El sindicato UGT lamentó ayer que el secretario general del IB-Salut, Juli Fuster, suspendiese el pasado martes de forma imprevista una reunión que tenía concertada con ellos a las cinco de la tarde, circunstancia que atribuyó al previsible malestar que le produjo al alto cargo la denuncia del colapso hospitalario hecha por la central horas antes.

Miguel Ángel Romero, de la Federación de Servicios Públicos de este sindicato, señaló que "podemos entender el enfado de Juli Fuster por la denuncia que hemos efectuado. Pero consideramos que su enfado debería ser tres veces mayor con su gerente de Son Llàtzer, que permitió que durante tres días permanecieran 24 camas cerradas pese al colapso que tenía en urgencias", señaló Romero.

Por su parte, desde el Servei de Salut negaron que la anulación de la reunión con el sindicato fuera debida a la denuncia pública previa y la achacaron únicamente a que el director general prefirió convocar a su gabinete de seguimiento del plan de contingencia elaborado por su departamento para hacer frente a estos picos asistenciales estacionales para ver qué estaba pasando en realidad y solucionar el presunto colapso de las urgencias hospitalarias. "Prefirió aclarar qué estaba pasando antes de reunirse con UGT porque lo primero son las personas", argüyeron.