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La Zarzuela reclamó pagos para los Borbón Urdangarin

Matas, Rajoy, la Infanta, Urdangarin y Villar, en el palco de Birmingham para asistir a la final de la Recopa de Europa entre Mallorca y Lazio, en mayo de 1999 - La victoria era imposible - Los cuatro políticos esconden las manos para que no se adviertan los sobres en la foto.

Pegué el oído cuando el tribunal concedió la palabra a los acusados tras los interrogatorios, para ver si Urdangarin preguntaba:

-Señoría, ¿esto cómo se cobra?

Seguro que llevaba encima el número de cuenta corriente de Aizoon, “para que aquí mi señora perciba la mitad que le corresponde, no sabe cómo me vigila”. Toda España ha descubierto, para desgracia de La Zarzuela, lo que aprendí la noche en que escuché a Cristina de Borbón y al balonmanista disertando sobre el contenido graso de las aceitunas, ahora no estoy inventando. No saben de números, y menos de letras. Cuando la abogada del Estado le pregunta a Urdangarin sobre “defraudación”, el exduque apenas esboza un “def...”, se da cuenta de que jamás terminará una palabra de más de diez letras en condiciones, y la deja en el aire para evitarse el ridículo.

Se ha abierto la veda sobre la participación de la Casa del Rey que no Casa Real en el caso Infanta. Aportaremos la intervención regia en el espinoso capítulo de los cobros. El saqueo ducal de Valencia y Balears llegó a extremos de codicia que asustaron a los políticos involucrados. Cerraron el grifo. En ese momento, tanto Pepote Ballester como Diego Torres han declarado que se recurrió a Urdangarin para que reclamara el dinero de la corrupción hoy enjuiciada.

Estamos en condiciones de afirmar que La Zarzuela se involucró para exigir los pagos autonómicos a la trama de Urdangarin. Y comprenderán que no nos referimos a los mozos de cuadras y demás palafreneros citados en el juicio, ni mucho menos al botones Urdansacarino. Las piezas clave radican en los ejemplares funcionarios que detuvieron la sangría corrupta, en Valencia y en Madrid. Ninguno de ellos en Balears, aquí siempre pagamos por los demás.

Retengan dos nombres, además hermanos. En Valencia, Isabel Villalonga se negó a abonar decenas de facturas de Nóos hoy notoriamente falsas. Era subsecretaria de presidencia de la Generalitat de Francisco Camps, y su respeto a la ley le costó la destitución fulminante. No hay ejemplos similares en Balears, el comportamiento de la funcionaria le valió un elogio personalizado en los autos de José Castro.

El diplomático Fernando Villalonga, hermano de Isabel, sufrió los caprichos de los Borbón Urdangarin cuando trabajaba en Washington. De estirpe conservadora, era hombre de confianza de Ana Botella. También consiguió limitar el saqueo de Madrid. Estas paralizaciones se tradujeron en presiones de alcurnia. La Zarzuela no se limitaba a supervisar a los polluelos, también actuaba como el cobrador del frac. O de la capa de armiño.

Al hilo del caso judicial del siglo, nos hemos ilustrado con una imagen del centenario, en este caso mallorquinista. Jaume Matas, Mariano Rajoy, la Infanta, Urdangarin y Àngel María Villar, codo con codo en el palco del Aston Villa de Birmingham. Compartían código ético y asistían a la final de la Recopa de Europa entre Mallorca y Lazio, mayo de 1999. Con esta alienación -no me retoques la palabra- de gala, la victoria mallorquinista era imposible. Los cuatro políticos de la fotografía esconden sus manos, para que no se adviertan los sobres. Es difícil extraer una foto reciente en que no esté representado el banquillo del caso Infanta. En este caso, con tres miembros.

El director de Farmacia del Govern, Joan Pou, y el director general del IB-Salut, Juli Fuster, entran en el típico conflicto competencial de un Govern. Por supuesto, con la particularidad en este caso de que el segundo es la pareja de la consellera, Patricia Gómez. Por lo tanto, tiene la razón por decreto y el segundo se siente obligado a dimitir. El nepotismo nos dará tardes gloriosas. Pou y Fuster festejaron ayer el sesenta cumpleaños de uno de ellos.

La salida del alto cargo no se debe a una política de ahorro. La caída de Pou está ligada al nombramiento este año de su subordinada Isabel Zaldívar. La enfermera felizmente repescada ocupa la subdirección de la cartera de Servicios del Servicio de Salud, valgan las redundancias. La resolución viene firmada por “Julio Fuster, por delegación de la consellera de Sanidad”. O sea, de su pareja, menudo jeroglífico. En cuanto al sustituto de Pou en Farmacia, lo ha nombrado directamente el Consolat, porque Benito Pròsper frecuentaba el piso de estudiantas en Barcelona de Francina Armengol. Así cualquiera.

Si me preguntan por el estado del Pacto III, les describo la estampa de Alberto Jarabo y David Abril empujando la moto del primero en la rotonda de Son Rapinya, tras quedarse sin gasolina. O a la valenciana Mònica Oltra recosiendo alianzas mallorquinas y madrileñas, desde la casa del segundo en Inca. Hablando de bolivarianos, Zapatero ha vuelto estos días a la colonia mallorquina de Cuba.

Todos los intelectuales que he conocido hubieran sacrificado su inteligencia por una carrera política. Todos los políticos que he conocido sacrificaron su inteligencia a su carrera. Todos los intelectuales y políticos que he conocido hubieran sacrificado su inteligencia y su carrera por riqueza. Gregori Mir, que viene de morir, encaja en la primera categoría. Con la ventaja de que lo confesaba abiertamente. Le debo sus esfuerzos por difundir a dos mallorquines que el siglo XX obliga a escribir con mayúsculas.

De Miguel de los Santos Oliver, me contaba Mir que “tenía un concepto pesimista de los mallorquines, nos consideraba un pueblo sin personalidad”. Su admirado Joan Mascaró era “el orientalista occidental más importante del siglo”. El profesor de Cambridge “escribía un inglés perfecto, mejor que Conrad o Nabokov”. Pero, volviendo a nuestro párrafo anterior:

-Si Mascaró no acompaña al primogénito de Juan March a estudiar a Cambridge, nunca hubiera llegado a ser el orientalista que fue.

Vean Brooklyn, una película de amor que no consigue ser ridícula.

Reflexión dominical cronológica: “El futuro ha adelantado a la eternidad”.

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