad vírica. "Claramente, en el año siguiente el menor tiene más riesgo de padecer un ictus porque el germen queda en el vaso sanguíneo".

En segundo lugar habla de casos de infartos cerebrales provocados por desgarramientos de arterias que se encuentran en el cuello -carótida y vertebral-a consecuencias de "manipulaciones violentas" en esa zona del cuerpo por parte de los menores.

Como tercer motivo de estos ictus isquémicos infantiles, la especialista menciona la drepanocitosis, o anemia de células falciformes, término médico que, aclara, "provoca una malformación de los glóbulos rojos que a la postre circulan mal por las arterias y hacen trombos en ellas". La neuropediatra añade que esta patología es más prevalente de lo que se pensaba inicialmente -se da en uno de cada diez mil niños nacidos en Balears- y aumenta unas trescientas veces el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular de este tipo.

"La estadística habla de que un 11% de los niños con anemia de células falciformes sufrirán un ictus antes de cumplir los veinte años, lo que nos ha conducido a hacer cribados neonatales para detectar la enfermedad antes y hacer tratamientos preventivos a base de transfusiones sanguíneas ya que se trata de una enfermedad incurable", añade la especialista, una de las ponentes del primer curso de neurología pediátrica balear que se celebra en el hospital de Son Espases en jornadas alternas hasta el próximo 7 de junio. En la sesión de hoy, la pediatra abordará esta problemática.

En último lugar, la doctora Miravet habla de las enfermedades congénitas del corazón como la cuarta causa de los ictus entre los niños con edades comprendidas entre el mes de vida y los quince años, límite establecido para la edad pediátrica.

Y es que los neonatos de menos de un mes de vida son la población infantil más afectada por estos episodios, explica la neuropediatra, que matiza a continuación que, a partir del mes de vida, "la prevalencia de estos infartos es de dos o tres por cada cien mil niños. En Son Espases veremos unos dos casos cada año, entre los ictus isquémicos y los hemorrágicos".

Preguntada sobre los síntomas ante los que un progenitor responsable ha de estar atento, la doctora Miravet señala la imposibilidad de hablar o dificultades motoras en las extremidades de forma brusca y mantenida en el tiempo. Porque es importante el diagnóstico precoz para actuar con más garantías ante estos casos.

Código ictus pediátrico

"Igual que se actúa con los adultos, a los que se les suministra un trombolítico para disolver el atasco originado en la arteria causante del infarto cerebral, estamos pensando implantar este código con los menores. Para suministrarle esta medicación, no deben de haber pasado más de cuatro horas y media desde el infarto ya que si ha trascurrido más tiempo, no sirve para nada", explica Miravet.

El problema es que los trombolíticos llevan aparejado un riesgo de sangrado que, para la especialista, solo aconsejaría su uso "si puedes ver la obstrucción en la imagen de forma muy clara. Y yo soy partidaria de ello porque el riesgo del fármaco es menor que el beneficio que reporta. A pesar de la plasticidad neuronal del cerebro de los más jóvenes, entre un 50% y un 80% de los que han sufrido un ictus quedan con secuelas motoras y de otro tipo, como alteraciones en el lenguaje y déficit de atención", concluye.