La calma tensa que vive el PP, tras la descomunal batalla librada después de las elecciones del 24 de mayo, está sirviendo para que los diferentes sectores enfrentados intenten limar asperezas ante la cita congresual que todavía no tiene fecha. El objetivo es conseguir una candidatura consensuada que represente las diferentes sensibilidades del partido, para evitar otra batalla campal durante el congreso que deberá elegir al nuevo líder popular. Las diferentes facciones están tendiendo puentes con esta finalidad, según ha podido saber este periódico. No obstante, fuentes de las tres corrientes que en estos momentos dividen al PP de Balears reconocen que "no será fácil".

El líder del llamado sector crítico, Biel Company, y el exconseller de Turismo, Jaime Martínez, que representa al mal llamado sector de Bauzá -entre otras cosas porque fuentes cercanas aseguran que la influencia del expresident del Govern ya es mínima-, han mantenido conversaciones para limar diferencias. Al mismo tiempo, miembros destacados del PP, como es el caso de la expresidenta del Consell Maria Salom, están intentando aproximar a la facción controlada por José María Rodríguez al grupo de Company. Este acercamiento se está comprobando en el Parlament. Al diputado Álvaro Gijón y al propio Company se les ve más cercanos y colaboradores.

Las tres familias populares, que hace solo unos meses eran irreconciliables, coinciden en un aspecto: si hay más de una lista al congreso del partido se volverá a producir la guerra fratricida que se libró para desalojar al expresident Bauzá del liderato del partido. El resultado puede ser fatídico para la formación, ya que quedaría abocada a una división interna o incluso una escisión.

Todos apuntan que los movimientos que se están produciendo para acercar posturas son informales, pero hay que admitir que eran impensables hace unos pocos meses. Ninguna de las familias quiere mostrar todavía sus cartas al contrario. Es pronto, ya que según como se desarrollen los acontecimientos en Madrid el congreso del PP de Balears puede tardar un año en celebrarse. Antes de cualquier congreso regional es preciso que se celebre el nacional, que está a expensas de lo que ocurre con la formación de gobierno y si Mariano Rajoy sigue al frente del PP.

Las tres facciones juegan al gato y al ratón para exhibir sus fuerzas para el congreso, cuya fórmula será de nuevo 'un militante, un voto'.

Las fuerzas de las tres facciones

Los críticos que comandan Biel Company y el alcalde de Campos, Sebastià Sagreras, tienen en su haber la luchada victoria para conseguir colocar al exalcalde de Palma, Mateo Isern, al frente de la candidatura a las generales. Batieron sin paliativos al rodriguista Álvaro Gijón. Además, aseguran controlar gran parte de la part forana. Municipios como Campos, Felanitx, Santanyí y los pueblos pequeños del centro de la isla. A ello hay que añadir que con Isern pueden conseguir apoyos en el caladero de Palma que hasta el momento ha sido siempre para el rodriguismo. Todo ello les coloca el cartel de favoritos.

De igual modo, también cuentan con una parte de un grupo parlamentario popular bastante fragmentado por los partidarios de las tres facciones que en estos momento superviven en el PP. Su reducto importante lo encontramos, además de la part forana, entre los consellers populares del Consell de Mallorca. Este sector pretende recuperar el espíritu del llamado cañellismo. De hecho, el venerado expresidente Gabriel Cañellas es uno de los principales valedores de esta facción.

El sector de José María Rodríguez se alineó con los del expresidente Bauzá en la batalla contra los críticos de después de las elecciones. Pero solo era una alianza estratégica que tenía como principal objetivo el arrinconar a su enemigo común, Mateo Isern. Una vez firmada la tregua, los rodriguistas volvieron a tener entidad propia.

De igual modo, el peso de Bauzá en este sector ha descendido de forma importante. La cara visible de esta facción es la del exconseller de Turismo Jaime Martínez. Según ha podido saber este periódico, este sector está haciendo reuniones con el objetivo de organizarse. Aseguran que Martínez estaría dispuesto a presentarse como cabeza de cartel de esta facción en la que también están exdiputados como Óscar Fidalgo o el exdirector general de Puertos y Aeropuertos Antoni Deudero.

El problema que han tenido Martínez y sus compañeros de andadura es que les han colocado la etiqueta de ser los hombres de José Ramón Bauzá y del exalcalde de Calvià, Carlos Delgado. De hecho, durante la guerra con los críticos salieron en defensa del expresident del Govern y fueron los impulsores del exalcalde de Montuïri, Jaume Bauçà, para intentar hacer sombra a los alcaldes críticos antiBauzá. Fuentes bien informadas de esta vertiente popular apuntan que tanto Bauzá como Delgado tienen un peso mínimo en las decisiones que se toman.

Lo que está claro es que también controlan algunas agrupaciones importantes de Mallorca. Representantes de esta facción popular aseguran que municipios como Calvià, Andratx, Inca o Marratxí les apoyan. Si realmente es así, ello querría decir que las fuerzas con los críticos podrían estar muy igualadas.

Rodríguez otra vez de bisagra

Los rodriguistas podrían tener el papel clave de hacer inclinar la balanza en el caso de que se presenten dos candidaturas frente a frente: la de Company y la de Martínez. Al poderoso presidente del PP de Palma, José María Rodríguez, siempre le ha gustado hacer valer su poder entre los afiliados de la capital. En las últimas semanas se habla de que Rodríguez tiene un candidato para presentar al congreso como cara visible de su facción. Este no es otro que el exedil de cultura de Cort, Fernando Gilet.

Todas las cartas están sobre la mesa y cuando se dé el pistoletazo de salida del congreso regional se medirán las fuerzas. Los contactos informales que se están produciendo desde finales de enero pueden reconducir toda esta situación en una única candidatura que recoja el peso de cada una de las tres familias. En caso de que no se consiga el acuerdo de consenso para presentar una lista única, la batalla por la presidencia del partido, y por consiguiente para ser candidato en las próximas autonómicas, puede volver a ser feroz.