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Caso Nóos

La pareja ejemplar que cayó en desgracia

Representaban la imagen más moderna de la monarquía, el puente de la Corona con Cataluña, hasta que el caso Nóos truncó su imagen y cambió sus vidas

La infanta Cristina, sonriente a bordo del velero ´Azur de Puig´ en el verano de 2004.

Del honor al oprobio en apenas cinco años. De la imagen de éxito y ejemplaridad que transmitía la pareja en 1997 como símbolo de la monarquía moderna, a su marginación de los actos oficiales de la Casa del Rey y el traslado de su residencia a Suiza.

Antes de ser juzgados, los duques de Palma han pagado ya un alto precio por su imputación en el caso Nóos: Iñaki Urdangarin el 29 de diciembre de 2011, y la infanta Cristina en abril de 2013. El deshonor es la mayor pérdida para quien vive de su imagen, para quien desarrolla una tarea exclusivamente representativa. Pero además, Urdangarin ha perdido durante los más de cuatro años de instrucción su trabajo en Telefónica y la esperanza de conseguir otro empleo; tiene embargados los pisos de Palma y Barcelona que pertenecían a la sociedad Aizoon; se ha visto obligado a vender su lujoso palacete de Barcelona para hacer frente a la millonaria fianza impuesta por el juez José Castro juez José Castro y evitar así el embargo del inmueble, ha sido apartado de su lugar en la Casa del Rey como duque consorte e incluso su perfil propio de la página web oficial de la familia real ha sido borrado.

Los duques de Palma en el verano de 2004 en el Palacio de la Almudaina, acompañando a los Reyes.

La Infanta, por su parte, acusada de dos delitos fiscales, fue primero apartada de los actos oficiales de la Casa del Rey y en junio de 2015 despojada del título de duquesa de Palma por su hermano el rey Felipe VI. Dos años antes, el entonces alcalde del PP Mateo Isern acordó que la céntrica vía de la ciudad dejase de denominarse Rambla dels Ducs de Palma, nombre que llevaba desde 1998, para devolver el original de Rambla. Y solicitó a la pareja que en adelante dejara de utilizar el título.

Unos días antes, la Infanta había presentado por carta al Rey su renuncia al título. "Hoy, todavía, Palma representa para mi marido y para mí, una referencia de fuertes e importantes recuerdos, que nuestros hijos comparten con nosotros", escribió. Confesó vivir su situación judicial con "enorme disgusto e incomodidad" y añadió que renunció antes al título de duquesa de Palma para que no se entendiera "como un desdén a la ciudad que tanto queremos y admiramos". "Seguiré llevando esta ciudad en mi corazón, me sentiré siempre agradecida por las atenciones y el cariño que han manifestado a mi familia, pero quiero alejarme de cualquier debate que del uso del título por mi parte pudiera trasladarse a la sociedad mallorquina", concluyó.

La actitud de la Infanta sobre su relación con Mallorca y Palma no es forzada. En la isla tiene amigos personales y compañeros de regatas con los que ha compartido infinidad de momentos deportivos y familiares. Sus estancias en la isla no se han limitado nunca a los veraneos oficiales de la familia real. Eran constantes también en Navidad, Semana Santa y multitud de fines de semana. Hasta que estalló el caso Nóos y todo cambió.

La boda en Barcelona

Para conocer cómo eran los duques de Palma antes del estallido del caso Nóos hay que viajar en el tiempo a la España de 1997. Y, en concreto, a la Barcelona que el 4 de octubre de ese año se echó a la calle para celebrar el enlace de la hija menor de los Reyes, la primera mujer de la familia real española con estudios universitarios superiores, y el jugador de balonmano vasco que había formado parte del mejor quinteto de la historia del F.C Barcelona, entrenado por Valero Rivera.

Gobernaba José María Aznar con el apoyo parlamentario de Convergència y Unió. Y en Cataluña lo hacía Jordi Pujol con Artur Mas como conseller de Economía y Finanzas. El catalanismo moderado contemplaba aquel enlace como el puente perfecto entre la Casa del Rey y la Cataluña del momento, que deseaba transmitir a todo el mundo la imagen de éxito y modernidad que poseía la pareja. "Princesa de Barcelona", tituló en portada La Vanguardia, que además resaltaba "la sencillez de la ceremonia", que 200.000 personas se echaron a la calle y que el acto fue seguido por mil millones de espectadores de todo el mundo a través de la televisión. "Si Barcelona ofreció lo mejor de su espíritu cívico fue porque los ciudadanos correspondieron de manera espontánea, amable y sincera a la jornada más feliz de una pareja que eligió esta ciudad para vivir y trabajar", resaltó el rotativo en su editorial. "Correspondían muy particularmente a la simpatía, naturalidad y sencillez con que la infanta Cristina se ha integrado en la vida cotidiana de la capital catalana". Y añadió: "Por encima de banderías superadas sobre la forma de Estado, los españoles han dado suficientes muestras de afecto a la Corona, pieza esencial de nuestro sistema democrático".

El actor Michael Douglas, el entonces príncipe Felipe y los duques de Palma en Costa Nord en agosto de 2001.

Los juicios del momento no resisten bien el paso del tiempo, diecinueve años en que lo único que parece haber sobrevivido al vendaval del caso Nóos ha sido la fortaleza del matrimonio. La procesión seguramente va por dentro, como expresó la Infanta en la misiva remitida a su hermano Felipe VI, pero lo cierto es que en todo este tiempo no ha demostrado en público ningún signo de flaqueza. Iñaki Urdangarin, por su parte, también ha mantenido el tipo, pero su figura, mucho más delgada, ha dejado traslucir el desgaste del proceso judicial y todo lo que ha supuesto para él.

Hijo de un histórico militante del PNV, deportista de éxito hasta convertirse en una institución en el F.C Barcelona de balonmano, supo ser también hasta el estallido del caso un yerno ejemplar para don Juan Carlos y doña Sofía. Incluso sin la Infanta, acompañó a la reina en actos públicos importantes, algo no habitual en los consortes, como sucedió por ejemplo en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias de 2003, acto en el que se distinguió con el premio de las Artes al pintor mallorquín Miquel Barceló. Doña Sofía, pese a los duros momentos, sigue estando todavía a su lado y al de su hija Cristina.

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