El Sareb, también conocido como 'banco malo', tiene entre sus propiedades mallorquinas un inmueble de 221 metros cuadrados y ubicado en la calle Sant Gaietà de Palma cuyo precio supera los 1,3 millones de euros, según se puede ver en el listado ofertado por la inmobiliaria Altamira. Por detrás de él aparece otro en la calle Luna de Calvià, de 342 metros cuadrados, valorado en 971.000 euros. Estos ejemplos reflejan que durante los años de la crisis las entidades financieras han tenido que asumir todo tipo de inmuebles fruto de los impagos de créditos, ya que estas propiedades aparecen junto a otras de apenas 30.000 euros en zonas como Manacor o Palma.
Según el informe elaborado por Idealista, el peso que las viviendas de alto nivel tienen en la bolsa de los bancos en el archipiélago es muy superior a la media estatal, ya que en las islas las que superan los 300.000 euros suponen un 7,3% del total, cuando en el conjunto del país este porcentaje se limita al 2%. La diferencia resulta más que notable.
Como se ha indicado, en las páginas de Altamira los inmuebles más caros son los dos antes señalados, a los que siguen otro de 924.800 euros de Palma, con 184 metros cuadrados, y otro de 278 metros cuadrados de Binissalem valorado en 452.100 euros.
Otras paginas a través de las cuales los bancos comercializan su stock inmobiliario presentan precios incluso superiores en Balears a los expuestos en los ejemplos anteriores (viviendas de 1,6 millones de euros en Portocristo o de 1,4 millones en s'Aranjassa, o incluso de 2,8 millones en Palma), solo que en estos casos no se identifica a su propietario.
Los más baratos
En el lado opuesto, los inmuebles más baratos presentan unos valores que se mueven entre los 20.000 y los 30.000 euros, ubicados principalmente en Palma pero con un apreciable peso de otros municipios en este grupo, como Manacor e Inca. Hay que recordar que según el informe de Idealista, el 52% de los inmuebles propiedad de la banca que se encuentran en Balears tienen un precio inferior a los 100.000 euros, un porcentaje por debajo de la media estatal, del 59%.
Desde el sector promotor se señala que las residencias baratas que siguen en manos de entidades financieras suelen venir caracterizadas por su escasa competitividad, pese a lo accesible de sus precios, ya sea por la zona en la que se encuentran (barrios degradados), su estado de conservación o sus escasas dimensiones, dado que siguen sin encontrar un nuevo propietario en un momento en el que la demanda de pisos usados ha registrado un importante repunte.
En este sentido, se recuerda que muchos de los afectados por la crisis y que perdieron su residencia por no poder hacer frente a la hipoteca se enmarcaban en una población de bajo poder adquisitivo, inmigrantes en muchos casos, que en el momento de mayor expansión económica optaron por abandonar el alquiler y acudir por la compra de viviendas de bajo coste.
