El juicio del caso Nóos continuará mañana marcado por las confesiones de los seis encausados arrepentidos que ya han declarado, cuyas incriminaciones comprometen gravemente al cuñado del Rey, Iñaki Urdangarin, y su exsocio Diego Torres.

La jornada del martes arrancará a las nueve y cuarto dela mañana con el reinicio de la declaración del excontable del Intituto Nóos Marco Antonio Tejeiro, cuñado de Torres.

Tejeiro es uno de los arrepentidos que colabora con el ministerio público en virtud de un acuerdo alcanzado con el fiscal Pedro Horrach, que a cambio de que revele lo que sabe solicita para él una pena de dos años de prisión, frente a los 11 años que inicialmente le reclama la acusación popular de Manos Limpias.

El antiguo contable, que trabajó tanto para el Instituto Nóos como para otras empresas del “conglomerado” (según su propia definición) creado por Urdangarin y Torres en torno a la asociación sin ánimo de lucro impulsada por ambos, detalló ante el tribunal de la Audiencia de Palma que los socios saquearon la entidad que utilizaban para contratar con las administraciones y defraudaron a las arcas públicas.

En su prolongada declaración, Tejeiro desgranó una retahíla de prácticas corruptas de los socios de Nóos, que presuntamente empleaban la asociación no lucrativa para obtener fondos de administraciones públicas (unos 6 millones de euros en los hechos que se juzgan) de los que se apropiaban cargando al instituto facturas de empresas de las que eran titulares.

Tejeiro cerró una tanda de declaraciones de arrepentidos que comenzó con José Luis “Pepote” Ballester, el exdirector general de Deportes de Balears de 2003 a 2007, quien responsabilizó al entonces presidente del Govern, Jaume Matas, de ordenar contratar a Urdangarin sin cuestionar los 2,5 millones de euros que cobró Nóos.

A su vez Matas dio un golpe de volante a la estrategia que ha mantenido hasta ahora. El expresidente y exministro admitió que ordenó contratar a Urdangarin por ser miembro de la Familia Real y deportista de élite, aunque “falló estrepitosamente la justificación y el control del gasto”, por lo que asumió su “culpabilidad”.