Matas sabe que puede terminar de nuevo en la cárcel, pero no quiere irse solo. Y si es necesario, que le acompañen varios de sus antiguos colaboradores. Quiere morir matando. Y es porque no acepta que le traicionen y cualquier mínima oportunidad le basta para atacar, sobre todo si el objeto de su ataque es Pepote Ballester. Y lo desacredita porque en su momento su exdirector general de Deportes decidió tirar de la manta, aunque ello supusiera llevarse por delante al mismo presidente del Govern.

Estaban muy equivocados los que creían que a Ballester lo contrató el Govern por su pasado deportivo. Que le llamó Matas porque tener en su equipo a un campeón olímpico de Mallorca y a una persona con mucho carisma dentro del deporte balear. No era así. Lo nombró para el cargo porque quería que alguien de la "Casa Real" estuviera en el Ejecutivo. No se sabe si para contentar al Rey o a alguien de su familia. Pero en cualquier caso era la correa de transmisión que le permitía estar en contacto con el monarca.

Aunque se ha escrito muchas veces que el Rey llamó a Matas para sugerirle que ayudara a su yerno para desarrollar sus negocios, ayer quedó claro que esa llamada jamás se produjo. Hubo llamadas, sí es cierto, pero solo para felicitarle por el nombramiento de Ballester. Lo que no se sabe es si en ese momento el Rey sabía que Matas había introducido en su gobierno a alguien que él entendía que era la prolongación de la Casa Real.

Parecía imposible que Matas pudiera hablar claramente de comisiones, y mucho menos en un juicio, porque siempre ha negado que las pagara. Pero ahora ya no lo niega, incluso lo reconoce. De hecho, confesó ayer que había pagado una comisión a Urdangarin, no en forma de dinero en metálico, sino a través de la entrega de un proyecto relacionado con el equipo ciclista. Los 300.000 euros que pagó el Govern por esta oficina de seguimiento, a juicio de Matas, fue una cantidad menor, apenas un 2% del patrocinio, porque sin Urdangarin nunca hubiera existido el patrocinio del equipo ciclista.

Pepote escuchó en el banquillo los ataques que le dedicó Jaume Matas. B. RAMON

No se puede decir que Matas no hable claro y que ayer se expresara con contundencia. Habrá que esperar a conocer qué valoración realiza el tribunal sobre esa especie de media confesión que escenificó ayer el expolítico, que responde más al pacto suscrito con el fiscal que a una convicción personal. Ahora ya asume la culpa, pero no toda. La reparte entre los demás, sobre todo entre sus colaboradores, no porque no cumplieran sus órdenes, sino porque lo hicieron de tal forma que dejaron demasiadas pistas de las irregularidades que se cometieron.

Tampoco se había atrevido nunca Matas a hablar mal públicamente de algún integrante de la Familia Real. Pero si ello le supone que el pacto con el fiscal se cumpla, ayer era el día adecuado para atacar a Urdangarin. Es cierto que elogió su figura, tanto como deportista como de relaciones públicas, pero vino a decir que tiene gran parte de culpa que se vea de nuevo abocado al banquillo de los acusados, con una petición de diez años de cárcel.

El congreso era lo de menos

El presidente nunca se cuestionó que la organización de un congreso turístico pudiera costar más de un millón de euros. Lo consideró un precio adecuado. Pero lo que tampoco se sabía es que en realidad a él nunca le interesó el foro, aunque asistieran las primeras figuras del deporte y el turismo. Lo que a él le interesaba es que se creara en Mallorca esa especie de observatorio del turismo, con la presencia de los expertos.

Parece que Urdangarin conocía los puntos débiles de Matas. Bastaba que le hablara de la desestacionalización para que el president se ablandara. "Nos dio donde más nos dolía", llegó a decir, como si la industria turística de Balears fuera a hundirse si no se solucionaba esta situación.

Está muy claro que Matas se conoce muy bien la causa. Habrá pasado muchas horas leyendo informes y documentos para llegar a la conclusión de que él fue el máximo responsable del mal uso de este dinero público.

Ayer solo le faltó por preguntar si alguien de la Sala estaba interesado en la compra de su casa. El palacete está en venta, aunque no se ha concretado lo que vale. Está dispuesto a ceder las ganancias, para restituir el dinero que se ha malgastado, porque en definitiva reconoce que se pudo hacer algo más para controlar que Urdangarin justificara los gastos y demostrara que había hecho un buen uso del dinero público que le entregaron, en vez de meterlo en su bolsillo y en el de Torres

A medida que avanza el juicio la relación entre la presidenta del tribunal y el abogado Manuel González Peeters es cada vez peor. Ayer volvieron a tener una nueva refriega dialéctica. A la magistrada no le gustó el tono ni la forma que utilizó el abogado para interrogar a Matas.