El futuro con el que algunos llevan años asustando ya está aquí: Mallorca no da para más turistas. Al menos con las actuales infraestructuras, que tienen dos puntos débiles que traen de cabeza a los empresarios y al Govern. Primero: la falta de plantas desaladoras y redes de tuberías para garantizar el suministro de agua en plena temporada de récords de visitantes. Y segundo: las deficiencias crecientes de las depuradoras con las que desde hace veinte años la isla evita que sus costas se conviertan en una letrina a pie de sombrilla y toalla.

Al doble problema se le ha puesto sordina durante muchos años, en acción coordinada por empresarios y políticos, todos ellos temerosos de que el conocimiento de la situación afectase a las reservas y el negocio. Por el camino tampoco se hizo gran cosa para poner soluciones, que en parte dependían de inversiones del Gobierno Rajoy que se prometieron y no llegaron, explican unos y otros, que ayer rompieron su ley del silencio, tras constatar que el problema es tan grave como de impacto inminente: empresarios y Govern coincidieron en confesar que este verano habrá dificultades tanto por el lado del saneamiento de aguas como por el del abastecimiento en plena sequía.

Así de rotundo. Y eso que la feria empezaba como casi siempre, con el Govern evitando entrar a la cuestión, no se vayan a enterar los alemanes, y con el vicepresident y conseller de Turismo, Biel Barceló (Més), explicando que no habrá problemas de suministro eléctrico y que están en marcha un plan de desaladoras y otro de depuradoras con los que en principio todo irá bien. Luego el propio Barceló documentaba que las previsiones que manejan son inmejorables, con un crecimiento de los ingresos turísticos en las islas del 8,6% ya en abril y mayo, cuando aterrizará en Balears un 5,4% más de turistas. Luego vendría el abarrote habitual de junio a septiembre, y listo, negocio redondo una vez más.

Pero la cosa no es tan simple. Minutos después, dos destacadas figuras de Iberostar, su vicepresidenta, Sabina Fluxá, y su primer ejecutivo para el Mediterráneo, Aurelio Vázquez, mantenían un encuentro de afán discreto y ejecución públicamente indiscreta con la presidenta del Govern, Francina Armengol y el vicepresident Barceló, a los que decían que están preocupados por la depuración en Santa Margalida y Muro. Y como ellos, todos los hoteleros de la zona, cuya asociación ha donado terrenos para la construcción de una depuradora en Santa Margalida. "Hay hasta una partida de dinero de Madrid para hacerla, pero no se hace, y hemos pedido ayuda al Govern", detalla Aurelio Vázquez.

Disputas entre ayuntamientos

Es decir, hay dinero, hay terrenos, pero no hay depuradora, con lo que igual se avecinan vertidos de fecales en el paraíso. ¿Cómo es posible? Lo explicaba el conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal (Més), que ayer también estaba en Berlín. "Tenemos un problema de depuración, tenemos la solución con los terrenos y los 10 millones públicos para construir la depuradora y un nuevo emisario marino, pero no se hace. Hay una disputa entre los ayuntamientos de Muro y Santa Margalida, que tienen las competencias y no se ponen de acuerdo. Ninguno quiere la depuradora en su municipio. El problema está enquistado".

Y por lo visto, no solo está enquistado en Santa Margalida, sino en toda Mallorca. Y tiene más vertientes, que detallaba el propio conseller Vicenç Vidal. "La realidad es que tenemos zonas en las que sabemos que lo vamos a pasar mal con el saneamiento", añadía el responsable de Medio Ambiente, que confirmaba que "cada año se invierte en mantenimiento, pero hay que hacer ampliaciones de depuradoras que no se han hecho", con lo que ahora se trata de poner parches para pasar el verano.

Otra vez. Y no solo con la depuración: según el conseller Vidal y la propia presidenta del Govern, Francina Armengol, el abastecimiento de agua afronta un reto delicado. Hay alarma por sequía, dice Vidal, y se ha informado de ello a los ayuntamientos, pero la situación a día de hoy es que escasean las reservas de agua, falta capacidad de desalación y las comarcas de Migjorn y Llevant carecen de conexión con la red de desaladoras, con lo que ya padecen restricciones en sitios como Santanyí. Y podría haber más. "Necesitamos 20 millones para hacer esas canalizaciones y más dinero para depuradoras y desaladoras", apuntaba Francina Armengol, que de hecho le transmitió la petición al ministro de Turismo, José Manuel Soria, cuando visitó el stand balear. La presidenta recalcaba que "más allá de la urgencia de verano, es un problema que nos preocupa mucho tras cuatro años sin hacer inversiones en saneamiento y abastecimiento".

¿Por qué no se hicieron? Porque el dinero se gastó en otras cosas, criticaba el conseller Vidal, contundente con gobiernos precedentes: "Hemos esquilmado los recursos y la sequía no se ha previsto nunca. Y mientras tanto se gastaban 100 millones en el Palma Arena. Ahora estamos en alerta en Mallorca", analiza el conseller, que concluía tratando de poner calma: su departamento trabaja en soluciones que mitiguen el problema a corto plazo. ¿Son parches? Lo son, confesaba, pero es lo que les queda mientras llega el dinero de Madrid y los ayuntamientos asumen que hay que actuar. El problema silenciado ayer estalla hoy con ruido.