El obispado de Mallorca remitió en la tarde de ayer un comunicado breve y medido, relativo a la información publicada doce horas antes por este diario sobre la investigación a que el Vaticano está sometiendo a Javier Salinas. En el primer punto se señala que el obispo "viajó la pasada semana a Roma para tratar temas de índole patrimonial".

La "índole patrimonial" de los asuntos tratados en el Vaticano siembra más dudas de las que disipa. De hecho, la debilidad de Salinas, unida a su dependencia del silencio de quienes conocen lo ocurrido, pone en peligro la administración del extenso patrimonio bajo su custodia.

Sin mencionar la palabra desmentido ni rectificación, el obispado añade que "El prelado no tiene conciencia de haber actuado en contra de la Doctrina de la Iglesia Católica". Los próximos a Salinas confirman que cree haber obedecido a sus sentimientos humanos y a su corazón, en un raptus adolescente. En todo caso le reprochan una inconsciencia incompatible con una magistratura católica. Además de la repercusión sobre terceros.

El tercer punto del escueto comunicado parece un guiño al desenlace de la crisis. "Como es natural, monseñor Salinas está siempre a disposición de la Santa Sede por el bien de la Iglesia". La solución final corresponderá por tanto a la jerarquía, que actuará según el alcance de los daños causados por la conducta del obispo de Mallorca. Para sobrevivir, ha de acallar simultáneamente a sus amigos y enemigos.