Indiscutiblemente era la jornada histórica, y aunque el despliegue mediático y policial de ayer superaba algo a los anteriores, en conjunto todo resultó menos apasionante que los paseíllos de la Infanta e Iñaki Urdangarin por los juzgados de Palma. Quizás porque la rampa de la corrupción tiene más tirón que un edificio gris en medio de un polígono a las afueras; quizás porque faltó el batiburrillo de público de las otras ocasiones, las señoronas monárquicas curiosas y los indignados del 15-M.

Pese al cambio de escenario, los teloneros eran los mismos que cuando la pareja de protagonistas desfiló por separado ante el juez José Castro: agentes venidos de Valencia con su arsenal, ciudadanos irritados por los insoportables controles de seguridad, los rostros televisivos mezclados haciendo directos, el puñado de fieles republicanos a grito pelado, las ofertas de bares aledaños mofándose de los exduques... Se les sumaron esta vez dos personajes secundarios en el caso, un juez en excedencia y un exdelegado de la Agencia Tributaria, ambos metidos ahora en Podemos, quizás por el hastío de lidiar con tanto corrupto.

Los exduques volaron a Palma el domingo desde Zúrich

La Infanta y su marido, que tienen en Ginebra su residencia habitual, llegaron a Mallorca el domingo. El vuelo directo desde Zurich aterrizó sobre las 20.15 horas en Son Sant Joan. Allí ya les esperaban varios fotógrafos apostados en las salidas VIP del aeropuerto. Algunos lograron seguir a la pareja hasta el centro de Palma, hasta que el coche de los escoltas que la Casa Real tiene asignados a Cristina de Borbón bloqueó el paso de los paparazzi en una calle. Los policías se detuvieron para permitir que el vehículo en el que viajaban los exduques de Palma pudiera seguir su camino e impedir que se conociera dónde se alojaban esa noche.

Ayer el matrimonio fue el más mañanero de todos los acusados. La hermana del rey y Urdangarin llegaron a las 8.10 horas, para también coger desprevenidos a los cámaras, pero no pudieron evitarlo.

'Interviú' quería estar dentro, el joven abogado quedó fuera

En la tercera planta del edificio en Son Rossinyol que el Govern cede para el juicio se habilitó la sala de prensa, con 120 puestos para periodistas y sus equipos. Algunos medios como la revista Interviú lamentaron tener que seguir el primer día del juicio a través del circuito interno de televisión, al estar muy codiciados los asientos en el interior de la sala de vista. Un joven abogado que asiste en la defensa a uno de los acusados intentó también estar dentro, en las sillas para el público, pero finalmente se quedó fuera y siguió la sesión entre los periodistas, como uno más. A las 9.16 horas empezó la emisión en las pantallas, y se hizo el silencio; duró poco, ya que los profesionales locales y extranjeros enseguida prosiguieron tecleando en sus ordenadores o editando material, en un ambiente animado.

Acreditaciones e inspección de los coches de los funcionarios

Los funcionarios de la Escuela Balear de Administración Pública (EBAP), en cuyas dependencias se juzga el caso Nóos, tenían que enseñar a los policías una acreditación cada vez que entraban o salían del edificio. También tenían que enseñar sus bolsos y pasar por un arco de seguridad. Sus compañeros de la anexa conselleria de Medio Ambiente y Agricultura tuvieron más suerte, y podían acceder a las oficinas solo con informar a los agentes, ya que pese a que ambos organismos comparten el inmueble en Son Rossinyol, no hay conexión directa de puertas entre la Conselleria y la EBAP. Eso sí, los funcionarios que entraban con sus coches en el aparcamiento fueron inspeccionados para detectar posibles artefactos explosivos en los bajos. La curiosidad ante tanta gente ajena hizo que algunos trabajadores se asomaran un instante en las ventanas para ojear la expectación en la calle.

Burillo con los republicanos, que tuvieron un pequeño lío

El exdelegado de la Agencia Tributaria en Balears Raúl Burillo se paseó entre los periodistas y concedió entrevistas. Burillo fue uno de los activos contra la corrupción en las islas en coordinación con los fiscales, antes de que el Gobierno de Rajoy le hiciera un cambio de destino a Zaragoza. Ayer denunció delante de las cámaras el trato desigual entre ciudadanos a raíz del caso de la Infanta, en un tête à tête con varios de los republicanos que se habían concentrado, de la mano del presentador televisivo Jesús Cintora. Uno de los interlocutores fue Miquel Mascaró, veterano activista de Unidad Cívica por la República. Éste mantuvo un pequeño rifirrafe con una camarada, por haber hecho una mención a la monarquía británica en declaraciones al corresponsal de The Times. Como buena republicana, ella hubiera preferido obviar la referencia "al rey de Inglaterra", a lo que Mascaró replicó que solo hizo una comparación para denunciar los privilegios de la Casa Real española.

La Policía no deja pasar al juez en excedencia Yllanes

El flamante diputado de Podemos por Balears Juan Pedro Yllanes también se dejó ver en Son Rossinyol, convocado por varios programas de actualidad televisiva. Los periodistas querían entrevistarle en la zona reservada para la prensa, pero el juez en excedencia no estaba acreditado y advirtió que no quería el menor encontronazo con la Policía ni que se enfadaran sus "compañeras", en alusión a las tres magistradas que juzgan a los acusados por Nóos, un juicio que él iba a presidir de no haberse pasado a la política activa. Los agentes no le dejaron pasar, e Yllanes pidió que las cámaras se desplazaran fuera del cordón de seguridad. Por cierto que algún que otro corresponsal extranjero preguntó ayer por el juez Castro, extrañado de no verle presidir la sesión, olvidándose de que el magistrado fue el instructor.

Pitidos y gritos de conductores indignados

El tráfico no estuvo interrumpido en ningún momento en la carretera de Palma a Sóller ni tampoco en los carriles de servicio, que daban acceso al polígono. Los vehículos transitaron sin problemas por delante de la fachada del edificio donde se celebraba la primera sesión del juicio, y varios conductores hacían sonar las bocinas a su paso. Algunos acompañantes grababan el fuerte despliegue de periodistas y policías con sus teléfonos móviles. Un hombre que conducía una furgoneta de reparto, en dirección a Palma, bajó la ventanilla y llamó la atención con ademanes: "¿Quién lo paga, a todo esto, eh, quién lo paga? ¡El puto pueblo lo paga!", denunció a gritos. Tras el receso para almozar, se produjo un leve incidente entre un conductor que aparcó en doble fila a unos 200 metros del EBAP y la Policía, que le ordenó retirarse. El hombre se rebotó y casi termina detenido.

Quejas de negocios por las dificultades de acceso

Algunos propietarios de tiendas en los aledaños acusaron falta de clientes por las dificultades de estacionamiento, ya que la calle se había reservado mayoritariamente para la Policía y las unidades móviles. No obstante, el negocio que se podía ver más afectado dijo no estarlo. Era Decoració&Events, ubicado justo en uno de los locales de los bajos del edificio donde tiene lugar el juicio. Para entrar, los posibles clientes tenían que hacerlo por un pasadizo habilitado entre barreras policiales. Su dueña no estaba enfadada, fue avisada de antemano y cambió las citas programadas al miércoles.

Oferta especial con "bocadillo de la Infanta"

El bar-restaurante Espiral aprovechó la ocasión y ayer hizo su oferta especial: "bocadillo de la Infanta", de chorizo. También cocinó tortilla francesa "con corona de bacon", para los más gourmets.