El próximo martes día 2 de febrero iba a tener lugar un debate sobre la inminente (o no) apertura de la facultad de Medicina, una mesa redonda organizada por personal de la Universitat que quería buscar voces diferentes a las habituales y posturas realmente enfrentadas (lo contrario de esos ´no-debates´ en los que al final resulta que todo el mundo está de acuerdo). Finalmente, la mesa redonda ha sido anulada ya que la conselleria de Educación ha declinado participar. La cuestión es que aún no se ha cerrado el correspondiente acuerdo entre Salud, Universitat y Educación. Y según varias fuentes quien está poniendo más reticencias (o exigencias) parece ser que no es ni Salud ni la Universitat.
Un mes de plazo para empezar el próximo curso
El tiempo apremia: según el rector, Llorenç Huguet, si se quiere que los estudios de Medicina empiecen el curso 2016-2017 habría que tener firmado este pacto a tres bandas (en el que por supuesto se incluye el tema presupuestario) antes de marzo, para poder ponerlos en marcha con garantías y cumplir con la ingente cantidad de burocracia que implica la política universitaria. Y pasado mañana es febrero.
Un gran broche de despedida para Huguet
Poder anunciar la puesta en marcha de un proyecto tan colosal como la facultad de Medicina es algo que gusta a cualquier rector o presidenta del Govern. En el caso de Huguet, las malas (pero muy académicas) lenguas del campus dicen que la idea de que los estudios de Medicina arranquen el próximo septiembre no le parece mal entre otras cosas porque los inauguraría él, y sería un broche magnífico a su gestión. Una despedida a lo grande. Si la puesta en marcha de Medicina se retrasa un curso, ya sería otro rector quien cortaría la cinta, a no ser que finalmente Huguet decidiera presentarse a la reelección.
Un punto también para Armengol
A Francina Armengol también le apetece que Medicina empiece ya el próximo curso y así lo anunció el pasado septiembre, en el acto de apertura del curso académico de la Universitat. Un bombazo que en realidad no era tal ya que en realidad su consellera de Salud, Patricia Gómez, ya había explicado que ése era el plan del Govern en alguna que otra entrevista anterior. Pero un anuncio de boca de la presidenta tiene más enjundia y se vende mejor.
Los peligros de la educación como proyecto político
Aquella declaración de Armengol, junto a la presentación del borrador del decreto de lenguas extranjeras que también asumió la presidenta in person, empieza a hacernos pensar que aunque está bien que un Govern se tome la educación como prioridad, también tiene sus peligros si se olvida que se ha de respetar a los que saben y llevan el tema, dándoles distancia, siendo prudentes y no intentando convertir proyectos educativos en símbolos políticos. Eso ya sabemos que no va bien. Lo que ha de ser un símbolo y un arma política no es el proyecto, son los resultados, los buenos resultados. Pero claro, en educación los resultados llevan tiempo. Hay que esperar para poder exponerlos ante la ciudadanía y los rivales. Y de nuevo nuestros gobernantes se encuentran con que los ritmos de la política no son los mismos que los de la educación.
El sector crítico
En la Universitat (y en algún despacho del Govern también) había un sector muy interesado en esta mesa redonda: los más críticos (o como mínimo escépticos), que confiaban en que en este debate se expusiera y se aclarara cómo estos caros estudios podrían perjudicar a los ya existentes, que llevan años sufriendo recortes. Uno de los argumentos de los defensores de la facultad de Medicina es que se potenciaría la investigación sanitaria, algo que todos sabemos que es necesario (y urgente). Pero Balears lleva años a la cola del país en inversión en I+D+i, ¿el presupuesto para Medicina será serio o las migajas mínimas e imprescindibles? Medicina sí, pero no a cualquier precio.
