El negocio de la construcción sigue muy lejos de ser lo que fue antes de que el ladrillo demostrase ser poco más que una inmensa cuenta de la lechera, más conocida como "burbuja inmobiliaria". Pero el negocio, sin ser lo que era, aún es. Y empieza a crecer con fuerza, impulsado sobre todo por el sector del que todo depende en estas islas, el turismo. Las obras de construcción y reforma ligadas a hoteles, restaurantes y negocios de ocio viajero y hostelero se dispararon un 76% el año pasado, que es algo así como casi doblarse. Pasaron de mover 109 millones en Mallorca en 2014 a 192 en 2015. Si la cuenta se hace para toda la comunidad balear, la inversión en mejorar el turismo balear se elevó a 244 millones de euros en el 2015, un salto cuantitativo más que notable respecto a los 145 millones del año anterior, según datos hechos públicos ayer por el Colegio Oficial de Arquitectos de las Islas Balears.

Ese impulso sigue lejos de sustituir el de aquella burbuja que llegaba a inflar el ladrillo en 4.000 millones al año, pero 2015 se cerró con el negocio por primera vez cerca de los mil millones de euros después de años de crisis. Concretamente, los proyectos que visó el Colegio de Arquitectos ascendieron a 971 millones en un año, un avance del 49% respecto a 2014, según el informe citado del Colegio de Arquitectos.

Ese avance es especialmente llamativo en la rama turística, tanto en Mallorca como en el resto de las islas. En el caso mallorquín, la mayor parte del dinero procede de las empresas hoteleras clásicas, que pasaron de hacer obras por valor de 89 millones en 2014 a movilizar 172,7 millones de euros en el 2015. También se abren paso poco a poco los llamados hoteles de interior, que inyectaron a la construcción 1,9 millones, lejos aún de los agroturismo, que aportaron 8 millones, el doble que un año antes. Los apartamentos turísticos (reglados) metieron en ladrillo 6,1 millones. Lejos de esas cifras quedan el resto de ramas turísticas, dependientes de empresas más modestas y con menor capacidad y herramientas para conseguir financiación a buen precio. Así las obras en restaurantes se multiplicaron por ocho, sí, pero para un total de 1,7 millones de euros en proyectos, montante modesto que apunta a lo que sostiene el conjunto del sector turísticos, como los propios hosteleros a la cabeza: son precisas líneas de apoyo a las reformas de la oferta especializada, a la que cada vez le urge más adaptar sus servicios y sus estándares de calidad a los de una planta hotelera que poco a poco se concentra en el nivel de las cuatro estrellas.

Fuera del turismo también hay vida para el ladrillo. No en el volumen de los tiempos de la orgía inmobiliaria, pero hay. Aunque parte del repunte está ligado a un fenómeno pasajero, como fue la amnistía que concedió el Govern presidido por José Ramón Bauzá (PP) a las viviendas ilegales ejecutadas en suelo rústico. Fue a través de una reforma de Ley de Suelo, la Disposición Transitoria Décima, que permitía durante tres años legalizar lo que se había construido fuera de la ley, una medida que llegaba al extremo de permitir que se diese el visto bueno incluso a edificios levantados en espacios protegidos antes de la Ley de Espacios Naturales de 1991. El primer año de aplicación de la amnistía al ladrillo ilegal, 2014, permitió que aflorasen 485 construcciones, con proyectos valorados en 52 millones de euros, según los datos del Colegio de Arquitectos. En 2015 esa cifra se triplicó y pasaron de la ilegalidad a la ley 1.665 construcciones, unos 205,9 millones de euros. El Colegio no tiene el desglose exacto de los proyectos que aprovecharon al amnistía del Govern Bauzá, aunque la estimación que hacen es que el 90% de los expedientes correspondientes a rústico son achacables a la medida del PP para indultar las ilegalidades cometidas en suelo rústico.

La amnistía y la pujanza turística se han convertido así en los motores de emergencia del negocio de la construcción, que aún así sigue sufriendo un ajuste duro: ha pasado de repartirse 4.000 millones de proyectos privados al año a salir adelante con poco más de mil millones.