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Opinión: Iglesias ordena la entrada en el Govern, por Matías Vallés

Opinión: Iglesias ordena la entrada en el Govern, por Matías Vallés

Nadie ha gobernado Balears con la comodidad que ha disfrutado Francina Armengol en su primer año de reinado. Ha conseguido que se olvide su exigua representa ión parlamentaria, por debajo del 25 por ciento de los escaños. Idéntica a la del PSOE en el Congreso, todo sea dicho. La presidenta ha aprovechado la desidia y la ignorancia de sus socios, para encumbrar a personajes y matrimonios que provocarían estupefacción si fueran promocionados por el PP.

Armengol reposa literalmente en el terrorífico precedente de Bauzá, en el naufragio resultante del PP y en los aullidos de Podemos extramuros del Consolat, que suenan a balidos en su interior. Se acabó. Pablo Iglesias aprovechó ayer una comparecencia sobresaliente para liquidar el principio de que Podemos se abstiene de entrar en los Gobiernos que no preside.

Sostener que el pronunciamiento afecta a La Moncloa pero deja exento al Consolat, suena a broma. La agenda repleta de Iglesias, por comparación con la agenda vacía o hueca de Rajoy, ha sacudido las reglas del juego. Jarabo musita que el Govern sigue fuera de sus objetivos, con un deje de pereza. Sin embargo, el comunicado del partido adjunta una reveladora renegociación de los acuerdos alcanzados menos de un año atrás. Podemos preside la comisión de seguimiento del pacto, una graciosa concesión del PSOE porque a nadie le preocupa la revisión de acuerdos que no piensa cumplir.

Iglesias ordenó ayer entrar en el Govern. Solo se discute ya el grado de desobediencia que pueden permitirse sus huestes en Mallorca. El telonero reclama un papel estelar. De ahí que establezca la preeminencia de los cargos sobre los objetivos, una prelación inexcusable salvo para quienes nunca toman decisiones.

Por desgracia, Podemos ha concedido demasiada ventaja a Armengol. La alianza del PSOE con los poderes fácticos siempre ha superado en cohesión a sus Pactos de Progreso. A cambio, el cursillo acelerado de Jarabo ya le permite intuir que, cuando lo desconoce todo sobre una designación patrocinada por los socialistas, probablemente le están inyectando un nombramiento tan indigesto como el de Juan Gual.

Nos equivocamos al decretar con prisas que Podemos ya firmaba parte del Govern. La formación duplicó sus resultados en las generales. No les importa Balears, se conforman con gobernar España. Su víctima local no es el PSOE, sino Més, que protesta acomplejado porque se siente declinante y bajo vigilancia. En cuanto a Armengol, puede acabar lamentando el día en que aconsejó acertadamente a Sánchez que pactara con Iglesias.

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