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El apunte

"Cambiaría todas mis condecoraciones por resolver el caso de Ana Eva Guasch"

El comisario niega que las épocas pasadas fueran mejores: "Siempre ha habido delincuencia, y a veces era más violenta que ahora"

El comisario Antoni Cerdà. B. Ramon

­-Cuando usted llegó al puesto se encontró con el caso pendiente de Ana Eva Guasch. Han pasado quince años de su desaparición. ¿Se ha resignado a no saber qué le pasó?

-No, no me resigno. Las condecoraciones y los reconocimientos están bien, pero los cambiaría todos porque un día hubiera aparecido el cuerpo de esta chica. Porque aquí hallar el cadáver habría significado resolver el caso. Poder llamar a los padres y decirles, mire, aquí tiene los restos de su hija, entiérrenlos que nosotros vamos a hacer nuestro trabajo. Cada vez que aparecían unos restos que podrían ser humanos pensábamos que podría ser ella. Para mí habría sido el broche de oro de mi carrera. Es sabido que yo tengo la foto de Ana Eva en mi despacho, y se la voy a dejar a mi sustituto. Y en Homicidios, los días de calma, vuelven a estudiar el expediente en busca de cualquier resquicio, la menor pista. No lo dejamos.

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-Durante estos años se han sucedido las grandes operaciones en Son Banya, pero no hay manera de erradicar el narcotráfico de allí.¿Sigue siendo el supermercado de la droga de la isla?

-Sí, junto a determinados puntos de La Soledad. Tras la caída de La Paca el narcotráfico se ha dispersado un poco, pero la han sustituido otros clanes. Aquello continúa igual, e iremos veinte veces y continuará igual. Es un poco desalentador, cuando haces una operación allí y sales con los detenidos y te cruzas con ochenta coches que están esperando para ir a comprar. Mientras no se controle la demanda, no hay nada que hacer.

-Usted ha desarrollado casi prácticamente toda su carrera de 45 años en Mallorca. Ha vivido en primeral línea la evolución de la sociedad y con ella la de la delincuencia. ¿Que es lo que más le llama la atención de esta evolución?

-En aquella época, en los años setenta, había una delincuencia más violenta que ahora. Era la época en que atracaban bancos con escopetas recortadas. Y eran armas de fuego real, ¿eh? No simuladas, como ahora. Ahora las armas casi no se ven. En cambio, ahora han irrumpido los casos de corrupción y los delitos informáticos. Homicidios, siempre ha habido. Pero me sorprende el incremento de casos de violencia de género. Antes no se veía tanto, aunque probablemente era porque no se denunciaba.

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-Y en estos años usted ha vivido toda la evolución del tráfico de drogas.

-Sí. A principios de los años setenta no había droga aquí, salvo en círculos muy reducidos, y gente que venía de paso. La droga se introdujo en barriadas que entonces eran marginales, como es Jonquet o la Soledad. Fueron los inicios de personajes como El Pablo. A principios de los 80 empezaron a caer chavales jóvenes por sobredosis, porque se metían cualquier cosa. Entonces se crearon los grupos de investigación de Estupefacientes, para dar respuesta al menudeo. Como consecuencia de estas actuaciones sobre estos puntos del centro de Palma, los narcos se fueron a otros lugares, entre ellos a Son Banya. La sociedad de aquella época era distinta, pero la delincuencia existía, y en algunos aspectos era peores que la de ahora. No era todo tan bonito como a veces se pinta.

-Después de todos estos años como policía ¿De qué se siente más orgulloso?

-De irme tranquilo a casa. Creo que he dado algo más de lo que se me podía exigir, aunque menos de lo que me hubiera gustado. Hubo casos en los que hemos trabajado sesenta o setenta horas semanales. Siempre me ha gustado dar un paso más, y aunque esté satifecho, a veces sigo pensando que pude dar ese paso más.

-¿Y de qué se arrepiente?

-No me arrepiento de nada. Pensarán que soy un pretencioso, pero he procurado tratar siempre bien a todas las personas que hemos investigado o detenido. Gracias a Dios no he tenido nunca ningún incidente ni ninguna denuncia. Y he intentado tener buen trato con todos con los que he trabajado. Nunca tuve ninguna aspiración salvo hacer bien mi trabajo y nada más.

-¿Y ahora qué?, ¿ha pensado a qué se va a dedicar?

-Asentarme, arreglar los almendros y cuidar un poco la familia. Ahora veo más a las nietas de lo que veía a mis hijas.

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