La compra de vivienda usada está creciendo en Balears a velocidad de crucero, mientras se sigue hundiendo la de nueva contrucción por una razón simple: el stock que existía está ya en niveles mínimos y la escasa que se edifica actualmente está dirigida a un mercado de alto poder adquisitivo y resulta inalcanzable para el bolsillo de la mayoría de los isleños. Pese a ello, el mercado inmobiliario balear es claramente uno de los más activos del país, lo que permitió cerrar el pasado año con 10.605 inmuebles vendidos en las islas, un 14,6% más que en 2014, según el informe publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Solo dos autonomías han registrado incrementos superiores: el País Vasco, con un 17,2%, y Aragón, con un 16,6%.

A ello hay que sumar un segundo factor que hace que esta recuperación en el archipiélago sea más relevante: esta subida en la venta de viviendas de las islas del 14,6% en 2015 se suma a la del 18,1% del ejercicio anterior, siempre muy por encima de la media estatal, de un 2% en 2014 y de un 11% en 2015.

Como se ha indicado, el mercado inmobiliario balear se está recuperando a un ritmo muy intenso, pero lo hace sobre el mercado de segunda mano. Así, 8.286 inmuebles adquiridos en 2015 eran usados, y solo 2.319 eran nuevos. Para comparar la evolución de ambas, basta señalar que en 2014 las primeras sumaron 5.698 y las segundas 3.553.

La mitad que en 2007

Otro dado que resulta significativo: en 2007, a punto de estallar la burbuja inmobiliaria, en Balears se vendieron 20.498 viviendas, lo que significa que pese a la recuperación antes mencionada, en estos momentos las transacciones se sitúan a la mitad de esa cifra. Pero esto no sucede con los inmuebles de segunda mano, dado que los 8.286 de 2015 se acercan ya a los de 2007, año en que se alcanzó la cifra de 10.866. El desplome se ha dado en la vivienda nueva, ya que en 2007 se vendieron 9.632 unidades, frente a las 2.319 de 2015.

Desde el sector inmobiliario se tienen claras las causas y las consecuencias de esta evolución en el archipiélago. Entre las primeras, se destaca el veto que las entidades financieras han aplicado a la hora de conceder crédito a las empresas promotoras, tras las graves fallidas que éstas registraron durante la crisis, a lo que suman un suelo escaso (en algunos casos se mantiene retenido con fines especulativos) y cuyo precio se ha reducido en las islas mucho menos que en otras autonomías, lo que lo convierte en demasiado costoso como para poder edificar pisos a un precio asequible para las familias isleñas. De este modo, las nuevas residencias que se levantan en el archipiélago son principalmente chalets o promociones de pisos de alto nivel.

¿Los efectos? Si tenemos en cuenta que el stock de inmuebles de las islas está ya en niveles mínimos (incluido el que está en manos de entidades financieras y del Sareb) y que se construye muy poca vivienda a precio asequible, lo que está sucediendo es que la demanda se está volcando hacia las residencias de segunda mano o en alquiler, una presión que además está conllevando que sus precios estén comenzando a registrar apreciables crecimientos, como lo demuestra es que haya ahorradores que vuelven a invertir en el ladrillo (adquisición de pisos o locales para alquilar) a la vista de que los depósitos bancarios tienen una rentabilidad casi nula y que la Bolsa ha dejado de ser apta para personas con el corazón débil, según reconocen los expertos.

Fortaleza de la demanda

Porque otro dato facilitado por el INE es que la adquisición de viviendas está siendo en Balears y la Comunidad Valenciana la más intensa de España. En concreto, se señala que en las islas se vendieron durante el pasado año 1.177 viviendas por cada 100.000 habitantes, y solo la tasa valenciana es superior, con 1.322. Por detrás de ambas aparecen Canarias, con 1.099, y Andalucía, con 1.074, todas ellas zonas con un elevado peso de demanda extranjera para segundas residencias. La media estatal es de 963 viviendas por cada 100.000 habitantes, y la situación más débil aparece en Galicia y Asturias, con 558 y 630 respectivamente.

Desde el sector inmobiliario balear no se oculta que el citado encarecimiento de las residencias usadas y en alquiler está agravando los problemas de las familias isleñas para acceder a una vivienda, al situarse ya entre los más caros de España.