Aproximadamente una de cada diez mujeres sufre depresión postparto, una enfermedad de difícil abordaje y, en ocasiones, con trágicas consecuencias como pueden ser el mal cuidado o abandono del recién nacido e incluso el suicidio de una madre que se ve desbordada por los acontecimientos. Y es que estamos ante una depresión con todas sus letras que provoca en la madre desesperanza, tristeza, insomnio, pensamientos recurrentes de muerte y agresión, fuerte cansancio y ansiedad, entre otros síntomas.
Esta es una de las conclusiones que se extrajeron tras la realización de un ambicioso estudio sobre esta problemática en el que participó el servicio de psiquiatría del hospital de Son Espases junto al Instituto Pere Mata (Reus), el Clínic de Barcelona, el Institut Hospital del Mar d’Investigacions Mèdiques (IMIM), la Universidad de Barcelona y la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Valencia, la Corporación Sanitaria Parc Taulí (Sabadell), el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), la Universidad Pompeu Fabra, el Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), el Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud y el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago.
La psiquiatra de Son Espases Francesca Cañellas recuerda que este estudio, en el que participaron 1.626 mujeres de estas regiones, 320 de ellas de Balears, se realizó entre los años 2003 y 2004. “Lo que pasa es que recogimos tanta información que varios grupos, sobre todo los de Barcelona, continuaron trabajando con los datos recopilados y ahora se han publicado más conclusiones”, revela la especialista.
Así, se certificó que en los casos de depresión postparto existía un componente genético, que aquellas mujeres que tenían un determinado tipo de genes tenían más tendencia a caer en estas depresiones tras el alumbramiento.
Y también quedó demostrado con los análisis realizados a las voluntarias que participaron en la investigación que alteraciones a la baja en el gen que transportaba la serotonina eran más habituales en las que padecían los trastornos.
Por lo general, esta enfermedad se trata con antidepresivos de la familia de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina que “engañan” al cerebro haciéndole creer que tiene mayores niveles de serotonina y norepinefrina. Estos neurotransmisores son sustancias químicas que se encargan de transmitir las señales de una neurona a otra y están relacionados con las emociones y el estado de ánimo.
Estrés y soporte social
“Pero lo novedoso es que los investigadores han creado un modelo predictor para ver qué mujeres tienen tendencia a desarrollar este tipo de depresiones. Y se ha llegado a la conclusión de que este problema afecta más a aquellas madres que les cuesta adaptarse a los cambios, a las que son más ansiosas, a las que conviven con factores externos estresantes como puede ser un trabajo competitivo o a aquellas que cuentan con un escaso soporte social”, enumera la doctora Cañellas.
¿Y el perfil de las mujeres menos proclives a caer en estas depresiones? “El contrario al anterior”, contesta de manera lacónica la investigadora, que advierte que no hay que tomarse esta enfermedad a la ligera ya que afecta de manera muy grave a la relación entre la madre y el hijo hasta el punto que provoca que la progenitora descuide la atención y el cuidado a su bebé y, en los casos más graves, conduzca al suicidio a la mujer.
