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Apuntes: Los subalternos de Matas le adoraban, por Matías Vallés

Tras el ridículo multitudinario de Cristina de Borbón en riguroso directo, el juicio del caso Infanta pasó ayer a la emisión en diferido...

Apuntes: Los subalternos de Matas le adoraban, por Matías Vallés

Tras el ridículo multitudinario de Cristina de Borbón en riguroso directo, el juicio del caso Infanta pasó ayer a la emisión en diferido. Los testigos solo suscitan un comentario retrospectivo. Lástima porque Dulce Linares, devota jefa de gabinete de Matas, demandaba una pregunta en horario de máxima audiencia:

-¿Cobra usted el famoso nivel 33, que garantiza un sobresueldo vitalicio y jugoso a los funcionarios de la Comunidad que se han sacrificado al servicio de los ciudadanos en un cargo político? Y en caso afirmativo, ¿cómo justifica esa percepción, visto el funcionamiento del Govern Matas?

Por desgracia, estábamos ahí, mientras Linares escoltaba a Matas con un rictus de adoración perpetua al líder providencial. Por ejemplo, en la primavera de 2005, cuando Felipe de Borbón y Letizia Ortiz efectuaron una visita oficial a Balears. La gira principesca incluía por supuesto una cooperativa de sa Pobla. Allí, la jefa de gabinete de Matas nos reprendía con su mirada reprobatoria, cómo nos atrevíamos a discutir al Govern más corrupto de la triste historia de España.

Linares ha perdido como testigo el gesto de mano derecha con índice admonitorio que su proximidad a Matas le transfería. Quienes antes vivían boquiabiertos ante el genio indestructible del ministro de Aznar, hoy fingen que eran comparsas en los años de hierro. Esta altísima funcionaria de la Comunidad, en cuya pulcritud burocrática reposa la confianza de la población, se vio envuelta ayer en las actas falsificadas de reuniones oficiales que nunca se celebraron, en una comisión ejecutiva a la que pertenecía. Nunca dimitió escandalizada, permaneció en el búnker del Consolat hasta el último día. Cómo no viajar con la memoria a aquella dulce mirada de Sa Pobla, cargada de reproche pero dipuesta a concedernos la gracia si pedíamos perdón para retornar al redil de Matas y sus amantísimos subordinados.

El ciclista Echávarri estuvo en su declaración a la altura de la vergüenza multimillonaria que supuso el equipo Illes Balears-Banesto. Felicitó al engendro Nóos de la Infanta y su marido, con eso queda todo dicho. Es un personaje para olvidar, en Pontevedra le otorgarían el tratamiento que han reservado a Rajoy, y por fortuna no pisó ayer la isla porque declaró por plasma. Sin embargo, sus balbuceos a la altura de Urdangarin sirvieron para demostrar que la presidenta Samantha Romero le ha cogido la medida al proceso, y a su papel histórico. Todos los mallorquines deben agradecerle su advertencia al pedalista sobre el delito que comportaría mentir en su testimonio, donde el solo enunciado ya comporta una condena. A partir de ahí, la complacencia del testigo posee tan nulo valor como su empresa ciclista. La magistrada les ha demostrado a sus empingorotados colegas de la Audiencia que es enemiga de las recomendaciones, pero se comporta ejemplarmente al confrontar con dureza a quienes han llevado a Mallorca a la quiebra y ahora pretenden continuar con la burla en sede judicial. El tribunal alivia así a las víctimas, la castigada ciudadanía.

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